Definición de visita
En Comitán, la palabra visita se utiliza para designar el acto (Juanita está de visita) y para nombrar a quien realiza el acto (¡Ya llegó la visita!). Hay pocas palabras que tengan esta doble capacidad, donde el verbo (Juanita visita París) se convierte en el sujeto (¡Mi visita ya tiene tres días en mi casa y no se va!).
Aurelio dice que todo mortal está de visita en el mundo. Es una idea común. Aurelio dice que, sin importar el lugar de residencia, todas las personas están de visita, porque la vida es sólo para un rato. Cuando Aurelio comenta eso, a veces, reflexiona en que dicha visita temporal (el tiempo que dura la vida) tiene vacíos en los extremos: el de antes del nacimiento y el del instante de la muerte. Dice que la visita cotidiana; es decir, la del viajero que llega a otro lugar, da esa sensación. Quien, de visita, fue a Cancún el pasado fin de semana, tiene la impresión de que la vida se concentra en ese instante. Trata de olvidar los problemas y asuntos pendientes que dejó en su casa; es decir, trata de meterlos en una bolsa para que se pudran adentro. Cuando debe regresar a casa lo hace con pesar, como si no deseara que tal lapso terminara. Cuando alguien refuta la idea de Aurelio y sostiene que el regreso jamás significa volver al vacío, él sostiene que la vida no es más que un vacío infinito. ¿Quién -pregunta él- iría de visita sabiendo que deja su paraíso?
Visita implica insatisfacción o necesidad. Nadie va de visita por placer. Quien viajó a Cancún la semana pasada lo hizo no por placer, sino por necesidad e insatisfacción. El lugar donde radica no le satisface, por lo tanto necesita evadirse.
Aurelio dice que ese término de Viaje de placer es la falacia más grande. Nadie visita un lugar por placer.
Cuando alguien refuta la idea de Aurelio y le dice que sí existe placer en quien viaja para visitar su pueblo natal y abrazar a sus padres, él sostiene que, por encima de todo o por debajo, existe la necesidad y la insatisfacción. El hijo que viaja para saludar a sus padres ancianos no está haciendo más que demostrar su necesidad de afecto y la insatisfacción por la ley de la vida. Cuando los padres mueran, el hijo, como si se untara ungüento, dirá que, cuando menos, le cupo la satisfacción de haber visto a sus padres en la navidad reciente. El ser humano necesita pretextos paliativos para atenuar las grietas de una vida insatisfecha.
Todo mundo sabe que, como dice la sabiduría popular: El arrimado, como el muerto, a los tres días ya apesta. Quien va de visita ¡apesta más que un pescado expuesto al sol de una playa! Si como dice Aurelio, estamos de visita en la tierra, por eso la inmortalidad no es recomendable. ¡Apestamos! Por eso morimos. Hacemos daño a la casa que nos recibe.
Los mortales sabios reconocen que la vida es un lapso entre dos vacíos, entre dos nadas. Por eso, los sabios, nunca van de visita a otro lugar, jamás abandonan su solar nativo. Lezama Lima era muy reacio a los viajes. No le gustaba ser visita, ir de visita. Por eso nunca fue un apestado, como sí lo son todos aquellos que van de visita a casa de sus parientes.
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