Chiapas; falta de identidad política y desbandadas electorales
Dijo John Womack sobre nuestro estado: “A Chiapas no le ha ido bien en el México moderno. De todos los estados, es el más agrícola, el menos electrificado, el menos instruido, menos letrado y el más pobre.
De hecho habría que agregar que México -con todo y la violencia que rodea al país y las crisis económicas- se sigue modernizando; en todos los sentidos; pero Chiapas no parece que lo haga y lo peor; no hay evidencia que su clase política estuviera y esté urgida de encontrar un rumbo al desarrollo económico del estado.
El Neozapatismo es prueba de ello de ese rezago y falta de visión. Aparece en 1994 como una respuesta a nuestros problemas estructurales que han sido resultado del aislamiento estatal y el
abandono del Chiapas histórico; ese Chiapas que es rural y campesino y que además hoy en gran parte de su estructura socioeconómica, lo sigue siendo.
Ese es el primer lastre chiapaneco; el estructural; el que no le permite crecer económicamente al estado. Engloba aislamiento geográfico, lejanía de los mercados económicos importantes del país como la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, falta de empleo, productividad y un largo etcétera.
El lastre inmediato, el coyuntural; es la actual parálisis gubernamental. Deudas de gobierno, tanto a nivel estatal como locales, falta de obra pública, etcétera y la cereza en el pastel; la impunidad que se percibe. El problema es que esa parálisis e impunidad son ya largas coyunturas. Y no tiene visos de cuándo terminarán.
Cuando este sexenio llegue a su fin dicen unos que terminará. Los cambios son buenos y que bueno que estos vengan de un mandato constitucional; porque el gobierno actual no tiene ninguna simpatía por un cambio aunque sea de nombres en las cúpulas de la administración pública.
Pero yo francamente lo que me pregunto es la clase de herencia administrativa le dejará la actual administración estatal a la que la suceda. Y además si la futura administración solapará lo que esta administración solapó de la gubernatura sabinista.
Por eso, de continuar en Chiapas -que continuará; es lo más seguro- la espiral de pobreza y desigualdad en la que está sumida por la falta de visión de su clase política; lo que generen será un Chiapas que nunca supere en generaciones las brechas que lo separan del desarrollo que tienen los estados más ricos del país.
Lo cual en términos prácticos quiere decir que la conflictividad social en Chiapas –no su desarrollo- está garantizada varios años más; porque incluso habría que agregarle que la población chiapaneca en su mayoría es joven.
De igual manera si la brecha del desarrollo se ensancha, ni sueños de ver a Chiapas integrado a la dinámica productiva mundial. Solo
participamos -y lo seguiremos haciendo- en el escenario mundial como víctimas del saqueo. Ahí está la explotación minera actual como prueba de ello.
Por lo tanto la población estatal necesita al mismo tiempo casi de todo. Por ejemplo seguir abriendo escuelas de educación básica a un ritmo mayor a la media nacional, más vacunas que varios de los estados de la nación e incluso más subsidios.
Por eso; si tenemos una clase política indiferente, resulta además de nuestro contexto particular de desarrollo; más difícil que la administración pública tenga prioridades particulares de inversión. En cambio; hoy todo es prioritario y como dice la sabiduría popular: “el que mucho aprieta, poco abarca”.
Así no alcanza ningún nivel de inversión pública por más cuantioso que este sea y además a ello súmele la corrupción.
Ahora bien; si no encajamos en la dinámica económica del México moderno; ese México que es desarrollado y que tiene un perfil productivo vinculado con la economía mundial o global; eso también nos da ciertas particularidades en los procesos políticos nacionales.
Nuestra historia política reciente; aquella que inicia en el año 2000 con la alternancia democrática no siguió ese camino de alternancia. Se estrelló con la falta de identidad política estatal.
Es decir; los mismos se cambiaron de camiseta política para ganar elecciones. Lo que es lo mismo; en Chiapas hemos experimentado una alternancia política disfrazada.
Los chiapanecos votan por la misma clase política que brinca de partido en partido porque no hay de otra. Ese chapulinismo asegura recursos públicos para campañas, puestos políticos etcétera y en consecuencia; seguimos votando por los mismos.
En ese sentido, todos los ojos de México están puestos en las elecciones del Estado de México. Donde el PRI y MORENA llevan una carrera parejera.
Lo que está en juego es la continuidad en el 2018 del PRI o veremos lo que nunca ha sucedido en este país; que la izquierda llegue a la presidencia de la república.
