2017; Malos Presagios mexicanos y el camino de la pos-industrialización mundial

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Dice la sabiduría popular que si las cosas están mal; lo más probable es que antes de mejorar; se pongan peores.

El “efecto Trump” le pegará una sacudida a la estabilidad política y económica mexicana de pronóstico reservado; porque además todo indica que Peña Nieto, el presidente y líder político de nuestro país; es cualquier cosa, menos lo que el país necesita que sea en estos momentos: un estadista.

La vecindad entre México y Estados Unidos, el volumen de su comercio, la historia y la asimetría de las dos economías hacen que nuestro país haya sido, sea y seguirá siendo; la primer nación sobre la tierra que resienta los efectos de las decisiones políticas de su poderoso vecino.

El asunto es que esos efectos sobre México eran siempre de als decisiones de su clase política; ahora mismo con la llegada de Trump al poder también será de su clase política, pero avalada por los ciudadanos que votaron por quien es ya formalmente el presidente electo.

Si para el mundo el último cuarto de siglo ha sido de una libertad económica que derribó barreras comerciales internacionales; para México ha sido igual; pero esos años también han sido de la mayor dependencia económica con nuestro vecino del norte. Tanta dependencia, que el 80 por ciento de nuestro comercio exterior es con Norteamérica.

La búsqueda de la riqueza, tanto de manera personal con la decisión de millones de mexicanos de migrar, hasta de manera nacional con nuestro casi total comercio con Estados Unidos; le está jugando ahora una mala pasada al país. Le apostamos todo al mercado americano y ahora pagamos las consecuencias.

Pero esa esa libertad económica que hoy está en peligro; inició en Europa con Margaret Thatcher en el Reino Unido y con Ronald Reagan en Estados Unidos. Más de medio siglo del inicio de esas administraciones; el Reino Unido cierra sus fronteras económicas con el “Brexit” y Estados Unidos con las medidas que tomará Donald Trump en cuanto llegue a la Casa Blanca.

Con Thatcher y Reagan el mundo cambió, y seguramente con Trump también. El mundo cambió porque el neoliberalismo es el modelo económico que mejor se ha adaptado al fenómeno de la globalización. Precisamente con el neoliberalismo y la globalización quiere acabar

Trump, porque piensa que afectan los intereses de los ciudadanos americanos.

De Reagan y Thatcher hasta lo que pretende realizar Trump, el choque seguirá siendo tremendo y en poco tiempo. Citando a Alvin Toffler; y su obra premonitoria llamada “Future Shock” podría decirse que “los cambios abruman a las personas y además son demasiados cambios en muy corto tiempo”. Toffler creía que la acelerada tasa de cambio tecnológico y social dejaba a las personas desconectadas y sufriendo de estrés, desorientación y conmocionados.

Buena parte de Estados Unidos y del mundo se sienten así por el ascenso de Trump. Lo malo es que también nuestros políticos están así.

Ello es malo porque son quienes toman las decisiones transcendentales de la vida nacional y tal parece que Peña Nieto y su gabinete están sin saber qué rumbo tomar ante el ascenso de Donald Trump.

Esa es la realidad que se palpa.

El problema es que -y subrayo, porque el asunto es polémico- que a mi entender; no es el neoliberalismo ni la globalización lo que está afectando a los intereses de los americanos; lo que hoy los afecta, es la pos-industrialización. Con la pos-industrialización, la frontera de posibilidades de producción, se maximizan.

Ya en 1982 el australiano Barry Jones había escrito su obra “Sleepers, Wake! Technology and the Future of Work” donde afirma que la ciencia y la tecnología han cambiado la calidad, la dirección de la vida y lo han hecho mucho mejor que la política, la educación, la ideología o la religión.

A donde Toffler y Jones nos llevan, es a la sociedad pos-industrial.

Esta se ha definido o caracterizado por los siguientes aspectos: tiene más impacto en la generación de riqueza la prestación de servicios que la producción de bienes, el conocimiento es ya una forma del capital, la innovación hace crecer la economía, el trabajo en cadena, es decir del obrero, pierde valor ante la especialización.

Pero analizando particularmente Estados Unidos, Jeremy Rifkin publica su obra “El Fin del Trabajo. El declive de la fuerza del trabajo global y el nacimiento de la era posmercado”; donde sostiene que el desempleo en todo el mundo aumentaría a medida que la tecnología de la información eliminado decenas de millones de puestos de trabajo en las manufacturas, la agricultura y el sector servicios.

Rifkin dijo que la automatización provocaría un impacto devastador entre los obreros; y una pequeña parte de privilegiados, a los que llama “trabajadores del conocimiento” aprovecharán los beneficios de la alta tecnología, la clase media estadounidense se reducirá y el lugar de trabajo cada vez más estresante.

Al proceso de pos industrialización, a lo escrito por Alvin Toffler, Barry Jones y Jeremy Rifkin; habría que agregarle que China, Rusia y Japón son competencia de Estados Unidos.

Es decir; si Estados Unidos se aísla, lo hará de la etapa histórica mundial que está en sus inicios, pero además hay competencia -y sobre todo de China- que está al acecho de ocupar la supremacía mundial, cancelar la “Pax Americana” e inaugurar la era de la “Pax China”.

Ese será el nuevo escenario mundial, pero por lo pronto el 2017 será un año crucial, sobre todo para México.

¿Ya para qué hablar de nuestra endémica pobreza y desigualdad, si el futuro sigue sombrío?.

Es más, cada vez la expectativa de crecimiento de nuestra economía es ajustada hacia la baja por Banxico, por los organismos financieros internacionales y por diversas calificadoras.

El “efecto Trump” nos seguirá hundiendo.

El peso no levanta, habrá que tener especial atención sobre los niveles de inflación. Sobre todo, lo que le hace daño a México es la incertidumbre de lo que hará Trump nada más tome posesión de su cargo, ello aumenta a los inversionistas y esto se reflejará en los niveles de inversión extranjera directa para el 2017.

Imaginemos que quiera Trump renegociar el TLC, será el acabose para la confianza internacional sobre nuestra economía y habría que buscar otros socios comerciales.

¿Está ya México en esa búsqueda?

Al parecer no.

Al parecer el gobierno federal solamente está a la expectativa de las declaraciones de Trump, con los brazos caídos y sin ideas para salir de la crisis de confianza.

Agreguémosle a esas expectativas negativas que hay gobernadores corruptos en fuga, que los niveles de deuda los gobiernos estatales son altísimas, que también en los de los municipios no hay inversión productiva, que los excesos, la corrupción y la impunidad de la clase política nacional son pan del cada día.

El futuro nos alcanzó y los mexicanos no estamos preparados para ello. El 2017 será sombrío para el país y para todos los mexicanos.

Enrique Peña Nieto no tiene estatura de estadista y por lo tanto ni la mínima idea de cómo salir de este atolladero en el que participaron al traer a México a Donald Trump.

Le queda solo una cosa ante Trump: la sumisión, la claudicación otra vez de nuestra soberanía nacional ante las decisiones del poderoso vecino.

Correo: geracouti@hotmail.com

Twitter: GerardoCoutiño

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