El complejo de hacendado del político chiapaneco
Las marchas ciudadanas, inéditas en nuestro país, han logrado detener en parte el paso abusivo de funcionarios y legisladores en otras entidades, pero no en Chiapas.
Aquí no ha habido un gesto de reconciliación de los funcionarios y de los diputados con sus gobernados, porque no basta con anunciar disminuciones de sueldo, sino acciones concretas de mesura en el manejo de recursos.
El pueblo es sufrido y soporta las estrecheces económicas, siempre y cuando vengan acompañadas de decisiones contundentes de austeridad de los gobernantes.
Desgraciadamente, la clase política chiapaneca tiene el complejo del hacendado: apenas llega a un cargo público de cierta importancia y lo primero que exige es subirse a una camioneta Tahoe, Suburban, Cadillac o Lincoln, es decir, subirse al caballo del atropello.
En el subconsciente del político o política existe un mecanismo que relaciona a la camioneta con el caballo del cacique, dueño de haciendas y de vidas, y a ese ritmo frenético aspira a ejercer poder.
La muestra son la totalidad de secretarios del gobierno chiapaneco y de diputados —y diputadas— que galopan a diario en sus caballos de impunidad.
El político europeo, por ejemplo, prefiere el coche, por versátil, económico y por la cercanía que tiende hacia los ciudadanos. Es más, muchos, muchas, llegan a sus trabajos en transportes públicos o en bicicletas. Aquí es imposible tal gesto de austeridad, porque también es un gesto de debilidad.
En estos momentos, cuando la discusión y la preocupación nacional es el precio elevado de la gasolina, transportarse en una camioneta de superlujo debiera ser un crimen castigado con la expulsión del servicio público.
Pero no, nuestros políticos no solo usufructúan una camioneta para ellos, sino también para el transporte de sus hijos y de sus parejas.
Además, en ese deseo aspiracional del hacendado, tan pronto como saquean el erario, los políticos se hacen de un rancho que pasa a convertirse también en un elemento parasitario del estado.
Ningún funcionario chiapaneco ha renunciado a su camioneta o a sus vales de gasolina, y eso tendría más credibilidad que bajarse el sueldo o anunciar recortes en áreas fantasmas.
El Congreso del Estado paga once mil 600 pesos mensuales por un estacionamiento aledaño al edificio legislativo, según dio a conocer Sandra de los Santos en este portal, con la finalidad exclusiva de dar cobijo a las camionetas de diputados y diputadas, lo cual resulta innecesario.
En Chiapas, por la precaria situación económica, se necesitan más acciones que nos permitan creer nuevamente en la política como una acción ética y social conjunta de mejoramiento, pero eso tal parece que se le ha olvidado a nuestros funcionarios y a nuestros diputados.
POR HISTORIA Y EXPERIENCIA, LA JUSTICIA LLEGA TARDE O TEMPRANO POR DONDE MENOS ESPERAN, TODO TIENE QUE CAER, ASÍ SE LO HAN PROPUESTO TODOS.
TIEMPO AL TIEMPO.
TODO LO INDEBIDO, SE TIENE QUE COMPONER, ES POR LEY.