Si fuera una casa
Heme aquí entretejiendo palabras para iniciar una travesía que he venido dibujando desde el año pasado, diversos motivos han dado la pauta para empezar a caminar en el mundo de los géneros periodísticos de opinión, a través de la columna que he nombrado Voces ensortijadas. Entre las motivaciones está leer a Damaris Disner, a Andrea Pérez Mendoza Sánchez, a Isabel Araujo, a Alonso Herrera, a otrxs compañerxs columnistas, entre ellos a algunos de mis maestros, escuchar a mi familia, a mis seres amados, ir entablando comunicación con estudiantes, leyéndoles, escuchándoles, motivándome a partir de sus corazones, sus gustos, los míos, sus tristezas y mis días de nostalgia.
El estímulo final ha sido el taller de escritura Entonces, escribo facilitado por Damaris Disner, un espacio colectivo para la reflexión; retomo uno de los textos que trabajé, con el cual inicio mi participación en este andar como un espacio de reflexiones, de posibilidad de dar opiniones sobre diversos temas de mi interés y que puedan ser del interés colectivo. Comparto con ustedes como primer texto de estas Voces ensortijadas, mi presentación, “Si fuera una casa”.
Me asumo como una casa que ha ido transformándose con el paso del tiempo, era pequeña, con ventanas entre abiertas, un jardín verde, colorido, una que otra habitación oscura, silenciosa… La casa ha ido modificándose poco a poco, el cambio ha llevado sus ritmos.
Ahora gusta de tener la mayor parte de las veces las ventanas abiertas, presta a escuchar sonidos diversos, aprender y desaprender de estos. El jardín sigue verde, más colorido, las habitaciones se tornas silenciosas, una que otra vez, dando paso al disfrute de ese silencio, necesario como un remanso de paz para el ambiente cálido y agradable.
La casa gusta de escuchar los bullicios de quienes habitan en ella y también llora sus silencios y tristezas, gusta de disfrutar a la familia canina que guarda un espacio muy especial en su interior.
La casa que siento soy ahora está ávida porque filtre la luz en ella, de degustar también los días cálidos, lluviosos y por supuesto, los días que se tornan un poco fríos.
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