Un futuro para Venezuela
Es difícil imaginar cambios tan drásticos como los observados en Venezuela durante los últimos años. Este país de América Latina, que estuvo involucrado en las primeras manifestaciones en busca de la Independencia colonial y que también, en el siglo XX, fue ejemplo de crecimiento económico desde la perspectiva modernizadora, hoy aparece como el peor modelo de lo que debe ser la política o prototipo de resistencia ante los poderes mundiales; posiciones contrastantes y difíciles de compatibilizar porque responden a los posicionamientos políticos de quien habla o las asume.
Ese país tiene similitudes con México por la relevancia y dependencia otorgada al petróleo, y también existen otras menos agradables como ha sido la corrupción que embargó a los gobiernos previos a la llegada del militar Hugo Chávez al poder. Arquetipo, con sus diferencias por supuesto, de los tantos gobiernos militares que surcaron los países latinoamericanos su gobierno significó, para muchos ciudadanos venezolanos, una esperanza en busca de la anhelada justicia social que parece ser un logro imposible en nuestra región. Sin embargo, no todo lo prometido siempre se cumple, y menos en política, y la redistribución de la riqueza solo se consigue con la creación de la misma. Y ello es el gran pasivo de los gobiernos chavistas, sin tomar en cuenta el crecimiento de la violencia y que no se circunscribe a la contemplada, con pesar, en las manifestaciones de los últimos días.
La autarquía pensada como solución a los grandes monopolios del poder económico solo se logra, aunque cueste visualizarlo en el mundo en el que nos tocó vivir, si existe una consolidada y ascendente producción interna, y ello no se ha conseguido, más bien se ha desmantelado. Para ejemplo el caso del cierre parcial de la fabricación de un producto tan básico en nuestro continente como lo es la cerveza. La Polar, la mayor industria de esa bebida en el país, ha disminuido su producción por falta de materia prima. Desabastecimiento de todo tipo de artículos visible si uno pasea por las calles de Caracas.
Ello no significa que los países más poderosos del mundo, donde la economía es fundamental para construir la capacidad de coerción o intervención representada por la supremacía militar, sean ejemplo de justicia social y redistribución económica. Y solo es necesario revisar lo que ocurre en Estados Unidos y el sinnúmero de organizaciones no gubernamentales dedicadas al reparto de alimentos para la gran cantidad de personas sin techo.
Es decir, Venezuela no es el modelo de la mayor ineficiencia para lograr la igualdad social, pero tampoco lo es para combatirla porque venezolanos de toda condición socioeconómica están emigrando de su país en busca de mejores horizontes para conseguir un futuro personal o que les permita, aunque con grandes dificultades para algunos, mandar remesas a sus familiares que siguen en su terruño. Aspecto que en México es perfectamente comprendido, como todo el mundo sabe por la presencia de tantos mexicanos en el vecino del norte.
Creo que tener presente a Venezuela sirve para recordar dos aspectos primordiales para el porvenir. El primero es que la corrupción tiene sus límites, pero no siempre las llamadas soluciones mágicas para erradicarla se corresponden a lo que “debería ser”. El segundo es que ni individuos, ni partidos, ni movimientos tienen, por separado, el remedio a los problemas de un Estado nacional y de sus ciudadanos. Tampoco apelar a la democracia como palabra legitimadora del gobierno de Maduro o de la oposición al mismo recompondrá al país. Se está gastando de tanto usarla, como diría la canción, sin que se vea un real deseo de reconstruir al país por parte de los actores políticos involucrados.
Tengo presente a Venezuela, y a tantos venezolanos que he visto trabajar en su país y fuera de él en busca de un mejor mañana. Ojalá nadie se los niegue; ni siquiera ellos mismos.
Peor análisis de la situación en la Republica Bolivariana de Venezuela no puede haber, pensé que era, de parte del grupo de intelectuales, presidentes y expresidentes de derecha que han estado colaborando para hacer fracasar una propuesta de gobuerno.
«Zapatero a tus zapatos» reza un dicho popular muy sabio, hablar porque tengo amigos venezolanos, no me exime de estudiar a profundidad la realidad actual desde varias aristas.