Peña Nieto, cuatro años perdidos ¿nos conviene que se derrumbe?
“Vivimos una situación de emergencia. No es tiempo de titubeos ni de querellas: es hora de definiciones y responsabilidades. No nos abandonaremos a la inercia. La situación es intolerable. No permitiré que la Patria se nos deshaga entre las manos. Vamos a actuar con decisión y firmeza”.
Esas fueron las palabras de Miguel de la Madrid Hurtado un primero de diciembre de 1982, cuando recibía la presidencia de México de manos de José López Portillo.
Con esa fecha se cancela el periodo proteccionista del modelo económico nacional y se inicia la era del neoliberalismo.
Pero treinta y cuatro años después, el país ve agotarse de nueva cuenta otro modelo económico y el mismo saldo: pobreza, desigualdad aguda y monopolios -antes el monopolio era el Estado y ahora son empresas privadas- que dominan la vida política nacional.
Con todo y que De la Madrid fue calificado como un presidente de resultados mediocres; la institución presidencial en ese momento era fuerte; no así al término de su periodo. Continuó siendo fuerte pero cuestionada con Salinas, Zedillo, Fox, Calderón; pero ahora con Peña Nieto, es fuertemente cuestionada y parece débil.
Y como no cuestionar la presidencia; si los problemas de México se acumulan y parece que no tienen solución.
La economía deteriorada y con signos de colapsar con la llegada de Donald Trump a la presidencia americana. Porqué además no hubo el diseño de un plan de contingencia que definiera los pasos a seguir por el país en caso de que ocurriera lo que finalmente sucedió.
Otro golpe es la salida de Agustín Cartens del Banco de México. Un presidente fuerte no lo hubiera permitido, así la racionalidad dicte que no pasaría nada si el presidente de Banxico se va. Percepción y realidad en la vida política mexicana es casi lo mismo. Se va por algo y no es el momento para retirarse.
Habrá que recordar sus palabras, porque México no estaba preparado para ver a Donald Trump como presidente: Donald Trump será un Huracán.
No está preparado por muchas cosas; por ejemplo México no tiene equilibrio fiscal. O sea la deuda pública crece respecto al Producto Interno Bruto. Pero además nuestros estados están endeudados y los municipios ni se diga.
Además; ¿Se acuerda del “Acuerdo de Certidumbre Fiscal” o “Pacto Fiscal” del 2014? en donde el gobierno federal afirmaba que no habría nuevos impuestos federales en México por lo menos hasta el 30 de noviembre de 2018 y que únicamente se realizarán ajustes al marco tributario en respuesta a eventos macroeconómicos sustanciales ante los cuales sea imperante realizar modificaciones.
Pues ya ocurrieron nuevos eventos políticos y macroeconómicos. Esos eventos son la presidencia de Donald Trump.
Porque además insisto; el gobierno federal ante Trump está paralizado.
A como están las cosas, apunte usted de que es probable que de manera directa o indirecta; los mexicanos tendremos que pagar el muro propuesto por Donald Trump.
Por lo menos ahora mismo, el gobierno federal ya debería estar usando los canales diplomáticos para decirle al gobierno americano electo lo que no va a negociar.
En lo político; la tragedia sin resolver de Ayotzinapa, los escándalos de corrupción, la cleptomanía de los exgobernadores perseguidos y la impunidad enrarecen un escenario futuro que Trump termina de complicar.
Eso y además las encuestas, el activismo de algunos gobernadores y secretarios de estado que suspiran y aspiran por la presidencia nacional, demuestra un asunto que no se puede ocultar; el presidente es débil, sin capacidad de maniobra y aislado.
No nos engañemos; ese activismo en busca de la presidencia de la república no es resultado de una democracia plena. Porque si así fuera, no tendríamos la sospecha de que son recursos públicos los que mueven una precandidatura.
