Los nombres del viento
Casa de citas/ 297
Los nombres del viento
Héctor Cortés Mandujano
El jueves 10 de noviembre, a las 20 horas, en La Puerta Abierta, presentaremos mi nueva novela En memoria de las que hemos sido desdichadas. Ojalá, lector, lectora, quieras y puedas acompañarnos.
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El personaje que interpreta Ralph Fiennes en El paciente inglés (escrita y dirigida por Anthony Minguella, 1996) es un lector asiduo de Herodoto, y en una de las escenas cita los nombres de los vientos fantásticos que registró este llamado padre de la historia. Uno de ellos hace llover sangre y a otro, el simún, un ejército, incluso, le declaró la guerra.
Horacio menciona en una de sus Epístolas (Sepan cuantos No. 240: 1973; originalmente se publicó en 1599) dos nombres (p. 166): Aquilón, viento de mar, y Austro.
Juan José Arreola también habla de ellos en Breviario alfabético (Joaquín Mortiz, 2002) y nombra varios (p. 269): “Y es que también me seducen los nombres de los vientos: bóreas, noto, palabras que me habitaron desde niño. […] Y tenemos también el cierzo, el aquilón, el austro, y desde luego el mistral [que] sopla en las llanuras provenzales, nacido quién sabe en qué cañones apenínicos”,
En las notas al extenso poema épico Los Luisíadas (Biblioteca clásica, 1887), de Luis de Camoens, que en sí mismo es un libro, se puntualiza sobre los cuatro vientos que menciona el poema: Noto, Austro, Bóreas, Aquilón (p. 410): “Estos cuatro nombres, hablando con rigor, no designan más que dos vientos; pues Noto es lo mismo que Austro, y Bóreas es lo mismo que Aquilón”.
Está también el Cierzo, viento seco y frío, del que habla Agustín Lara en “Arráncame la vida” (“En estas noches de estío/ de duro cierzo invernal,/ se acercan al cuarto mío/ las quejas del arrabal”). Otro viento, el Terral, es el que sopla en la noche de la tierra al mar y lo nombra Serrat en su canción “Cuando me vaya” (“y a la grupa del terral, mi chalupa de blanca vela peinará el mar”) y Justo Sierra en su poema “Playera” (“Poemas mexicanos. De Riva Palacio a Tablada”, Cuadernos mexicanos 99, Año II, SEP): “Ya la marea, niña, comienza,/ ven que ya sopla tibio terral,/ven y careyes tendrá tu trenza/ y tu albo cuello rojo coral”.
Hay más, claro. En Wikipedia, una oda a la flojera, nomás para designar por orden alfabético la subcategoría “Vientos del mediterráneo” pueden leerse más de cincuenta nombres.
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En el Breviario alfabético, de Juan José Arreola, Javier García-Galiano (selección y prólogo) tomó de la obra de este imprescindible autor mexicano sus definiciones sobre una variopinta temática, y así nos enteramos que para Arreola (p. 19) “el amor sólo es un cuento que sirve para entretener a las criadas”; sobre sí mismo dice (p. 27): “Yo no he escrito una línea que no haya sido escrita antes que yo. Soy un eco”; mucho más adelante, cuando habla del lenguaje, insiste (p. 142): “No hay frase de nadie que no tenga mil antecedentes”.
Del artista opina (p. 33): “Creo que todo artista es un exhibicionista moral. Hay una especie de desvergüenza, de impudor”, y de internet (p. 128): “Fuera de los usos científicos y académicos útiles para la humanidad, corre el riesgo de convertirse en el basurero de la estupidez humana”.
Su larga disertación sobre la pastorela lo lleva a esta palabra (p. 195): “Precita, así, con c, es el alma que sufre. Las almas del Purgatorio son precitas”. Habla de una ocasión, cuando contaba a Alfonso Reyes sus problemas sentimentales, que éste le dijo (p. 224): “Yo no quiero que su vida de escritor acabe entre las piernas de las mujeres”.
En la palabra “sexualidad” hace esta reflexión (pp. 240-241): “Los amantes se unen físicamente porque es imposible la unión de las almas”.
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