Morena y “morenos” chiapanecos, rumbo al 2018
A 18 meses de las elecciones, diversos políticos intentan montarse, mas que en la estructura de Morena, en la figura de Andrés Manuel López Obrador, porque intuyen que en Chiapas puede convertirse también en el gran beneficiario del descontento popular.
Pero nuestra entidad, la más pobre del país, se mueve a contrapelo de las dinámicas de decisión del voto del centro o norte de México. El flujo, el día de las urnas, tiene mucho que ver con los apoyos que se destinan a los sufragantes, mas que en cuestiones ideológicas.
No es para menos. El 76.2 por ciento de los habitantes está sujeto a la subasta de votos. Por eso, en esos filones de pobreza se registrará la verdadera batalla por la gubernatura. Y esa batalla será encarnizada y cara.
Muchos ciudadanos, sabedores que solo son importantes el día de la votación, tasan a precios desmesurados los sufragios.
En comunidades indígenas, como es el caso de Chamula, cada voto fue ofertado en el 2012 en 18 mil pesos, pagaderos en tres anualidades de seis mil. Para cumplir su promesa, el presidente necesitaba 300 millones de pesos, cantidad que no consiguió y deuda que posiblemente le costó la vida.
Esa tasación del voto se ha esparcido a las comunidades chiapanecas, y en ese mercado es muy difícil competir sin dinero o sin una cartera de apoyos sociales.
Morena no tiene esa capacidad económica, a menos que abandere como candidato a una persona que sea capaz de movilizar a las regiones más empobrecidas. Pero para eso hará falta dinero; hará falta despensas y promesas.
Disputarse el voto en la pobreza apelando a principios políticos es muy difícil, sobre todo por las prácticas mercantilistas electorales. Nuestro universo electoral, como dijo alguna vez Porfirio Muñoz Ledo, está compuesto sobre todo de láminas, despensas, acarreos y televisoras codiciosas.
En Chiapas, Tuxtla Gutiérrez es la única población en donde menos del 50 por ciento no padece pobreza, en específico el 43 por ciento, lo cual la hace más complicado el mercadeo del voto. Reforma y Tapachula, con 60 por ciento de pobreza, también se les dificulta a los prestidigitadores electorales.
El grueso de la gente, sin embargo, vive en 49 poblaciones en donde la pobreza abarca a más del 90 por ciento de los habitantes, con Aldama y Cancuc a la cabeza con un 97.3 por ciento.
La votación obtenida por Morena en 2015 fue de 92,608 votos (6.12 por ciento) y necesitará al menos de 650 mil votos para ganar la gubernatura. No es una tarea imposible, por supuesto, por la singularidad con que se desarrollan nuestras elecciones, y por el descontento de muchos habitantes.
Morena tiene como antecedente el Partido Verde que en la elección a gobernador de 2006 recibió alrededor de 80 mil votos, y 12 años después, Manuel Velasco ganó con un millón 343 mil 980 votos, un crecimiento de mil 500 por ciento, aproximadamente. Morena “solo” requiere multiplicarse en un 600 por ciento, lo cual es difícil, pero viable.
Por eso, Rutilio Escandón se come las uñas por presentarse por Morena a la gubernatura, pero hay otros que podrían subirse al carro de AMLO, como Zoé Robledo, quien hoy renunció al PRD y se declaró abiertamente «moreno», hasta Luis Armando Melgar, con eso que el Peje ya aceptó en su equipo al presidente de Fundación Azteca.
Buen texto estimado Sarely. Veremos qué tan descompuesta está la sociedad en Chiapas y cuánto vale la conciencia.
Un abrazo