Chiapas ¿Cerrar la brecha o administrar la pobreza?
Riqueza, niveles de ingreso y consumo son las tres características principales que se estudian para conocer el bienestar. Ese bienestar puede ser de las personas, de los países o incluso de regiones.
Cuando se conocen esas variables; es cuando después se puede comparar los niveles de satisfacción o de acceso a satisfactores que alejan a los pobres de la clase media y de la clase alta y entonces tomar decisiones de políticas públicas para que se pueda como fin último, promover la equidad y la igualdad de oportunidades en cualquier país.
Esas decisiones son responsabilidad directa -en nuestro país- del Estado Mexicano y también de los gobiernos de los estados federativos. Pero históricamente México ha sido y es un país desigual o como afirman muchos: un país en donde conviven muchas desigualdades.
Hay un México exportador de productos tecnológicos, pero también estados o regiones que exportan solo productos primarios. Hay también estados que tienen algún nivel aceptable de estabilidad política, otros no la tienen. Hay incluso entidades federativas que tienen una economía articulada hacia las exportaciones y otras con la economía desarticulada.
Hay un México perfectamente comunicado y otro país con sistemas de comunicaciones todavía rurales y también con problemas de rehabilitación de infraestructura. Hay un México rico y un México pobre y también un México de la clase media.
La pregunta es ¿En qué México cabe Chiapas?
No exportamos productos tecnológicos, no tenemos estabilidad política a nivel municipal, el resto de México es urbano y Chiapas todavía tiene una estructura rural, cuando la competitividad y la productividad son generadas en las ciudades, sencillamente porque ahí se encuentra el sector servicios. Estamos arriba de la media nacional en cuanto a empleos informales y un largo etcétera que nos califica como una entidad federativa pobre y poco competitiva.
Además no somos una sociedad inclusiva y donde las políticas públicas generen o garanticen equidad. Cabemos en el México desigual, en el México de la pobreza, la marginación y en el de la sociedad que no es inclusiva.
Ahora bien; de manera evidente y por decirlo de alguna manera, el progreso es inevitable, como también lo es que la pobreza y la desigualdad se agudizan si no te atacan con acciones, proyectos y programas que sean efectivos y que además sean sostenibles en el tiempo.
Claro está que el progreso no siempre es lineal; hay retrocesos, impasses, rupturas. Como dicen los filósofos: no subestimemos el grado de destructividad e irracionalidad del hombre.
Por ello el modelo de desarrollo propuesto por Walt Whitman Rostow, tiene problemas de implementación. Rostow todo lo ve lineal; (sociedad tradicional-transición-despegue económico-madurez-consumo a gran escala). Aun así, su modelo sirve para identificar etapas de desarrollo económico.
Pero el consenso es que el progreso es una condición social inevitable. El asunto está en que dicho progreso -o desarrollo- tiene que ser tangible; es decir, deben gozarlo todos.
En ese sentido, Chiapas es desigual; es obvio que no todos los chiapanecos disfrutamos de una vida de acceso a todos los satisfactores sociales. Así ha sido desde que nuestra historia se documenta.
Lo escandaloso es que actualmente más del 75 por ciento de los chiapanecos tengamos algún nivel pobreza. Lo grave es que esa pobreza se sigue ensanchando.
Alfred Marshall decía que la importancia de la riqueza radica en su capacidad para promover la salud física, mental y moral de la población en general. Obviamente en Chiapas eso no sucede.
Si el progreso crece; también lo hace la desigualdad. Esa es la realidad y se llama “brecha del desarrollo”.
Recuerdo una anécdota jocosa o trágica; califíquela usted: un querido amigo, alto funcionario en el gobierno de Pablo Salazar, invita a varios amigos y a un servidor a ver un video francés. Un video en donde constructores franceses construían un puente casi de las mismas características que el que el gobierno del soyalteco edificaba y que se llamaría “Puente San Cristóbal”.
El puente francés casi se cae. El chiapaneco se colapsó.
Polémica aparte; a donde me lleva la anécdota es a lo siguiente: Nos daba orgullo saber que la tecnología era la misma; nos reímos de que a los franceses casi se les cae; pero mi sonrisa se congeló cuando -por el video claro- supe la función social de esa infraestructura gala.
Resulta que ese puente en Francia, era sobre una carretera que comunicaría mejor a las últimas dos comunidades rurales francesas que faltaban por acortar las distancias que la geografía las hacía separar. Con el puente reducirían el tiempo de transporte de cuatro a dos horas.
El puente Chiapas en cambio; comunicaría mejor a la primera y la tercera ciudad en importancia del estado.
