Definición de apéndice
En casa de la familia Orantes todo mundo definía al apéndice con el nombre del tío Eusebio. Por eso, cuando Amanda respondió a la pregunta de la maestra de química se ganó un cinco. Los compañeros de Amanda se botaron de la risa cuando ella, muy seria, respondió: “Es el tío Eusebio” a la pregunta de ¿qué era el apéndice? Ya luego explicó y también la maestra lo tomó por el lado amable y borró el cinco. Y esto era así porque la tía Elena, cuando decidió separarse del tío Eusebio, después de una relación de treinta y dos años, dijo que se divorciaba del “apéndice”. Los hijos se sorprendieron ante la noticia y Eugenio, hijo mayor, preguntó por qué le decía así a su papá. La mamá, sirviendo café a una taza que ofreció a María Elena, hija menor, dijo, con una sonrisa de rata de alcantarilla: “Porque todo mundo puede vivir sin apéndice”. Y luego, limpiándose la comisura de la boca, donde aparecía un hilillo de saliva, dijo: “Mi matrimonio se resolvió entre puro órgano. ¡Qué feo! Al principio, tu papá fue mi corazón, no podía vivir sin él; ya luego se convirtió en un hígado, por todo se enojaba y por todo me enojaba; pero, de un tiempo a la fecha se volvió tripa y todo lo fue haciendo caca, por eso, ahora sé que ya se convirtió en un apéndice y decidí mandarlo al carajo, porque sé que puedo, perfectamente, vivir sin él”. Y se limpió las manos como si eliminara restos de polvo. Y se divorció y el “apéndice” tuvo que dejar la casa.
Una mañana, mientras la tía Elena barría el pedazo de banqueta frente a la casa, vio que Amanda bajaba del autobús, de regreso de la escuela. Amanda se quitó la mochila de detrás de la espalda y la cogió con una mano y con la otra saludó a su tía. Llegó, la abrazó y tomó la escoba y se puso a bailar a mitad de la calle. Cantando dijo: “A que no sabés, a que no sabés. El tío ya tiene otra vieja, ya pescó a otra vieja”. Dejó de cantar y bailar y le dijo a la tía Elena que su mamá le había dicho que el viejo Eusebio se había “rejuntado” con doña Paula, la que tenía un puesto de venta de fruta en el mercado. Sí, dijo la tía, conozco a la Paulita. ¿Se juntó con el “apéndice”? Pobre, sus últimos días los pasará en el infierno.
Y en cuanto supo la noticia, la tía dejó de decirle apéndice al “apéndice” y lo bautizó con el nombre de “Íleon”, que es la parte que conecta el intestino delgado con el grueso, dice que el tío es como la antesala donde todo se vuelve caca.
Pobre tío. Pasó de corazón a albañal del cuerpo. Pero, dice la tía, él bien se lo ganó.
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