La vox populi…sabiduría popular
Guardando las debidas proporciones, considero que los dichos o refranes populares traen consigo un acervo cultural y a la vez científico; lo digo porque la base de la ciencia es el método científico que en resumen es obtener conocimiento a partir de la comprobación de una teoría o idea con experimentos u observación. Pues para mí, los refranes consagrados han pasado por ese proceso, sin que forzosamente se encuentren publicados en una revista científica, porque son producto de la capacidad de observar, comprender la realidad y estructurar en palabras simples, experiencias que sin dudarlo pueden ser adoptadas por la mayor parte de las personas.
Ahí reside la grandeza de la sabiduría popular, en la sencillez del concepto que encierra un común denominador. Uso esta introducción porque, así como es posible, de la vox populi, obtener frases indiscutibles de sabiduría, es viable a través de ellas comprender el comportamiento humano y pronosticar su actuar. Para este ejercicio me permitiré usar algunos refranes o frases célebres para entender qué pasa con nuestra sociedad.
«Si hay un idiota en el poder es porque los que lo eligieron están bien representados»
Apparício Fernando de Brinkerhoff Torelly Brasil, 1895 – 1972.
Idiota es un término muy altisonante, usado regularmente para insultar, pero la Real Academia Española prefiere definirlo como una persona “corta de conocimiento” y a ese significado quiero referirme. No se necesita mayor análisis para comprender que esta frase encierra una realidad de sociedades sujetas a sistemas políticos hegemónicos, por no decirlo en formas tan coloquiales como corruptos, abusivos e insensibles; pero es así, nuestra sociedad que hoy presume de ser informada y con pleno dominio de las “redes sociales”, sigue presa de su “corta definición” de la política.
Hace algunos días se hizo viral un video donde se aprecia a personas que acudieron a un mitin político quienes, al no alcanzar la respectiva despensa como retribución a la asistencia, decidieron llevarse las sillas que contrataron para tal fin; no me sorprendió, ya es un hecho reiterativo en este tipo de eventos, pero no se crean, “pasa hasta en las mejores familias” me ha tocado presenciar que personas consideradas de un estatus socioeconómico medio o alto, al acudir voluntariamente a este tipo de acontecimientos, sin acarreos pues, al final buscan llevarse algo, floreros, centros de mesa, lo que sea; con tal de no salir con las manos vacías.
“Contra el vicio de pedir, la virtud de no dar”. En quién cabrá la cordura cuando de pedir o de dar se trate, si tan solo pudiéramos entender qué, lo que “los políticos” dan y la gente exige de ellos, no es sino el mismo recurso que la población genera, si lográramos asociar qué, lo que debemos exigir de los políticos, son los resultados del uso adecuado de los recursos del pueblo y no dádivas compradas con dinero público que termina por no resolver una necesidad apremiante para el bien común; al contrario, frecuentemente, el principal uso de los financiamientos públicos es para la promoción de figuras públicas y la adquisición de los tan anhelados “regalos” que la gente espera al acudir a un evento político o para la compra del voto.
Me atrevo a decir que es nuestro concepto de política el que nos encamina a tener un comportamiento tan cuestionable como sociedad. La política se ha convertido en la forma más rápida de beneficiarse con el menor esfuerzo y sin invertir algo más que la dignidad.
Es común escuchar en estos tiempos electorales frases como “el que no transa no avanza” y como si eso abriera la puerta para actuar con libertad, todos buscan conseguir lo que sea, desde una despensa hasta dinero en efectivo, con tal de darle la oportunidad a los políticos de “mostrar el músculo” y al final vender, también, algo intangible pero más valioso que cualquier cosa que puedan recibir a cambio, el voto.
Entonces, qué beneficio puede resultar de una concepción tan limitada de la política, cuando de facto la supeditamos a un escenario sucio e indigno y sin más espetamos “todos los políticos son iguales”, por lo tanto, en nuestras palabras está la sentencia sobre nuestro porvenir. Del tamaño que pensamos a nuestros políticos, son las dimensiones con las que los engendramos.
Me pregunto entonces ¿cuándo dejaremos de escoger idiotas? creo que la respuesta está en la misma frase, cuando nuestro concepto de política tenga las dimensiones para pensar en líderes y formas de gobierno distintas, pero sobre todo cuando entendamos que nuestro papel como sociedad es la base para un ejercicio electoral realmente democrático y la participación ciudadana el impulso para la construcción de un sistema político más justo y menos corrupto.
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