De crímenes y futbol
En estos días en que continúan los asesinatos de periodistas, los muertos en las orillas de las carreteras, las fosas clandestinas, además de los crímenes contra líderes indígenas como ocurrió recientemente en Jalisco, se juega también la recta final de la liguilla del futbol mexicano para la obtención del campeonato de invierno 2017.
Es imposible que no coincidieran ambos sucesos porque la historia de muerte en México es cotidiana. Como lo han expresado muchas voces, el asesinato de periodistas es un atentado no sólo contra la libertad de expresión sino contra la sociedad mexicana en su conjunto. Un país, cualquier país, necesita una prensa libre. Le es indispensable al ciudadano común y corriente que no tiene más opciones a las cuales recurrir para obtener justicia. México posee un Estado Nacional que en teoría se gobierna a través de la separación de poderes, pero su régimen es presidencialista. La ciudadanía en general no tiene opciones ante el poderío del aparato Estatal sencillamente porque en la realidad cotidiana no existe la separación de poderes. ¿Ante quien se recurre para denunciar el atropello de cualquiera de los tres poderes? Ninguno hará nada sin la aprobación del poder ejecutivo. Lo único que queda como espacio de expresión es una prensa libre, tanto escrita como en la radio y en la televisión.
Hacemos crítica de la actitud de los Estados Unidos para con nuestros pueblos pero hemos de reconocer el valor que en ese país tiene la prensa libre. Solo con recordar casos como el de Water Gate que motivó la caída del Presidente Nixón bastarían para ilustrar el valor del periodismo para la ciudadanía. La prensa libre es ahora una esperanza ante el fascismo de Trump. No ocurre lo mismo en la Rusia de Putin, en donde la prensa está controlada. Y hay más ejemplos. Pero mal de muchos, consuelo de tontos. En México no deberíamos temer por los periodistas que escriben sobre los hechos que pasan en el país y por describir la realidad en la que nos movemos. Pero resulta que según nos dicen las estadísticas nuestro país es el lugar más peligroso para ejercer el periodismo. Los últimos asesinatos han conmovido a la opinión pública y la sociedad espera con ansiedad una respuesta honesta del Estado Nacional. Y lo mismo sucede con los líderes indígenas que defienden sus bosques, son recursos naturales, su patrimonio, de la voracidad sin freno de los que detentan el dinero. Hace solo unos días fueron asesinados dos líderes del pueblo Wixárica (Huichol) en Jalisco por un comando armado. Sus nombres: Miguel Vázquez Torres y Agustín Vázquez Torres, el primero Comisario de Bienes Ejidales de San Sebastían Teponahuaxtlan, poblado localizado en el Norte de Jalisco. El segundo, era hermano del Comisariado y promotor de los derechos indígenas. Ambos eran líderes muy respetados y conocidos por su entrega a las causas de su pueblo. No debían haber muerto pues eran jóvenes que frisaban los 30 y los 28 años, con una vida dedicada al servicio de sus comunidades.
Mientras los asesinatos se multiplican, mientras los periodistas siguen recibiendo seguridades de que se les protegerá, las balas de los asesinos no descansan y los estadios de futbol se llenan con un público ansioso de presenciar un espectáculo en el que ponen su confianza. Quieren creer que existe honestidad en los partidos y que el que pierde, es porque perdió en el campo de juego y el que ganó es porque ganó en el mismo terreno. Se anuncia el juego final entre los Tigres de la Universidad de Nuevo León entenados por el legendario y gruñón “Tuca” Ferreti y las Chivas Rayadas del equipo Guadalajara al frente del cual está el argentino Almeyda, un joven jugador que procede del River Plate. Ambos equipos tienen seguidores para los que el campeonato significa triunfar en sus propias vidas. Es un asunto por demás complejo, pero por ello llenan los estadios. Para miles, es un escape de una realidad brutal de frustración. Así que mientras se juega una final más del futbol mexicano ante estadios llenos, ¿seguirán cayendo las balas sobre las voces libres de México? ¿Cómo saldremos de esta pesadilla tan real que vivimos?
Ajijic, Ribera del Lago de Chapala, A 22 de mayo de 2017
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