Mis bosques en el 2017
A unos días de cerrar el andar en el 2017, en ocasiones algunas personas hacemos un recuento de lo realizado y lo que quedó pendiente. Muchas veces por las prisas cotidianas en este devenir incesante en que una se halla puede resultar algo complicado. Sin embargo, quiero compartirles un poco del caminar en el año a través de la interacción con los bosques que tuve este 2017 y lo digo en plural porque tengo la bendición de tener muchos bosques en la vida. Les invito a que ustedes también hagan una remembranza de los bosques que han tenido en este año que pronto partirá.
Conforme fue pasando el curso del año fui interactuando con ellos. Cada bosque es distinto, todos sin lugar a dudas tienen un lugar muy especial en mi corazón y en mi vida. Algunos tienen árboles más altos, espigados, verdes muy verdes, en un tono oscuro, muy enraizados, esos me proveen de consejos, de llamadas de atención, de amor, de acompañamiento, de fortaleza, de fe, de sabiduría por la experiencia de su andamiaje… otros más tienen árboles pequeñitos, sus hojas son brillantes, están en crecimiento, esos me brindan las experiencias más inocentes y me hacen volver la vista a lo más simple, despertar nuevamente la curiosidad y la capacidad de asombro. Otros más, son frondosos, en una tonalidad verde más clara, invitan a la meditación, a recorrer sus caminos y quedarse ahí por instantes para volver la mirada a una, a regresar al centro. En estos bosques tuve oportunidad de interactuar con nuevos árboles y compartir diversas experiencias, Baba Nam Kevalam…
Hay un bosque muy particular, en él convergen mis experiencias y sentimientos, este bosque me brinda la calma y ánimo en instantes de tempestad, de angustia, de estrés; es un bosque que me ha recordado la importancia del trabajo en colectivo, su follaje está cubierto de aroma a pino, lleno de emociones y enseñanzas que no dejan de asombrarme.
También están los nuevos bosques, donde hay una diversidad de árboles, altos, bajitos, con pocas hojas y a la vez otros frondosos, esos me han brindado nuevos espacios para el caminar juntas, para recorrer otros andares y tener oportunidad de explorar caminos interesantes, donde voy encontrando aprendizajes muy gratificantes para la vida y para la formación profesional.
Por supuesto que me hallé con la fortuna y bendición de interactuar con los bosques llenos de camaradería, esos que se han cultivado con el paso de los años, donde el vaivén de las hojas se deleita al ritmo de las risas, de los instantes donde se quiere susurrar al viento todo lo acontecido y se trata de aprovechar al máximo los momentos en que una está entre esos árboles. En estos bosques han sucedido coincidencias hermosas, conjuntar proyectos, con emoción, entusiasmo, compromiso y también con incertidumbre.
En los bosques también hay algunos que son sombríos, en los que es poco grato caminar por lo escabroso del terreno, estos también tienen mi especial reconocimiento porque han contribuido en fortalecer el caminar mío y encontrar rumbos antes no avizorados.
Finalmente, quiero cerrar con los bosques en donde hemos compartido el andar en este 2017, los que tienen árboles que han dado frutos y continúan formándose para la vida; un poco más adelante están los árboles en crecimiento, que repuntan y tienen los bríos de querer aprovechar al máximo la luz, el agua, desbordantes de energía, ésa que me llega al corazón y es un bello estímulo para continuar aprendiendo y desaprendiendo… A todos los bosques en mi 2017, muchas gracias por permitirme estar entre ustedes, compartir diferentes instantes y abrir sus corazones. Bendiciones en el 2018.
Pd. Se torna un reto condensar en estas breves líneas a todos mis bosques, sin embargo, están, están.
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