Ya el país se movió en el 2000 a la derecha y ahora veremos si lo hace hacia la izquierda política. Con ello la transición democrática mexicana vería un péndulo que se movió del centro político con el PRI, hacia la derecha con el PAN y ahora hacia la izquierda.
Ya la comentocracia nacional se pregunta qué pasará al día siguiente de las elecciones en el estado de México si la candidata de MORENA gana las elecciones, como muchos creen que así será.
Es obvio pensar que si esto es así, desde ese momento el PRI no cuenta para el 2018 y el PAN vería su oportunidad para ser apoyado por el PRI.
De hecho, habría que recordar que en el 2012, cuando Felipe Calderón vio que no “prendía” la candidatura presidencial de Josefina Vázquez Mota, decidió apoyar de manera encubierta a Enrique Peña Nieto. Si MORENA gana el estado de México, veríamos la misma coyuntura, pero ahora con el PRI apoyando al PAN.
Pero además el Presidente Peña Nieto perdería el control del proceso de sucesión, dentro de su partido claro está.
Dentro del PRD, la situación -como ya se está dando- sería de abandono de las filas de ese partido de la masa militante y varios dirigentes. No todos los dirigentes porque al sobrevivir el PRD, para sus dirigentes -los que no sigan a López Obrador- su permanencia en ese instituto político significarán acceso a prerrogativas electorales.
También, el gobierno de Peña Nieto se debilitaría aún más.
Pero a pesar de ello, no pasará a la historia como el primer presidente mexicano desde Pascual Ortiz Rubio, que renuncia a la presidencia. No lo hará a pesar de que en un contexto de desgaste político y falta de credibilidad ciudadanía lo debería hacer; como lo hace cualquier presidente de otras partes del mundo, que se desgasta.
Recordemos el caso de David Cameron del Reino Unido que ante el triunfo del Brexit tuvo que renunciar. Incluso, algunos adelantan las elecciones.
Pero la renuncia no está en el ADN de los presidentes mexicanos. Tampoco el procedimiento democrático de adelantar elecciones.
En Chiapas, debido a la falta de identidad política de clase gobernante; el hipotético triunfo de la candidata de MORENA, Delfina en el Estado de México solo nos traerá un efecto directo e inmediato: una desbandada impresionante de la militancia de otros partidos políticos hacia MORENA. Cuando a nivel nacional la desbandada solo ocurre con militantes y cuadros políticos del PRD que se pasan a MORENA.
Pero en Chiapas, políticos de todos los colores y todos los niveles querrán tener la bendición de López Obrador para cualquier puesto político.
Otra cosa será que AMLO de cobijo a todos. Y además cualquier acto corrupto tendrá que ser demostrado primero, sin olvidar de que cualquiera que sea pillado en ello; será expulsado del movimiento encabezado por López Obrador.
Saldo de la alternancia política en Chiapas; la falta de identidad política en nuestro estado propicia las “desbandadas” políticas. Con el probable triunfo de Delfina Gómez en el Estado de México, estamos a punto de ver este fenómeno político en Chiapas.
Pero si Delfina Gómez pierde, eso tampoco significa que sea el fin de las aspiraciones de López Obrador rumbo al 2018 y tampoco que el fenómeno de las desbandadas políticas no se llegue a presentar en Chiapas. Recordemos que hay dos candidatos en pugna política en el PVEM, uno de ellos formado en la política local y el otro entre los grupos fácticos del país. Por no decir que en el PRI local también hay un Senador que busca la nominación de su partido a la gubernatura en el 2018.
No hay cabida para los tres. El próximo gobernador será solo uno.
Chiapas y sus problemas de pobreza, de abandono y sus políticos sin visión no hacen más que recordarle al Estado Mexicano que es una nación de desigualdades y que eso lo hace un país frágil.
Si llega Delfina a la gubernatura del Estado de México, se incrementarán exponencialmente las posibilidades de Andrés Manuel López Obrador de ser presidente de México. Con el tabasqueño llegará el combate a la corrupción; ojalá y lo haga con las instituciones. Pero en Chiapas ese combate tendrá que esperar otros seis años, porque desbandada no permitirá acabar con la impunidad estatal.
Otra brecha que se sumará a las que ya sufrimos. Otro atraso más nos espera. Cuando el país entero clama cero impunidad. Y luego todos se preguntan porque Chiapas siempre parece como un polvorín a punto de estallar.
Por eso como dijo John Womack, nunca nos ha ido bien. Y con las condiciones actuales, tampoco nos irá bien en el futuro ni en lo económico ni en lo político.
Correo: geracouti@hotmail.com
Twitter: GerardoCoutino
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