Libertad de expresión en entredicho

El pasado sábado se vivió una situación que, por escandalosa y reprobable, no puede más que sacar los colores a cualquiera que desee vivir en democracia, si es que este concepto todavía tiene vigencia en los tiempos actuales.

La separación de un acto público de unos jóvenes que estaban cubriendo un informe político lastima a todos aquellos que deseamos y creemos en la libertad de expresión siempre, en todo momento y por encima de países, sistemas políticos o personalidad de gobernantes. Sin embargo, la reacción de las mujeres, mayoría en dicha actividad, muestra cierta esperanza para el futuro de una sociedad demasiado golpeada y agraviada con su realidad cotidiana.

Lo de menos es el acto donde se produjo, el partido o el personaje principal. En lo personal me tiene sin cuidado. El problema es que se impida a alguien expresarse o reflejar lo que otros piensan. El documento visual no es precisamente un ejemplo de virtuosismo periodístico, pero ello no importa porque lo principal eran las opiniones de las personas involucradas, las mujeres asistentes. Un directo que tiene esa virtud de la frescura, de las respuestas con rabia de personas indefensas ante la coacción.

Nehemias Jiménez y José David Morales Gómez, agredidos.

Reportar lo vivido, la opinión, no cabe duda que molesta a los involucrados, pero ser personaje público representa aguantar eso y más. Nuestras acciones públicas son tales porque pueden ser comentadas, interpretadas y, como no, criticadas. De lo contrario no serían públicas, serían privadas. Quien no entienda eso es que desconoce el concepto de público y mucho menos de servicio público.

Ya dije que el concepto de democracia tal vez sea hoy en día una utopía, y más cuando a nivel internacional el autoritarismo si impone en lugares impensables por ser los que construyeron ese concepto político. Por ello en países donde ha costado construirla resulta reprobable esa coacción a uno de los soportes de la democracia como lo es la libertad de expresión. Libertad para opinar sobre lo que se desee y con mayor razón cuando esa opinión se produce en un acto público.

Los periodistas chiapanecos no tardaron en reaccionar ante tal avasallamiento, y ello los honra. Ojalá siempre sea así. Ahora toca a la opinión pública manifestarse y debería ser también prioridad de los servidores públicos hacerlo. De lo contrario se pensará que este tipo de acciones son normales porque lo político se construye a través de la coacción.

Chiapas necesita opiniones libres, libertades de todo tipo, para dejar de ser referente de lo que no debe ser México. Los medios de comunicación han sido bandera de logros referidos a la libertad individual y la igualdad social. Por tal motivo cualquier coacción a ese ejercicio es un golpe para toda la sociedad y su futuro.

Ni asesinatos, ni coacciones tienen que impedir el ejercicio de un derecho humano que tanto ha costado lograr. Si se pierde empeñaremos el porvenir de las próximas generaciones que merecen vivir en su tierra, si lo desean, y no emigrar para conseguir un futuro mejor en lo laboral y lo personal. Y ello es imposible sin libertades fundamentales como lo es la de expresión.

Hoy toca posicionarse por la libertad de pensamiento y opinión, y ello nada tiene que ver con vinculaciones partidistas, del signo que sean. La libertad no tiene nombres, ni partidos, solo es un ejercicio individual que ha costado muchas vidas lograrse y nada, ni nadie, debe impedirla en Chiapas.

 

 

 

 

 

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