La Tonantzin y una mujer indígena candidata del CNI
“Si la reina de México es una mujer indígena: ¿Por qué no una mujer indígena como candidata a la presidencia?” Así reza la consigna de los nahuas de la mixteca poblana en voz del Maestro Filo Zitlalxochitzin, para apoyar la legitimidad de la propuesta de una mujer indígena como vocera y candidata independiente del Congreso Nacional Indígena (CNI) para las próximas elecciones federales de 2018, para elegir al/la presidente/ta de México.
El estandarte con la imagen de la virgen de Guadalupe enmarcada por dos serpientes, que evocan a la figura de Ometeotl (la dualidad creadora), cuyas fauces dan forma a una matriz femenina en donde se escriben las iniciales del CNI de la que emerge la virgen guadalupana, se ha vuelto familiar en diversas actividades del CNI y en los encuentros zapatistas. Dado su gran tamaño y por la fuerza del mensaje que envía, el estandarte no pasa desapercibido.
Esta imagen no hace referencia sin embargo, a la virgen de Guadalupe como advocación mariana, sino que por el contrario, es una reivindicación a la Tonantzin-Guadalupe de matriz cultural mesoamericana. El estandarte que porta el maestro Filo retrata a la Tonantzin diosa ancestral que les fue despojada a los ancestros.
En la lucha de su pueblo, afirma, se reivindica a Tonantzin como “Nuestra Venerada Madre, la Tierra”. En sus propuestas hay un énfasis a nueva época: “es el tiempo de los pueblos”, que refiere “al retorno de lo femenino”. Con ello emite mensajes que están en contra de del capitalismo patriarcal y neoliberal y convoca a “descolonizar a la Guadalupe”.
En el planteamiento del maestro Filo Zitlalxochitzin (que puede leerse en numerosas publicaciones en su muro del Facebook: Mazehual Quintos) “La Guadalupe no es mestiza” y tampoco es producto de un sincretismo religioso. La propuesta desafía al culto mariano y toma distancia de los discursos nacionalistas guadalupanos, como el concepto decimonónico de la virgen de Guadalupe como “madre mestiza” “reina de México”; instituida con su coronación realizada el 12 de octubre de 1895; fecha por lo demás simbólica que en aquellos años celebraba el mestizaje.
En su perspectiva, hoy la Tonantzin emerge como un símbolo de la resistencia indígena, como un referente espiritual femenino de descolonización, y lo hace pertinente y lo articula con la figura de la vocera-candidata del CNI que deberá recorrer caminos y procesos. En su punto de vista se asiste a un momento de cambio de paradigma, en el que los pueblos indígenas están llamados para detener la destrucción de México.
En tanto que los territorios de los pueblos indígenas están bajo el asedio y el acoso de los proyectos de muerte, de las mineras, petroleras y muchos otros que contaminan el agua y amenazan la vida, por lo que se han propuesto salir a su defensa. En este sentido, la lucha del CNI apuesta por defender la vida y los territorios, y con ello a México y a los mexicanos(as).
La emergencia del estandarte de La Tonantzin en esta coyuntura, anuncia un cambio de gran trascendencia en el país. Y es que cada vez que la virgen de Guadalupe ha tomado las calles con un sentido político (y no sólo religioso), México se transforma.
Así ocurrió cuando zapatistas ingresaron a la ciudad de México en 1914, en esa ocasión miembros de la infantería zapatista portaban un pendón de la Virgen de Guadalupe. Respecto a este recorrido: “Cuando la infantería zapatista desfiló, en breve, pudieron verse dos portaestandartes. Un clamor intenso se escuchó: ¡Ahí viene la Virgen india! Guadalupe o, en un manifiesto en náhuatl del Ejército Libertador, Tonantzin: To-tlaltipac-nantzi, mihtoa Patria, nuestra madrecita tierra, se dice Patria. El desfile continuaba grandioso y resurgían las banderas empuñadas por generaciones sucesivas, sólo que ahora tremolaban por los olvidados.” (Adolfo Gilly, 2014).
El maestro Filo Zitlalxochitzin es hablante de náhuatl. En su comunidad Huitziltepec en la zona mixteca del estado de Puebla, dirige un templo guadalupano no católico instalado sobre una pirámide que la comunidad construyó, que lleva el nombre de “Caracol que canta al Universo”. Además él es “el rector y el conserje” de la Escuela Autónoma Emiliano Zapata que ha instalado en su comunidad.
El estandarte de la Tonantzin ha caminado muchos kilómetros del país, pero no lo hace en las peregrinaciones religiosas del 12 de diciembre, que celebran a la virgen guadalupana. Su recorrido está en las marchas y movilizaciones en los reclamos de dignidad y justicia. En el mes de diciembre pasado la marcha del estandarte de la Tonantzin se dirigió hacia los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl y hacia el cerro del Tepeyac, pero no a la Basílica de Guadalupe, arribando a la ladera de la montaña, al alba del solsticio de invierno del 21 de diciembre, renovando y revitalizando la memoria colectiva de cultos ancestrales.
Como parte del CNI el maestro Filo incorpora sus propuestas dentro de los reclamos del movimiento indígena. Propone a la recuperación de La Tonantzin como parte del programa político indígena de reconstitución integral de los pueblos, en donde lo
espiritual forma parte de la agenda. Descolonizar a la Guadalupe y recuperar a la Tonantzin está inscrito en ese proyecto.
Para el maestro Filo ya se mira el horizonte y en esta coyuntura prevé un “levantamiento indígena no violento”, y apuesta su entusiasmo a la mujer vocera-candidata y al Concejo Indígena de Gobierno y los procesos que habrán que decantar en las próximas tareas que les espera, en la búsqueda de adhesiones para la postulación de la vocera como candidata independiente. Pero, sobre todo por el desafiante recorrido que habrá que realizar el Concejo Indígena de Gobierno, por los caminos sinuosos de las resistencias indígenas que hoy se organizan frente a renovadas embestidas del capital y las violencias que lo acompañan.
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