La ciudad fantasma de Santiago del Pinar
En lo más alto de Santiago del Pinar, el quinto municipio más pobre de Chiapas, se encuentra una ciudad fantasma, con el tiempo detenido, las casas abandonadas, las canchas de basquetbol sin utilizar, un mercado sin comerciantes y patios para el secado de granos, sin café y sin maíz.
Es la ciudad rural sustentable, inaugurada en marzo de 2011 por el presidente Felipe Calderón, su esposa Margarita Zavala y el gobernador Juan Sabines, quienes para la ocasión se vistieron de trajes regionales.
A cuatro años de aquella celebración, que fue avalada por el representante de la ONU en México, Magdy Martínez Solimán, aplaudidor de todas las locuras de Sabines, como uno de los proyectos más innovadores y originales, la ciudad rural es habitada apenas por tres familias.
Más de 400 han huido. No quisieron quedarse en casas estrechas con un poco más de 30 metros cuadrados, con cuartos, baños y cocinas diminutas, y un terreno de cien metros cuadrados.
Lejos está la promesa de Sabines, el embaucador mayor, de que esta ciudad sería realmente sustentable, de aquí podrían cultivar maíz, frijol, criar puertos y gallinas.
Todo resultó escenográfico, pensado para la foto del día y para proyectar una imagen de un Chiapas progresista. Lo cierto que esas casas multicolores, hechas prácticamente de cartón y pisos de madera, no solo resultaron de juguete, sino incómodas e insalubres.
La ciudad rural Santiago del Pinar, sin agua potable y con servicios sanitarios defectuosos, quedó a la deriva, y sus 394 millones gastados, de acuerdo a la administración de Sabines, tirados para el provecho de los políticos.
El mercado de la ciudad rural, el único construido con ladrillos, es una hilera de puestos abandonados, en donde los únicos que sobreviven son los nombres que identificaban los giros comerciales: ferretería, farmacia, frutería, dispensario médico, calzado…
Después de la foto con Felipe Calderón y Margarita Zavala, la mayoría de las 438 familias regresaron a sus antiguas casas. Era normal, porque no podían vivir en un espacio tan reducido, en donde se cuela la lluvia y en donde es imposible tener una cocina con fogón de leñas.
Hoy la Ciudad Sustentable Santiago del Pinar, y las demás ciudades construidas por Sabines, se alzan como monumentos mayúsculos a la corrupción, pero no ha habido mano alguna que castigue al exgobernador, como sí se ve que es la intención con Javier Duarte, otro fabulador de la realidad.
Habría que agregar otras muchas obras construidas en ese sexenio y que tambien son elefantes blancos, basta hecharse una vuelta por Yajalón y visitar el famoso rastro publico regional que esta sobre a carretera Yajalón- Tila y que nunca funcionó como tal.