Memoria de ciertas palabras, de cierta noche
Casa de citas/ 298
Memoria de ciertas palabras, de cierta noche
Héctor Cortés Mandujano
Karla Gómez, periodista, con incursiones recientes en el teatro, siempre ha estado pendiente de mis trabajos y, amablemente, cuando publico un nuevo libro o estreno una nueva obra teatral me hace una entrevista. Me envió varias preguntas por email (antes hablamos por teléfono) y me dedicó la plana completa en el Diario de Chiapas, donde labora. Se lo agradezco. Mi yerno me contó que al pasar por una calle de Tuxtla vio que un vendedor decidió poner el trabajo de Karla, con mi foto y mis respuestas, para publicitar el diario, en lugar de la portada o la página roja. Me honra el gesto. Comparto las respuestas que di a Karla (quité sus preguntas, pero las respuestas fueron resultado de aquellas), a propósito de mi nueva novela, la lectura, la escritura…
[Mil gracias a quienes fueron a la presentación, por su presencia activa, sus preguntas, sus risas, sus abrazos; porque supongo se la pasaron tan bien, como yo; por comprar mis libros y leerlos, por hacerme sentir querido…]
En memoria de las que hemos sido desdichadas es una novela breve, cuya protagonista (a quien generalmente llaman por sus iniciales: R. A.) es una joven criminóloga con dudas acerca de su identidad sexual. Alrededor suyo comienzan a ocurrir una serie de crímenes y en la investigación va encontrando que las personas que suponía conocer no son lo que aparentan.
Son 99 páginas y la idea surgió en mí hace varios años. Escribí esta novela hace, tal vez, siete-ocho años, pero no la había publicado hasta ahora. El título tiene que ver con el meollo central de la historia y es parte de una carta que una hija escribe a su padre. Curiosamente, cuando la escribí el título estaba en masculino (decía “desdichados”), pero una querida amiga (Adela Lagos), a quien agradezco en la publicación, como a varias y varios más que me ayudaron, me convenció de cambiarlo al femenino. Y me parece que fue una gran idea.
En la novela son muy importantes los padres de la protagonista. Puse especial interés en que el padre no tuviera ningún parecido conmigo, pero como escritor estoy en la piel de todos, tengo que identificarme con todos, soy todos: los hombres, las mujeres, las lesbianas y los gays (las, los hay en la novela), los niños, los asesinos y los muertos.
Leer no es pasar el tiempo sino vivir, decidir que esas horas que usamos para leer sean parte de nuestra intimidad con nosotros mismos. Leer, como escribir, son dos actos solitarios que nos hacen sentirnos acompañados por multitudes silenciosas.
Desde que empecé a escribir no he parado ni pararé, supongo: he publicado más de 40 libros y se han puesto en escena unas veinte obras de teatro de mi autoría. Aun así, tengo varios libros inéditos y varias obras que aún no se montan. Lo mío es una vocación que está ligada al modo en que entiendo la vida. En Tifón estamos publicando esta novela, pero ya está en marcha la publicación de una nueva, que saldrá en breve, y luego vendrá un libro más, y otro y otro. Para mí escribir es una bendita maldición, o una maldición bendita, como decía Clarice Lispector, y escribo todos los días, sin pausa. Nunca he pensado que escribir me reporte más que el goce tremendo que me causa. Escribo, pues, por pasión, por placer.
El nuevo libro está ligado, muy ligado a éste que presentamos. Se llama Los ojos del árbol y tiene como subtítulo La novela de R. A., porque es la personaja de En memoria de las que hemos sido desdichadas la que, a través de mi mano, la escribe. Es decir, uno de mis personajes escribe una novela, y me encantó escribir como si yo fuera otro (otra, en este caso).
[Mi querido amigo y editor, Juventino Sánchez, llevó sólo ocho ejemplares de la nueva novela a la presentación (esto lo escribo en el futuro de la entrevista y la presentación, que hoy son pasado), en un prodigio de velocidad, por cumplir mi caprichito –quería que la gente que fue conociera a ambas, porque son hermanas–, y volaron a las manos del público.]
Escribo porque no tengo otro remedio. Para bien y para mal (así como algunos nacen para futbolistas o políticos) nací para esto. Escribo inicialmente, decía, para mi más íntimo placer y, después, para compartir con las otras, los otros lo que nació, maduró y se hizo en soledad. Quiero que mi humanidad, a través de las palabras, de las historias, toque la inteligencia y los corazones de los demás, de los quienes decidan compartir conmigo su tiempo de lectura, es decir, su vida.
Contactos: hectorcortesm@gmail.com
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