Eurípides y las mujeres/ y II

Casa de citas/ 355

Eurípides y las mujeres/ y II

Héctor Cortés Mandujano

 

De las 19 tragedias conservadas de Eurípides (según Murray escribió 92) ocho son nombres de mujeres: “Alcestes”, “Medea”, “Andrómaca”, “Hécuba”, “Ifigenia en Tauris”, “Electra”, “Helena” e “Ifigenia en Aulis”, y cuatro más tratan de un grupo de ellas: “Suplicantes”, “Las troyanas”, “Las fenicias” y “Baquides”. 12 en total sobre temas femeninos (en las otras hay también mujeres, claro), hace más de dos mil años.

“Andrómaca” era esposa de Héctor; muerto éste fue entregada a otro hombre, Neoptolomeo, como esclava; tuvo con él un hijo. Neoptolomeo se casó con Hermione y ésta no puede quedar embarazada, de lo que culpa injustamente a Andrómaca. Y esto dice esa mujer, Hermione, inventada por Eurípides (p. 129): “No es cosa recta que un solo hombre tenga dominio marital en dos mujeres”.

Menelao, el poderoso, padre de Hermione, amenaza con matar a la esclava Andrómaca y a su hijo. Le dice Andrómaca (p. 132): “¡Conque eres tú el general en jefe de los griegos que arrebató a Príamo su Troya… tú que eres sólo un insignificante hombre! […] ¡Y te pones a luchar con una infeliz mujer, además esclava! ¡No eres digno de Troya, y Troya no merecía tan bajo vencedor!”

Peleo, un viejo, es aún más severo que Andrómaca. Le dice a Menelao cuando ve lo que intenta hacer (p. 135): “¿Cómo y desde cuándo te cuentas entre los varones?”; y más (p. 136): “Más vale a los mortales tener por pariente afín a un pobre que honra que a un ladrón enriquecido. Y tú no vales nada”.

Tres personajes (esta vez Orestes) dicen lo mismo, a propósito de Neoptolomeo (p. 140): “¡Gran mal has dicho: varón con dos mujeres!”

 

Ilustración: Luis Villatoro

En “Hécuba”, su hija Polixena ha sido condenada a muerte. Hécuba pide piedad por ella, pero su hija la detiene. Le dice que prefiere morir, que ser esclava. Dice el coro (p. 158): “¡Tremendo es su carácter: más brillante que en todos los mortales!”

También matan a otro hijo de Hécuba y ésta logra vengar su muerte con ayuda de las otras esclavas. Polimestor, asesino del pequeño hijo de Hécuba, a quien han herido después de matar a sus hijos, despotrica contra las mujeres. El coro responde (p. 169): “¡Muchas de entre nosotras pueden ser aborrecibles: todas no! ¡Y mayor es el número  de las rectas que el de las malvadas!”

En “Suplicantes” un viejo ve a su hija inmolarse en la pira de su esposo. Se lamenta (p. 223): “¡Nada hay más dulce para un padre viejo que el amor de una hija! ¡Más robusto es el amor de los hijos varones, pero les falta el dejo de la ternura femenina, tan dulce, tan amable!”

En “Ion”, Eurípides censura duramente a los hombres, que engañan a sus mujeres (p. 245): “¡Cuánto aborrezco a los pérfidos hombres en todo tiempo: hacen el mal y lo disfrazan con ardides!” y “Las troyanas”, dice Garibay (p. 262), “puede decirse que es un anticipo de la exaltación del ‘eterno femenino’ del poeta alemán”, pues los discursos de los personajes femeninos se suceden: Hécuba, Casandra y Andrómaca; incluso se da oportunidad para que la gran culpable histórica de la guerra de Troya, Helena, se diga, dado que los humanos sólo hacemos lo que nos permiten los dioses, juguete del destino (p. 280: “¡No soy culpable yo! Viene de los dioses”). A ella, de nuevo, la libera de cualquier culpa en su propia obra, “Helena”, e insiste en su inocencia en “Orestes”.

[En “Las troyanas”, por cierto, hay una escena brutal donde separan a Astianacte, hijo de Héctor y Andrómaca, de su madre. Esa es, según Murray, p. 106, “la más desgarradora en la literatura trágica del mundo”.]

“Ifigenia en Tauris” cuando pide a sus compañeras de templo que la ayuden, dice (p. 306): “Mujeres somos todas. Un género que se ayuda mutuamente, con un amor común”.

Tal vez, como sugiere Murray, eso concluyo, Aristófanes defendía al poder desde la comedia y por eso atacó tanto a Eurípides (le colgó el milagrito de misógino, de cornudo, etc.) cuyas ideas, en varias obras, cito a Murray, van (p. 99) “contra todos los dioses y contra Atenas misma”. Eurípides se hartó de la incomprensión de su pueblo hasta que, según Murray (p. 132), “optó por el destierro voluntario”. No le interesaba ser comprendido, pues, sigue Murray (p. 151), “se sintió siempre en rebeldía contra las leyes de la grey”.

Eurípides, lo dicen rápido K. Macgowan y W. Melnitz, en Las edades de oro del teatro (FCE, 1964), fue (p. 43) “hombre absolutamente moderno en diversos sentidos, podría llamársele el primer realista y el primer feminista”.

Hay más, por supuesto, pero supongo que esto basta. Otro día hablaremos de las once comedias de Aristófanes, origen del malentendido.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

 

 

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