Desde la tierra caliente a Los Altos
Tercera parte
O tal vez no transitan por acá sino mediante aviones que desconocen nuestros excursionistas, o por el camino pavimentado que el gobernador Castellanos mandó construir desde Chacaljocom a Villa las Rosas, para llegar a Tuxtla vía la antigua San Bartolomé. Sea como fuere, opina Clarangélica, urge ya completar la autopista que desde Ocozocoautla habrá de pasar junto al aeropuerto central, y de ahí conectar con el ramal de San Cristóbal. Igual que con uno nuevo que tendrá que hacerse directo a Comitán, para agilizar el tráfico de la meseta, Carranza, Socoltenango y Tzimol.
Para su información, ahora, antes de bajar a Comitán, justo en la parte alta, luego de Chacaljocom, junto a una gasolinería nueva, a la izquierda se desprende el Libramiento Norte para evitar la ciudad y sus embotellamientos. Y hacia allá se dirigen, previo “consumo” de los espectaculares malditos, los de gobernantes y politiqueros que con mucha anticipación, y a ciencia y paciencia de leyes, órganos electorales y tribunales, contaminan el espectro visual. “Yo quiero tener un millón de amigos” reza el escaparate suscrito por algún partido de nombre Mover a Chiapas. Una fotografía inmensa se exhibe junto al nombre Fernando Castellanos. Juan José, que es quien conduce, explica que es el mismo a quien apodan Fercaca, nada menos que presidente municipal de Tuxtla. De ello coligen la ineptitud que le atribuyen, pues en vez de mejorar la infraestructura y los servicios de aquella ciudad, el erario municipal se dilapida en publicidad que nada tiene que ver con los tuxtlecos, a quienes supuestamente gobierna, junto con el Ayuntamiento.
Circundan entonces, efectivamente, la ciudad por el rumbo Noroeste. Descienden a la parte baja, húmeda y agrícola, en donde el propio libramiento los conecta con el antiguo camino carretero de Comitán con las rancherías y ejidos que la proveen: Quijá, San Francisco, San Isidro y San Miguel; San Rafael Jocom, Los Riegos y Señor del Pozo; Santo Domingo y Yocnajab.
Pero ya están en Río Grande, ranchería central del área, en donde Clara y Augusto recuerdan las casas hermosas, porfirianas, señoriales que bordean el camino, todas arquitectónicamente destacables; todas resabios de los “buenos tiempos” —dicen los comitecos—, mediados del siglo XIX y principios del XX: de cuando las casas de campo de los terratenientes finqueros, e incluso algunas viviendas grandes, correspondientes a los cascos viejos de algunas haciendas.
A la derecha, hacia el Oriente, quedan los caminos que llevan hacia La Independencia y Las Margaritas, cuyas calzadas por diferentes rumbos entroncan con la carretera fronteriza del Sur, la misma que bordea a la Selva Lacandona desde los Lagos de Montebello, hasta Chancalá en Palenque, pasando por Marqués de Comillas. La primera en las inmediaciones de la zona arqueológica de Chinkultic, después de La Trinitaria, y la segunda diez kilómetros antes de Amparo Aguatinta, después de los lagos. Recuerdos de ambos; de cuando apenas se construía y muy pronto se pone en marcha el almacén regional Conasupo-Coplamar de la antigua hacienda Guacanajaté, la mismísima Independencia.
El EZLN y la zona tojolabal.
Esto es definitivo: la carretera que ahora conduce a Altamirano y en general a la zona tojolabal, es de mejor calidad y señalización, en comparación con las del centro del estado. Algo tendrá que ver el activismo tradicional de los campesinos de la región, o el levantamiento del EZLN en 1994, o la radicación aquí, ahora mismo, de uno de los bastiones indígenas más arraigados de la organización insurgente. A la derecha los viajeros divisan una casa grande, formal y bonita —seguramente de algún antiguo finquero— convertida en la “Casa de salud Nuevo Amanecer”, o bien: Sna il poxetik sa Kubil Kinal, según leen en el dintel de la casa. Precioso mural ilustrado con la efigie mítica del Subcomandante Marcos, un arcoíris multicolor, campos cultivados, escena médica, pasamontañas y una estrella roja de cinco puntas, emblema de la organización.
Hacia arriba, hacia la montaña, aún observan pequeños pinabetales, manchones de vegetación conífera maciza, aunque predominan desafortunadamente, ganado, desmontes y cultivos. Reconocen el ejido Yashá de sus recuerdos y travesuras juveniles y, antes del desvío a Lomantán —otro sitio visitado y muy querido en los ochenta—, un anuncio por demás original los deja boquiabiertas. “Se vende cuch gordos, baratitos”, leen en letras blancas, fondo negro, sobre una tabla encaramada al poste de luz. Cuch, cochis, marranos.
La otra conducta extraordinaria que observan por el rumbo, precisamente desde Río Grande y hasta acá, inmediaciones de Lomantán y Bajucú, es su aseo público evidente y en especial algo pordios digno de encomio: la colocación de basureros colgados a postes, cercas y barandales; latas, botes y garrafones plásticos grandes, abiertos, amarrados aquí y allá, siempre en los puntos de mayor afluencia, dispuestos para evitar el reguero de basura en calles y caminos. Y no leen sobre ellos ningún anuncio de “basura aquí” o parecidos, como en las ciudades. Aunque al fin, estas son observaciones de citadinos que de pronto estimulan la buena voluntad y llenan de esperanza.
Retroalimentación porfas. cruzcoutino@gmail.com
© Casa del arco iris Ezln. Zona tojolabal. Las Margaritas, Chiapas (2017)
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