Remesas y seguridad: la clave del conflicto México-Americano

La realidad supera a la ficción dice el clásico. Los mexicanos lo estamos sintiendo en carne propia.

Es el costo de años y años de oír, recibir y pensar de un modo chauvinista y patrioterista y de no poner las cosas en su justa dimensión.

Hay una película mexicana que habla de lo que pasaría si California se queda sin mexicanos. Llegaría el caos, porque los empleos que requieren mucho esfuerzo físico tendrían dificultades para realizarse.

Ello es cierto. Pero lo sería por poco tiempo.

Rápidamente los mexicanos en Estados Unidos seríamos reemplazados por chinos, hindúes, malayos, filipinos; etcétera.

¿No entran por la frontera sur mexicana muchos migrantes de todas partes del mundo, esperando llegar a la Unión Americana?.

Lo hacen por esta frontera, porque es una ruta más barata que la Canadiense.

Incluso, conociendo la xenofobia de Trump, el reemplazo sería de inmigrantes de Europa del Este.

 

¿Qué los detendría si faltaran los mexicanos?

Casi absolutamente nada. Rusia es la segunda nación del mundo -después de Estados Unidos- por número de migrantes económicos que recibe; la mayoría de los países que formaban junto con Rusia, la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas y también de los países que estaban en la órbita política de la ex potencia mundial.

¿Qué le impide a alguien que abandona su tierra y su hogar perseguir el sueño de una vida mejor?.

Nada. Aunque su destino quede un poco más lejos. Y en los hechos, hoy nada se lo impide, las últimas previsiones económicas hablan de una desaceleración económica en los países del este europeo esperada para este 2017.

La economía de Estados Unidos es tan rica, que se convierte en un atractivo para la migración de todas partes. La gente busca la riqueza, nos guste o no nos guste.

Si no hay mexicanos en Estados Unidos, habrá mano de obra que la reemplace y será rápidamente. Eso se llama velocidad del crecimiento.

La capacidad de la economía americana por reemplazar a estos trabajadores es rápida porque es rica.

Lo que no podemos reemplazar los mexicanos son las remesas.

Representan el 2.3 por ciento del Producto Interno Bruto. Para darnos una idea; Chiapas genera el 1.7 por ciento de la riqueza nacional según datos del INEGI.

Es decir, por volumen, entra más riqueza al país por remesas que lo que producen todos los habitantes de Chiapas en un año.

Cualquier estudio sobre su impacto en México dirá que el flujo de las remesas llega a los Estados del sur de México; Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Puebla; etcétera.

Que sus principales receptores son habitantes de las áreas rurales, con solamente la primaria terminada o trunca o incluso sin cursar y que buena parte de ellas es para el pago de deudas o simplemente para comer.

Incluso que la mayoría de las remesas llegan a México vía transferencia electrónica.

Seguramente esto hace que sea un buen negocio para las empresas -como Western Unión- que se dedican a este tipo de negocios, porque cobran un porcentaje sobre el envío de dinero.

 

Pero ¿qué pasaría si Donald Trump les impone un impuesto -que seguramente será adicional al que ya tienen en algunos estados- o las cancela o las bloquea como medida de presión para el pago del muro?

Recuerde que la realidad supera a la ficción.

Recuerde también que Donald Trump hasta el momento ha cumplido todo lo que ha prometido.

Tenga en cuenta además que las negociaciones entre México y gobierno de Donald Trump están prácticamente en un impasse, pero

que el presidente americano a través de la publicación de tuis, le impone la agenda política a un vecino más débil.

Esta es la clave. México es el país más débil en esta relación. Pero debilidad no significa sumisión.

Vamos por partes.

 

En materia de migración y economía, la fortaleza está en los americanos.

No hay que se ser ingenuos. En una negociación que involucra el futuro -aunque sea inmediato y coyuntural- de dos países, esta debe ser intensa, terrible, desgastante e incluso con amenazas hacia la integridad física de los negociadores. A todo seguramente se echa mano.

Es aquí donde aventuro un escenario en la negociación México-Gobierno de Trump.

¿Qué pasaría si al mismo tiempo que se incrementan los controles fronterizos americanos, Trump cancela las remesas?. No hay que darle muchas vueltas para imaginarse el escenario que resultaría de ello; hambre en México.

La ecuación es simple: Población de los estados de la república más pobres, más receptores de áreas rurales que usan las remesas para el pago de deudas y comer. Si falla la transferencia electrónica de las remesas; se cancela el modo de vida y en lo inmediato; habrá hambre.

Específicamente hambre en los lugares donde las remesas representan la base del ingreso familiar. Además del hambre, seguramente habría violencia. Violenta contra el Estado me refiero.

Cualquier negociador que se sienta fuerte y vea vulnerable a su enemigo, iría buscando el todo por el todo.

Cualquiera se sentiría pasmado si lo reciben en las negociaciones con esa posibilidad y conociera el efecto de esa decisión externa en su país.

 

Ahora bien; a pesar de ser el más débil, México tiene también una bala de plata para derribar al gigante. Esa bala de plata es -como ya se ha sostenido en varios debates- la seguridad nacional.

Una frontera es precisamente eso; un asunto de seguridad nacional. Hay en ella migración, asuntos de salud pública, contrabando ilícito; es decir cuestiones de orden económico y humano también.

¿Qué pasaría si México dejara de vigilar sus fronteras?

Recuerde que la riqueza está hacia el norte. En Estados Unidos, el vecino de México. Hay que tomar en cuenta que es el país más poderoso del mundo y por tanto es un país que tiene numerosos enemigos ideológicos.

Y si México deja de vigilar sus fronteras, el narcotráfico sería una actividad más fácil, bajaría el precio de las drogas en las calles americanas y el país se inundaría de narcóticos. Habría paso libre a terroristas internacionales que ahora usan la técnica del “Lobo Solitario” para ejecutar sus actos. Incluso no habría tampoco control sanitario sobre enfermedades transmisibles.

Es decir si México define una estrategia de agresividad diplomática, puede vencer a Donald Trump.

Sería como la guerra entre el “Perro y la Pulga” el perro es demasiado grande para defenderse y las pulgas son demasiadas y además muy pequeñas para ser aniquiladas todas.

El problema principal es saber que quiere hacer Peña Nieto y su equipo de trabajo, que han perdido las primeras escaramuzas ante un rival que se sabe más fuerte y grande y con una mejor velocidad de recuperación si toma decisiones aunque también lo afecten a su país.

Trump quiere a un México sometido, para imponer las condiciones de la futura relación bilateral. Lo más seguro es que muera el TLC y nazca una nueva relación México-Americana.

Pero esa nueva relación bilateral no puede ni debe nacer desde el sometimiento de México. Si hay inacción de las autoridades mexicanas

para detener los abusos de Trump, el gobierno federal no hace su trabajo.

 

Los escenarios para México no son optimistas y es hora actuar.

Atrás que quede la retórica. Trump irá por las remesas y ello para México significará hambre. Por eso México debe responder con asuntos de seguridad que ya no son nacionales, son binacionales.

Es ahora, o serán los cuatro años más difíciles para una generación de mexicanos que solo conoce crisis económicas, sumisión al vecino gigante y ninguna victoria diplomática en años.

Correo: geracouti@hotmail.com

Twitter: GerardoCoutiño

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