O no me diga que cree que Margarita Zavala está gastándose sus ahorros personales y familiares recorriendo el país buscando ser la primera presidente mujer del país, o que la telenovela “La Candidata” no está realizada para sensibilizar al electorado -sobre todo aquel afín a este tipo de formato televisivo- o que el gobernador de Puebla Rafael
Moreno Valle recorre también el país y realiza promoción personal con el dinero de su salario.
En cualquier caso, no cuestiono la participación política; lo que cuestiono es que este activismo político, en las etapas de las precampañas, sea realizadas con recursos públicos y por políticos que por falta de ética profesional y personal, no renuncian a sus puestos.
Al permitir ello, fallan primero las leyes mexicanas y falla el otro muro de contención contra los excesos de la clase política nacional: el presidente.
Todo se le derrumba al presidente Peña Nieto. Pero no conviene a nadie que el país se le derrumbe.
No le conviene a ninguno de los candidatos visibles -y también a los todavía no visibles- que el país se le derrumbe. Cualquiera que sea quien gane las elecciones.
No conviene que reciban una patria con la economía hecha pedazos. No sería lo ideal que se recibiera un gobierno con una crisis política encima.
Es la hora de la sociedad civil. Es la hora que se imponga una agenda ciudadana a los candidatos y que empresarios, ciudadanos distinguidos, intelectuales, académicos y simples ciudadanos encontremos la forma y la fórmula para que se realice una agenda común y se enfrente la peor amenaza nacional: Trump y su frivolidad.
Todo desde la dignidad nacional.
Ante la emergencia nacional, recuerdo las memorias del padre fundador de Singapur; Lee Kwan Yew.
Autoritario pero lúcido y hábil; Lee Kwan Yew fue una leyenda y puede decirse que tiene la categoría de estadista y que también fundó una nación que pasó de la pobreza a la riqueza en solamente una generación.
Su leyenda nace a partir de una derrota; pugnó por la integración de Singapur con Malasia y perdió. Llorando ante las cámaras de televisión dijo que siempre recordaría ese momento.
Es decir su leyenda inició con una derrota. Peña Nieto no tiene la categoría de estadista que tiene Lee Kwan Yew. Es decir, de la victoria de Trump, que es la derrota de Peña Nieto, no podrá levantarse.
Lee Kwan Yew decía:
“Cuando gobiernas en democracia, para ganar votos y a tus oponentes tienes que prometer y dar más a tus electores, por lo que al final el gobernante se sitúa en el núcleo de un remolino de subasta interminable con un gran costo: el déficit y la deuda para la siguiente generación”.
Deudas y una clase política cleptómana es lo que precisamente heredará Peña Nieto.
Parafraseando a Lee, el remolino o el huracán Trump atrapó a Peña Nieto. Nos deja un legado de corrupción, de impunidad y de pasividad ante la emergencia nacional.
Todavía le faltan dos años. Serán poco menos de 730 días en donde todo se seguirá derrumbando. Nunca por menos desde la estabilidad mexicana, un presidente tenía un cuarto año de gobierno sin credibilidad.
Probablemente, el cuarto año era el mejor. Porque ya se habían desprendido de los enemigos, porque en el Congreso ya dominaba su grupo político y porque se preparaba para afianzar los mecanismos sucesorios.
Con Peña Nieto no es así. No tiene un gobierno con un gabinete cohesionado y no controla las ansias sucesorias de varios gobernadores.
Preparémonos para lo peor, preguntémonos quien abandera una causa ciudadana o comencemos a reflexionar sobre la manera de construir una. Peña Nieto no puede. Es hora de definiciones y responsabilidades otra vez.
Correo: geracouti@hotmail.com
Twitter: GerardoCoutiño
HASTA QUE NO EXISTA LA VOLUNTAD COMPARTIDA DE LOS CIUDADANOS, SEGUIRÁ IGUAL Y MAS PEOR AL FINAL, QUE A TODOS AFECTARA.
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