Visca el Barza: la Cataluña Profunda
En los ambientes de los aficionados al futbol se comentaba la eliminación del Barcelona de la Copa de Campiones de Europa después de perder 4 a 0 en París, el encuentro contra el Paris Saint Germain. Nadie creía posible la remontada de un marcador de ese tamaño. Mientras el partido definitivo se esperaba en el “Camp Nou” en Barcelona, en Acapulco Rafael Nadal perdía la final del torneo de tenis, el “abierto de Acapulco” ante un público que lo animó todo el tiempo. Ello contribuyó al pesimismo sobre el triunfo del Barcelona que, se decía, entraría derrotado a su propio campo, ante su público, ante Cataluña y ante España. “Milagro” es lo que se necesitaba, exclamaban los eruditos del futbol denotando su falta de confianza en el ser humano para transferir a la divinidad la voluntad de que algo sorprendente pudiese ocurrir. “Solo un milagro” –decían-puede salvar al Barcelona. No los jugadores mismos, sino un “milagro”. Por supuesto que los milagros no existen más que en la mente de los creyentes, lo que es respetable. La fe no se discute. Pero el pensamiento religioso impregna al mundo del deporte y el futbol no es la excepción. Es un tema que está por desarrollarse entre los estudiosos de la antropología del deporte y es importante ante un mundo como el que vivimos. En realidad el triunfo del Barcelona y cómo se dio es una hazaña deportiva, aún con la ayuda de los árbitros. Es también la crónica de un abatimiento, el del Paris Saint Germain, que no supo cómo conservar el triunfo. Para un antropólogo, tanto la derrota como el triunfo abren interrogantes sobre las sociedades que simbolizan los equipos contendientes. Más allá de la estrategia del entrenador del Barcelona, Luis Enrique, en cambiar la alineación y enfrentar al rival con 3 defensas, 4 medios y 3 delanteros, está la historia reciente de España y sus regiones, su búsqueda por articular la pluralidad política y cultural en un Estado Nacional que aún está en elaboración.
Desde la óptica de Francia, el resultado futbolístico nos traslada a los escenarios de una sociedad sorprendida ante la presencia en su propio territorio de quienes antes eran los dominados, los colonizados: argelinos, musulmanes, caribeños, que viven en Francia y la han enriquecido culturalmente. Más aún, la presencia de los inmigrantes nos hace pensar en la fuerza del simbolismo en las situaciones en que vive el mundo de hoy. Una Europa que no logra consolidarse como una unidad política y económica en cuyo contexto regresan los peligrosos nacionalismos que llevaron a Adolfo Hitler al poder. Con un discurso que es anacrónico triunfó el Brexit. Con un discurso que es anacrónico triunfó Trump, la extensión de Europa en tierras de América. Y con un discurso que es anacrónico tiene todos los visos de triunfar la derecha más peligrosa de Francia. A ellos alienta la derrota del Paris Saint Germain, que a sus ojos –en una suposición típica de la mentalidad fascista- es producto de la “decadencia de Francia” debido a los inmigrantes. En el otro extremo, la victoria del Barcelona alienta el pluralismo político español, el destierro de los ecos del franquismo que personifica Rajoy que aún con él en el poder, no borra el espíritu de esperanza de España por lograr un país mejor, una nación hecha de la pluralidad cultural que derramó su sangre cuando el traidor Francisco Franco encabezó el golpe de Estado que instauró una dictadura que al final fracasó en su intento por destruir lo que es el pueblo español: articulación histórica de corrientes culturales, como lo simboliza el Drago, el árbol de las muchas raíces y los muchos tallos. La profundidad del simbolismo lo encarnan equipos conformados por jugadores de todas las latitudes. En el Barcelona los menos son los jugadores de Cataluña. La delantera del Barza está conformada por brasileños y uruguayos, mientras su estrella rutilante es un jugador argentino, al tiempo que uno de los jugadores íconos es nada menos que manchego. Igual sucede con el Paris Saint Germain, en donde incluso juegan españoles. Solo las Chivas Rayadas del Guadalajara insisten en jugar con sólo mexicanos, nativos del país, aunque entrenados por un argentino. Están a punto de coronarse campeones en la liga mexicana de futbol que permite hasta 8 jugadores foráneos en las alineaciones de los equipos. Mientras veía el partido del Barcelona contra el Paris Saint Germain en un restaurante de Guadalajara, acompañado de mi hija Mariana y mi esposa Conchita, y mientras caían los goles en la portería rival y los tequilas más los gritos de asombro de los comensales animaban mi alma, pensé en mi propio origen como hijo de inmigrantes políticos, mi padre y mi abuelo materno, que en tierras mexicanas, en Chiapas, lograron lo que el Barza hizo: vencer a la adversidad del destierro y sobreponerse a la derrota. En sólo 3 minutos el Barcelona logró lo que se creía imposible: anotar tres goles, a uno por minuto. Así, antaño, en tiempos que hunden sus raíces en la historia mexicana, en sólo minutos, los republicanos españoles se volvieron mexicanos sin titubear, dándose a la tarea de unirse a un país que reconstruía su destino después de una revolución que costó millones de vidas. La huella de los republicanos españoles está en instituciones señeras como El Colegio de México, el Fondo de Cultura Económica, El Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), y en innumerables instituciones a lo largo y a lo ancho de México. Y cuando cayó el sexto gol del Barza, mientras sostenía el caballito de tequila y la algarabía se convertía en un río de risas y aplausos, volví mi pensamiento hacia Pedro Garfias y recordé su poema: “Que hilo tan fino, que delgado junco/ -de acero fiel- nos une y nos separa/ con España presente en la esperanza…/España que perdimos, no nos pierdas;/Gúardanos en tu frente derrumbada,/conserva a tu costado el hueco vivo/de nuestra ausencia amarga/que un día volveremos, más veloces, sobre la densa espalda/de este mar, con los brazos ondeantes y el latido del mar, en la garganta”
¡Vizca el Barza! ¡Viva España! ¡Viva México! ¡Vivan los Pueblos del Mundo! Y por qué no: ¡Larga Vida al Futbol!
Ajijic, Ribera del Lago de Chapala, 10 de marzo de 2017.
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