Aquí debería estar tu nombre

Casa de citas/ 294

Aquí debería estar tu nombre

Héctor Cortés Mandujano

 

Cuadernos mexicanos número 39, compendia tres cuentos de Juan Rulfo, que de nuevo leo. Lucas Lucatero, en “Anacleto Morones”, cuenta de su ex mujer, a quien le gustaba la fiesta y los hombres. Lo ha dejado por otro (p. 27): “Le gustaba mucho la bulla y el relajo. Debe andar por esos rumbos, desfajando pantalones”, una frase muy de campo.

Ilustración: Juventino Sánchez

Ilustración: Juventino Sánchez

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Tengo tantos enemigos que no cabrían en el Estadio Azteca

Emmanuel Carballo

 

Ignacio Trejo Fuentes e Ixchel Cordero Chavarría hicieron el experimento que se concentra en un libro, cuyo título explica todo: Autoentrevistas de escritores mexicanos (Conaculta, 2007). Son 15 y en muchos de ellos destila el rencor, el insulto a otros, la certeza de que la crítica, el público (aunque a pocos les importa eso) y especialmente el gobierno no los ha premiado como merecen. Es horrible. Qué espantoso es dedicar una vida a estar fijándose en lo que hacen los demás y envidando sus premios, buscando reconocimientos. No son todos, por fortuna.

Una autoentrevista amable y disfrutable es la del poeta Rubén Bonifaz Nuño (p. 48): “Yo nunca escribo para los ojos sino para la oreja” y más adelante (p. 54): “Se dice que un libro mío tengo una de las dedicatorias más enigmáticas y más celebradas por los lectores: ‘Aquí debería estar tu nombre’ ”.

Fernando del Paso dice sin tapujos sobre su propia obra (p. 92): “Estoy convencido de que José Trigo, Palinuro de México y Noticias del Imperio son dos hitos, mejor dicho, tres hitos de la historia de la literatura de lengua hispana del siglo XX”.

Ignacio Solares, educado por jesuitas, dice (p. 119): “No se puede concebir, y esto lo subrayo, a una Iglesia que está más preocupada por la vida no existente que por la ya existente. Eso es un crimen. No puede ser que se suponga salvar al ser humano ocupándose de algo que todavía no es. Me preocupa más el dolor que está frente a mí”.

Y sobre el mismo tema (p. 121): “Estoy de acuerdo con Chesterton en que el cristianismo no es un club de santos, sino un sanatorio de enfermos”. Y habla de una de las escenas de su novela El sitio (p. 125): “El sacerdote imagina que ve aparecer a la virgen María y la sigue hasta el baño de mujeres. Entonces le pregunta: ‘Santa Madre, ¿qué hace usted aquí?’, y ella responde: ‘No: ¿qué haces tú aquí, en el baño de mujeres?’ ”

 

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Leo Y toda aquella infancia… (Editorial Aldus, 2013), de Fernando Pessoa, traducción y prólogo de Francisco Cervantes. De allí esta maravilla (p. 53):

 

Quiere poco: tendrás todo.

Quiere nada: serás libre.

[…]

Estás solo. Nadie lo sabe. Calla y finge,

Más finge sin fingir.

Nada esperes que en ti ya no exista,

Cada uno consigo lo es todo.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

 

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