Fidel, el estadista

La muerte de Fidel Castro significa el deceso del último estadista. En el escenario político contemporáneo, los políticos profesionales han sido sustituidos por los buscadores de poder, signo inequívoco de la fusión del capital financiero y el orbe político. Justo en la segunda mitad del siglo XX, los jóvenes vieron en su contemporaneidad la oportunidad de cambiar al mundo. En América Latina, la que José Martí llamó Nuestra, la Revolución Cubana fue el primer aviso de las posibilidades de una transformación que buscaba la descolonización definitiva del planeta además de la sustitución de un orden ineficaz para proveer a los seres humanos de una vida digna. Fidel Castro, Ernesto “Che” Guevara, Vilma Espín, Camilo Cienfuegos y sobre todo el pueblo de Cuba, fueron la vanguardia de esa transformación. Fidel Castro significó para varias generaciones de jóvenes de Nuestra América, la posibilidad de construir un mundo mejor pero también de las dificultades que ello entraña. Lo dijo, y muy bien, Nelson Mandela: no es fácil el camino hacia la libertad. Al gran líder sudafricano le costó resistir en años de cárcel hasta que su insistencia tocó el alma del pueblo de Sudáfrica y logró su propósito de tomar las riendas del Estado para iniciar ese camino hacia la libertad. Tanto Fidel Castro como Nelson Mandela son el testimonio no sólo de un momento en nuestra época, sino de las luces y sombras que acompañan las acciones de los seres humanos en la búsqueda de una convivencia digna, plena para la creación y la realización de las virtudes y capacidades de lo propiamente humano. Varias generaciones de jóvenes latinoamericanos que hoy frisan los 70 años, vieron en Fidel Castro un rastro de luz, un punto de inflexión, que anunciaba el advenimiento de días mejores. Pero el mundo dominante, el Gran Dios Dinero, no dejó de actuar. El pueblo cubano fue objeto del mayor bloqueo que conoce la historia contemporánea. Fue aislado del mundo contra su voluntad. El nacionalismo de los isleños sostuvo la resistencia y el nombre de Fidel Castro se convirtió en insignia de la oposición contra la brutal embestida del capital financiero. Las paradojas de la Historia: el propio sistema imperial consolidó a la Revolución Cubana y a su liderazgo. La posibilidad de otro mundo que significaba la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas se convirtió en el apoyo que el pueblo cubano encontró para desarrollar su propio camino. Pero esto último estuvo lleno de escollos. Las propias herencias de la deformación estaliniana explotaron y el Sistema Soviético cayó. Los cubanos quedaron a merced del imperio. Pero resistieron. Ese contexto forjó al régimen. Forjó a un Fidel Castro que mantuvo el poder porque era la posibilidad viable de articular la resistencia e insistir en lo fundamental: cada pueblo tiene el derecho de escoger su destino, lo que en alguna época fue defendido por México a través de la Doctrina Estrada apoyada en el apotegma de Juárez: Entre los hombres como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz. Pero el capital financiero no entiende de razones: lo mueve el interés crudo -como el petróleo- de hacer dinero. Y justo cuando muere Fidel Castro -con sus luces y sombras a cuestas-llega al poder Donald Trump surgido de las entrañas más sórdidas del capital financiero, para regresar al mundo a los días más turbios de nuestra historia. Murieron también Leonard Cohen, el filósofo cantante que con su ¡Aleluya! nos alertaba a los jóvenes de entonces. Murió Rodolfo Stavenhagen, una voz crítica que sostuvo el faro de la reflexión en un contexto en el que el analfabetismo conveniente –Donal Trump y semejantes- es instalado en el poder. La oscuridad de nuevo. La búsqueda continua. Las regresiones en la Historia son posibles. El escenario de las nuevas generaciones en Nuestra América sigue siendo el mismo: nuestros pueblos no han encontrado el camino aunque siguen vislumbrando la luz al final del túnel.

Ajijic, ribera del Lago de Chápala. 10 de diciembre de 2016.

 

Un comentario en “Fidel, el estadista”

  1. Maria de Lourdes Urbina
    13 diciembre, 2016 at 12:52 #

    Estimado compa Andrés: Gracias por este artículo con grandes verdades y reflexiones, muy adecuadas a lo que tenemos alrededor, y a lo que hay que resistir y seguir en la búsqueda del camino no encontrado. Aún me falta para llegar a los 70´s, yo vi el rastro de luz que Fidel Castro nos iluminó y el que pensamos que vendrían mejores tiempos. Pero en caso de nuestro país, no fue así. Sin embargo, está la Resistencia con muchos que ya se organizan y se defienden y están resistiendo y lograrán llegar,
    Te envío un saludo salidario, alumna de tu querido padre, María de Lourdes Urbina Paredes.

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