Pobreza y elecciones
Chiapas continúa encabezando la lista de las entidades donde habitan las personas más pobres. Diversos mecanismos de medición de la pobreza así lo señalan, incluso la SEDESOL ha reiterado que es en Chiapas donde existe mayor pobreza. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) reveló en su último informe que Chiapas cuenta con el 76.2 por ciento de su población en situación de pobreza, lo que equivale a 3 millones 961 mil habitantes.
El dato, de por sí dramático y preocupante, cobra mayor relevancia en tiempos de elecciones como los que vivimos. La pobreza no ha podido ni ha querido ser erradicada por los sucesivos gobiernos que ha padecido Chiapas. Ya es incuestionable que la situación de pobreza es la que permite que al gobierno arriben las peores personas emulando a Norberto Bobbio.
En tiempos de elecciones la pobreza se convierte en objetivo fácil de abiertas o disfrazadas campañas políticas. Los servicios que deberían satisfacer los derechos humanos de naturaleza social son llevados a los barrios, colonias y comunidades como regalos o favores de los gobiernos municipal y estatal, además de los políticos en campaña.
Los munícipes que buscan reelegirse construyen pequeños tramos de calle para conseguir la simpatía de los beneficiados, otros regalan tinacos de almacenamiento de agua a aquellos lugares donde no hay agua potable, y otros más llevan servicios médicos para practicar mastografías. En otras palabras, el disfrute de los derechos humanos a cambio del voto.
Además del tráfico político con los derechos humanos, las condiciones de pobreza en que vive la mayoría de la población impide la decisión libre a la hora de ejercer el voto, puesto que el mismo se encuentra condicionado por el dinero o los regalos recibidos.
Sería diferente poder decidir libremente el sufragio sin tener la necesidad del cobro por el voto. Cuando la pobreza se erradique y todas y todos podamos disfrutar de todos los derechos humanos, es decir cuando todas las personas disfrutemos de agua, salud, educación, alimentación y trabajo, entonces los políticos tendrán que competir únicamente con base en sus propuestas y proyectos. Ya no podrán traficar con la pobreza y las necesidades de supervivencia.
Mientras tanto, municipios como San Juan Cancuc, Chalchihuitán, Aldama o San Andrés, por mencionar algunos de los más pobres, continuarán sufriendo la imposibilidad de disfrutar de sus derechos humanos, y esperando que solo en los periodos electorales los políticos les lleven servicios médicos como parte de sus campañas políticas para obtener el voto.
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