Ahora autodefensas
Diversos medios de comunicación han reflejado en sus páginas la creación de autodefensas en Chiapas, o los desmentidos correspondientes de ciertos grupos respecto a su participación. Ahora no me interesa saber con certeza quién o no participa, o si unos sí y otros no. Lo que resulta preocupante es que en un Estado con una disolución social fehaciente y en crecimiento se conformen grupos armados que apelan a la ineficacia o inexistencia del Estado para atribuirse el ejercicio de la violencia.
Max Weber dio como uno de los elementos fundamentales de la constitución del Estado moderno el ejercer el monopolio de la violencia. No como forma represiva en un principio, como mucha gente podría creer o pensar dadas las derivaciones vividas en el planeta, y México no canta mal las rancheras para ejemplificarlo, sino como eliminación de muchos bandos violentos en busca de obtener la razón y el poder mediante las armas. Así el Estado sería el guardián de todos, por igual, en defensa de la igualdad y justicia. Ideal, se podrá decir lógicamente, pero hecho básico para el funcionamiento de un Estado.
Hoy, en Chiapas, aparecen grupos en el campo chiapaneco dispuestos a ejercer la violencia si es necesario, al menos hasta ahora, para protegerse de acciones ilícitas que no tienen respuesta por parte de las instituciones encargadas y constituidas para ello. “Guardias Civiles de Autodefensa” dice agrupar a pobladores de 11 municipios de las regiones Sierra y Costa. También en el ingenio de Pujiltic, municipio de Venustiano Carranza, ha aparecido un grupo autodenominado “Grupo de Autodefensa de Ejidatarios y Pequeños Propietarios”. Las imágenes de su constitución, al menos ante la opinión pública y que han circulado por distintos medios y en redes sociales, hacen hincapié en que su nacimiento responde a la inacción gubernamental, señalando al gobernador Manuel Velasco como responsable directo, y con la finalidad de defender sus tierras dedicadas al cultivo de caña de azúcar, algunas de ellas invadidas por miembros de la Organización Campesina Emiliano Zapata (OCEZ).
A la convulsa situación política y social chiapaneca se le agrega un nuevo elemento, el de la creación de grupos armados que ante la ausencia de Estado, y del cumplimiento de sus obligaciones, se lanzan a defender sus intereses. No cuestiono, y tampoco discuto, lo legítimo de sus reclamos y agravios, pero esta situación no deja de conmocionar debido que si ello se multiplicara los ciudadanos de a pie estaríamos entre fuegos de demasiados grupos armados.
En la Europa medieval y moderna, la presencia de colectivos armados al servicio de señores feudales era una constante. Ese fue uno de los motivos del surgimiento del Estado moderno para concentrar el ejercicio y monopolio de la violencia. Fenómenos como el del bandolerismo dedicado al robo pero también, en ocasiones, al servicio de los mejores postores para cumplir sus intereses fueron vistos, que no analizados, por Cervantes en El Quijote, cuando se encuentra con el famoso bandolero Roque Guinarda en la segunda parte de esa obra. La creación literaria, por supuesto, no tiene la obligación de interpretar lo que ocurría, pero la popularidad del fenómeno y del personaje permite al escritor reflejar ese hecho. Esa sí era realidad y no alucinación del “loco cuerdo” caballero de La Mancha.
A nadie le extraña que en Chiapas existan personas armadas, y tampoco que haya sido un hecho común su uso en ajustes de cuentas y venganzas, pero cuando se convierten en recurso para la defensa de ideales, intereses o injusticias, la sociedad en su conjunto es la que corre peligro. Entiendo el desánimo e impotencia ante la cierta o supuesta inacción de las instituciones estatales, pero los motivos y deseos dados para justificar la aparición de las autodefensas pueden diluirse y tomar otros caminos alejados de los que motivaron su nacimiento.
En México son demasiados los casos existentes de estas reacciones, y ello responde a los vacíos dejados por el incumplimiento de las obligaciones estatales. La violencia extendida en todo el país con manifestaciones de distinta índole muestra a una ciudadanía indefensa y hastiada, pero que en su mayoría no cuenta con mecanismos de respuesta. Las autodefensas pueden ser leídas como resultado de ello, aunque no siempre los remedios resultan los adecuados para sanar una enfermedad que se ha convertido en crónica.
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