El machismo de la UNACH
Cuando se habla de los derechos de las mujeres, no discriminación y la paridad de género, nuestra Máxima Casa de Estudios no se da por aludida, silba y se escabulle de las discusiones. El tema le incomoda y teme que un día las reivindicaciones sobre paridad de género pudieran llegar a reclamarse en la Universidad.
En junio pasado el Consejo Universitario aprobó una Declaratoria de Principios y Valores, en la que se contempla el Principio de Equidad, que “consiste en tratar a los integrantes de la comunidad universitaria de manera respetuosa, amena y sin discriminación de ningún tipo.” Agrega que la igualdad “contempla de manera determinante la equidad entre hombres y mujer.”
En la exposición de motivos se justificaba que la Declaratoria obedece a que “En la actualidad, es fundamental que los principios y valores se hagan evidentes en la vida universitaria, para que la comunidad se apropie de ellos y los haga parte de su vida cotidiana, que sean instrumentos que incidan favorablemente en la formación del ser humano, del fortalecimiento de la armonía institucional y del desarrollo de la sociedad.”
La realidad de la Máxima Casa de Estudios en materia de género, discriminación y derechos de las mujeres se encuentra muy distante de ver los principios y valores hechos realidad. La Universidad más importante de Chiapas ignora y viola los derechos de las mujeres de modo flagrante y grosero.
Los hechos dicen más que las palabras. Más allá de las Declaratorias de principios y valores, la política y la práctica universitaria revelan que las mujeres en la Universidad se encuentran todavía lejos de hacer realidad sus derechos.
Una ligera revisión al directorio de la UNACH devela la triste realidad y convoca al reclamo. De todas las direcciones de facultades, escuelas e institutos de la Universidad, 35 son hombres y 7 son mujeres. La lista de mujeres podría crecer si se considera que en el mismo espacio se contempla a las directoras de la tienda-UNACH y la directora de la guardería infantil.
No debe extrañar el hecho de que las siete mujeres directoras, lo sean de carreras con una fuerte carga de estereotipo femenino. Así, por ejemplo, dos de las siete son las directoras de las escuelas de Lenguas, y dos de las facultades de Administración.
Dado el panorama descrito, tampoco debe sorprender que las cuatro secretarías con que cuenta la Universidad (General, Académica, Administrativa y Auxiliar de Relaciones Interinstitucionales) sean también dirigidas por hombres. En las Direcciones y coordinaciones la situación no es diferente: Cinco hombre y dos mujeres.
La realidad de la Máxima Casa de Estudios (y del machismo) constituye la más grosera violación a los derechos de las mujeres. La exigua e insultante participación de las mujeres en puestos de dirección es muestra palpable de la exclusión sistemática e histórica, que en el caso de la Universidad solo tiene una explicación: la discriminación y violación de los derechos de las mujeres forma parte de una política institucional que viola derechos previstos tanto en la Constitución mexicana, como en la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Incluso, las violaciones descritas pueden ser motivo de un juicio de responsabilidad para el Rector, puesto que también se viola la Ley para la Igualdad entre Hombre y Mujeres del Estado de Chiapas.
Los datos expuestos constatan que, mientras la situación descrita no cambie, la Declaratoria de Principios y Valores recién aprobada, constituye una medida cosmética más, que al igual que el Departamento de Género de la misma universidad, pretende lavar la imagen de la UNACH en materia de género y derechos de las mujeres. Es evidente que las cosas no cambian solas, se requieren acciones decididas y organizadas, tal vez una REPARE-UNACH, una queja ante un organismo de protección de los derechos humanos, una visita seria al Rector, un exhorto al Consejo Universitario…lo que sea.
Hace casi dos años estuve en una situación dentro de la UNACH de maltrato y violación a mis derechos, por parte de un coordinador, el Mtro. Jorge Trujillo Rincón, por cierto hermano de Claudia Trujillo, representante del partido Movimiento Ciudadano en Chiapas, o algo asi. Pase por muchas etapa, solicitando ayuda a las areas correspondientes, desde la adminitración de la coordinación en la que laboraba, hasta Recursos Humanos y finalmente a Rectoria. El rector nunca me recibió, sin embargo le deje escritos, cartas con copia a departamento de equidad de género, cuando en ese entonces estaba dirigido por Enriqueta Burelo. En fin, fue tal la falta de apoyo, que recurri a derechos humanos, a concicliación y arbitraje. Con muchas trabas, pase los procesos, donde al final resolvieron mi situacion económica y terminaron liquidándome obviamente, pero ante la humillación y el maltrato jamas obtuve ni el reconocimiento ni mucho menos las disculpas por lo menos, del rector y del acusado. Fue muy triste y estresante todo el proceso. Al final, donde en realidad no hubo final, mi queja quedó parada, pues el Sr. Trujillo, fue quien respondió la queja de derechos humanos (que habia sido dirijida al rector) y alejo mentiras de mi parte y solicitó a la Comisión de Derechos humanos que cerrara el caso. Ante estas actitudes, derechos humanos, me pidió que llevara testigos, mismos con los que no contaba, pues todos estaban bajo el sometimiento del Sr. Trujillo. Pase por un episodio depresivo por el acoso que incluso vivi por parte de la representante legal de la UNACH en los careos en conciliación y arbitraje, donde me presionaban para retirar la queja ante derechos humanos. Nunca mas supe de ellos, y yo por supuesto me retire decepcionada del lugar donde habia trabajado durante apenas 6 años. Decepcionada por darme cuenta que la basura esta dentro de las instancias que se supone deberían ser mas nobles, mas conscientes de la supuesta «necesidad de servir»