Confeccionar un congreso feminista
Inés Castro Apreza
Imposible pensar un Congreso Feminista sin criterios inclusivos. Tal fue el punto de partida de un grupo de feministas independientes de la academia y de asociaciones civiles históricas al figurar este Primer Congreso Feminista de Chiapas que tendrá lugar del 21 al 25 de noviembre en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas.
Durante varios meses nos dimos a la tarea de contactar por diversas vías a todas las protagonistas de la historia contemporánea de los movimientos de mujeres en la entidad. Las redes sociales han sido muy útiles en esta tarea, desde luego, pero también el contacto visual y personal, el encuentro en las calles de las urbes, el recorrido por las comunidades. No faltará en estos días la antigua práctica de “volantear” y “salonear” para difundir del modo más amplio posible este evento. Para promover la asistencia de mujeres y hombres jóvenes al mismo.
Viene a mi mente una anécdota al respecto. La metáfora de los apostolados de la democracia con que hace tiempo una directora del Instituto Nacional Electoral (INE) definiera la incansable labor que un grupo de consejeras hacíamos en las comunidades, casa por casa, para convencer a mujeres indígenas que habían sido designadas funcionarias de casillas en primera y segunda insaculación –cargo que rechazaban por diversas razones- viene perfecto a todo lo que se ha hecho para poder llegar hasta aquí.
Se ha hecho una ardua labor para contactar a todas.
Y todas son todas: Todas las mujeres, todas las organizaciones, todas las vertientes del feminismo en Chiapas tenían al menos que ser invitadas. Y eso hicimos.
Eso intentamos hacer.
Gisela Espinosa (2009) refiere en su libro Cuatro Vertientes del Feminismo en México eso, precisamente, que son cuatro: feminismo histórico, feminismo civil, feminismo popular y feminismo indígena. Referente de lectura obligada para quienes estamos interesadas en conocer la historia del feminismo en México, este libro es, sin embargo, un punto de partida para pensar regional y estatalmente.
La confección del programa del Primer Congreso Feminista de Chiapas buscó entonces figurar maneras a través de las cuales se pudiese pensar en la labor que cada una de nosotras hace, desde los espacios públicos en los que estamos insertas, a favor de las libertades y los derechos de las mujeres, de todas las personas. Una confección que posibilitase pensar cómo nos definimos.
Y no es que con la definición sea suficiente, y baste y sobre, pero ponerle nombre a las acciones que en el día a día realizamos pensando en una sociedad diferente bien vale la pena.
Conocer y reconocer lo que hacemos, tanto las generaciones de hace décadas como las nuevas: qué, cómo, quiénes, con quiénes, para qué….
Será en tal sentido un Congreso histórico.
Un espacio en el que mucho de nuevo veremos.
Para empezar, y tomando siempre como punto de referencia el libro de Gisela Espinosa, los nuevos feminismos se leen de otra manera, con otros criterios y hasta con nuevas banderas y demandas. La lucha contra el acoso sexual callejero, el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, las expresiones artísticas y culturales, la afrodescendencia, las disidencias sexuales, la labor con niñas y niños, así como con jóvenes, migrantes, trabajadoras sexuales y mujeres en prisión son un botón de muestra de las nuevas luchas cotidianas.
Al ser un estado con la tercera parte de la población perteneciente a pueblos originarios, no podían faltar mujeres indígenas organizadas; al ser parte Chiapas de la “periferia” del país, no podían faltar mujeres campesinas o de movimientos populares. Ellas –como cada participante en este Congreso- definirán sus luchas bajo las enunciaciones que mejor consideren.
Y pese al enorme esfuerzo realizado, habrá que reconocer que cuatro días de encuentro y uno más de marcha no son, no serán, suficientes para dar cabida a todas las expresiones y las vertientes, pero se ha hecho lo humanamente posible para llegar hasta aquí.
Confeccionar este programa ha sido producto de una fuerte labor de diálogo y comunicación.
Sólo resta una esperanza: que nadie falte, quienes están en el programa y quienes, por alguna razón, no han podido quedar.
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