¡¡Estamos en el siglo XXI y todavía necesitábamos comunicar mejor a dos de las ciudades más importantes del estado!!.
¿Ya se ubicó usted en el estado en el que vive?
Eso es precisamente la brecha del desarrollo, la distancia que nos separa de los países, los estados o las regiones más modernas o desarrolladas.
¿Qué detiene la desigualdad?, ¿Qué impediría que la brecha del desarrollo entre el desigual y pobre Chiapas y el resto del país -y también del mundo desarrollado- se siga ensanchando?.
Seamos claros: el entorno mundial impacta en las políticas públicas nacionales y estatales; si es favorable se realizan de mejor forma los programas, acciones y proyectos gubernamentales, e incluso el sector privado se desenvuelve de mejor manera.
Al contrario, si nos es adverso, las dificultades empiezan. Escasean los recursos públicos, comienzan los recortes presupuestales y el sector privado pierde competitividad.
Pero con todo ello, tal como cuando se dice que “la educación comienza en casa”; lo que hagamos o dejemos de hacer impacta en el bien común local.
En ese sentido, Chiapas no tiene fuentes de certidumbre en cuanto a la seguridad de que crecerá económicamente. No tiene certeza en que logrará cerrar la brecha que lo separa del México moderno, desarrollado, orientado a la exportación y competitivo.
¿Dónde están sus ritmos crecientes de inversión foránea o nacional directa?
¿Dónde están sus finanzas sanas; tanto las estatales como las municipales?.
¿Cuándo la dinámica económica ha garantizado empleo?.
¿Qué nos garantiza un acceso a todos los chiapanecos a un efectivo y eficiente servicio público de salud?.
Del resto de México nos separan brechas económicas, pero también sociales. Salud, acceso a educación básica, superior -y además calidad de ello- expectativas de vida, calidad del trabajo, etcétera.
Es decir, en cualquier dimensión del desarrollo que nos comparemos estamos casi siempre debajo de la media nacional y salimos siempre peleando los últimos lugares con Guerrero y Oaxaca.
Entonces, la pregunta inevitable:
¿Cómo cerrar la brecha que nos separa del desarrollo?
Evidentemente que no hay recetas mágicas. Pero es también evidente que hay países que han logrado crecer espectacularmente y lo han hecho en una sola generación, Corea del Sur y Singapur por ejemplo.
¿Por qué no puede Chiapas?
Porque su clase política no tiene visión y tampoco voluntad política. Es más, el presupuesto estatal tiene años que sigue inercias, no tiene hasta el día de hoy una función transformadora. ¿O acaso hay inversiones detonadoras del desarrollo?.
Varias coyunturas han pasado de largo y no las hemos aprovechado. El boom cafetalero, los precios petroleros altos, también los precios altos de las materias primas. Pareciera que -desde la periferia del desarrollo- Chiapas y sus habitantes solo sufriéramos los efectos negativos de todos los procesos industriales y de servicios que se innovan en el mundo.
Mientras el mundo habla del desarrollo de minerales de “tierras rara” para las industrias médicas, electrónicas, computacionales, de telefonía y también de “la minería inteligente” para abatir los costos de extracción; en Chiapas nos preocupa el saqueo mineral, la contaminación de las actividades minerales, los conflictos comunitarios con las empresas y el saqueo.
¿Y cómo no? Si la debilidad institucional provocada por nuestro atraso lo permite.
¿Cuándo hablaremos del impulso a cadenas productivas mineras asentadas en Chiapas?
Probablemente siempre terminemos hablando de saqueo minero.
El dilema estatal es la búsqueda de mecanismos que nos permitan cerrar la brecha del desarrollo que nos separa del México desarrollado. Hasta ahora la clase política solo ha administrado la pobreza.
La evidencia indica que lo ha hecho mal, porque no la han erradicado. La pobreza en Chiapas es un mal que ya parece endémico y parte de nuestro destino.
Parafraseando al Nobel de Economía Joseph Stiglitz en su obra “La Gran Brecha”, nuestros políticos han hecho que las desigualdades y la
pobreza chiapaneca sea el resultado de prioridades irresponsables y equivocadas.
Eligieron administrar la pobreza y no pensar en nuestro desarrollo. Todos sufrimos esas malas decisiones y pocos son los que las han tomado.
Correo: geracouti@hotmail.com
Twitter: @GerardoCoutiño
NI LA MENOR IDEA, DE LO QUE VIENE, HASTA LA CLASE MÁS ALTA LE TOCARA, ASÍ SE HA CREADO POR TODOS.
SERÁ DEMASIADO TARDE