Definición de inesperado
¿Cuál es lo más recurrente en la vida: lo esperado o lo inesperado? ¡Claro! La estadística la gana la segunda palabra. Lo esperado se da en ocasiones contadas; en cambio, lo inesperado es cosa de todos los días. Es simpático pensar que el prefijo in hace que todo se modifique, es algo in-grato.
En un cuento de Esther Arriaga aparece un personaje que, cuando se presenta el conocidísimo genio, él no pide el clásico tesoro o la deseada vida eterna, sino el poder de cambiar lo inesperado a esperado; es decir, que dos minutos antes (siempre dos minutos antes) de que lo inesperado aparezca pierda su capacidad y se convierta en algo esperado; es decir, que lo oculto se revele. El propio genio se sorprende ante la petición de Yuzco (que así se llama el personaje) y dice que eso que él solicita es algo “inesperado”, nunca lo hubiera imaginado.
Lo que sí no resulta inesperado es la definición de tal palabra, pues cualquier diccionario explica que lo inesperado es “algo que ocurre de manera imprevista”. Casi todo en la vida es inesperado. Muchas personas dicen que lo interesante de la vida es precisamente eso: Si todo mundo supiera lo que va a suceder muchas cosas no sucederían; esto que parece una perogrullada explica por qué el futuro es inesperado y, esto lo sabe medio mundo, los seres humanos, más que vivir el presente, siempre están con un pie en esa grieta que llamamos porvenir. Por esto hay muchos que sienten temor ante lo que sucederá, porque el futuro es impredecible, en la mayoría de casos se cubre el rostro con la máscara de lo inesperado.
En el cuento de Esther, el genio concede a Yuzco el poder de volver esperado lo inesperado. Dos minutos antes de que el hecho inesperado ocurra se materializa en la mente de Yuzco. El genio explica que Yuzco tendrá el don de que lo inesperado pierda esa condición de impredecible; pero no podrá modificar el futuro. Le pone un ejemplo: Si él caminara por una cuadra podría saber que, dos minutos después, un ladrón aparecerá en un remetido. Yuzco no puede evitar que el ladrón aparezca, lo más que puede hacer es desviar su ruta. Al final, el genio le preguntó a Yuzco si había comprendido el alcance de su deseo y si insistía en poseerlo. Yuzco dijo que sí.
Pero, parece que tal don no es tan “genial”. ¿De qué sirve que lo inesperado se convierta en algo esperado?; es decir, ¿de qué sirve que lo no conocido se convierta en algo conocido?
En la tarde que el genio le concedió su deseo, Yuzco guardaba los documentos pendientes de la oficina en la gaveta superior de su escritorio cuando vio que Elena, la chica que desde siempre había rechazado sus insinuaciones afectivas, hacía lo mismo, pero lo hacía viéndolo fijamente. ¡Ella lo veía! Yuzco supo que dos minutos después ella aceptaría su invitación para ir a tomar café. Con una gran seguridad se acercó al escritorio de ella, hizo una ligera inclinación y le ofreció una rosa, ella sonrió, aceptó la rosa y dijo que sí, que estaría encantada de aceptar tomar café con él.
La velada fue transcurriendo de acuerdo a lo predecible. Yuzco veía todo con anticipación, con lo cual se cumplía su deseo de convertir lo inesperado en algo esperado.
Cuando terminaron el café, Elena se paró y se despidió, dijo que debía pasar por su hijo a la escuela de música, pero (por su poder) Yuzco supo que si insistía tantito, Elena aceptaría que lo acompañara a la escuela. El hijo resbaló en la escalera de la institución, Yuzco supo que Elena dejaría que él detuviera un taxi y los llevara al hospital. Yuzco supo que, como el departamento de ellos estaba a dos cuadras de la clínica, Elena aceptaría que los acompañara. Una vez que Elena acostó a su hijo, ella le ofreció a Yuzco un espagueti y una copa de vino. Yuzco supo que Elena dejaría que él la sacara a bailar, porque el ritmo de la canción de Kevin Johansen era muy estimulante. Yuzco supo que ella dejaría que él la besara en el cuello, que con la mano derecha le retirara la cinta del sujetador y le besara el hombro; y supo que ella cerraría los ojos, excitada, y dejaría que él, con el dedo mojado, le acariciara el medio del pecho, ese camino que divide y, a la vez, une las tetas; y, cada dos minutos, fue reconociendo que la velada tendría una maravillosa secuencia, donde las prendas de ambos fueron quedando tiradas en el pasillo de la sala al cuarto de ella, pero (¡maldito don!), a la hora que ella, ya dispuesta a recibirlo, le pidió un condón él supo que no llevaba. Elena se cubrió el cuerpo con una sábana y dijo la frase clásica: “Sin globito no hay fiesta”.
En ese instante, dos minutos antes, de que el hecho sucediera, Yuzco lamentó su don. Lo lamentó porque el desasosiego se apoderó de su mente y (todo mundo lo sabe) cuando la mente tiene una preocupación mayor, el pene no recibe la orden de ponerse erecto.
Elena no reconoció que Yuzco padecía por lo que iba a pasar dos minutos después. ¿Cómo iba a saberlo? Ella era una chica que recibía la vida con su carga inesperada.
La noche fue ¡un fracaso! Al día siguiente Rosa, en la oficina, se llevaba la mano a la boca y luego le preguntaba a Elena: “Entonces, ¿Yuzco nada de nada?”.
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