Polvo de estrellas
Casa de citas/ 288
Polvo de estrellas
Héctor Cortés Mandujano
La gente cree en Dios porque el mundo es muy complicado
Mark Haddon
Es un gozo leer El curioso incidente del perro a medianoche (Ediciones Salamandra, 2011), de Mark Haddon, y creo que todos quienes lo lean quedarán maravillados ante la humanidad de Christopher Boone, su protagonista de 15 años. El libro es inteligente, divertido, inspirado e inspirador y este muchacho “especial” nos enseña tanto en su capacidad para sobreponerse a sus supuestas incapacidades, que uno queda convencido de que la humanidad aún tiene esperanzas. Gran historia.
El libro es, se supone, escrito por el propio Christopher, que nos da cuenta de todo lo que ve, siente, piensa desde su autismo (el libro no lo dice directamente, pero ya se ha hecho lugar común decir que tiene Síndrome de Asperger). Ve, por ejemplo, el letrero en la camiseta del señor Thompson y nos lo trascribe (p. 55): “Cerveza. Más de 2.000 años ayudando a los feos a tener relaciones sexuales”.
El libro está lleno de dibujos, mapas, problemas matemáticos y de una enorme capacidad para ponernos en el espejo. Y vernos así, creo, nos hace mejores.
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Leo Historia del tiempo. Del Big Bang a los Agujeros Negros, de Stephen Hawking, un libro que mi yerno imprimió de internet, luego de haberme dado el link y de que le dijera que no me gusta leer en la pantalla de la computadora. Las páginas, por eso, tal vez no coincidan con ninguna edición. Ha sido un libro tan exitoso que, dice Hawking, un editor suyo le dijo que él (p. 5) “ha vendido más libros sobre física que Madona sobre sexo”.
Este físico no tiene prejuicios en mencionar a Dios en sus libros (he leído varios suyos) y aquí dice que Historia del tiempo (p. 8): “También se trata de un libro acerca de Dios… o quizás acerca de la ausencia de Dios. La palabra Dios llena estas páginas”.
Sus afirmaciones son puntuales, sorpresivas para los legos, como yo (p. 32): “No sabemos que está sucediendo lejos de nosotros en el universo, en este instante: la luz que vemos de las galaxias distantes partió de ellas hace millones de años, y en el caso de los objetos más distantes observados, la luz partió hace unos ocho mil millones de años. Así, cuando miramos al universo, lo vemos como fue en el pasado”.
Hawking cuenta que durante mucho tiempo se creyó que el núcleo del átomo estaba formado de electrones y de una partícula llamada protón; en 1932, sin embargo, se descubrió que también tenía neutrones. Se descubrió después que había otras más pequeñas aún y su descubridor, Murray Gell-Mann, en los años 60, los llamó quark; y (p. 64) “el origen del nombre es una enigmática cita de James Joyce”, en Finnegans Wake. Es decir, su origen es literario, qué bueno. (Leí en otra parte que Gell-Mann no terminó de leer el complicadísimo libre de Joyce, pero al final eso no fue impedimento para tomar de allí el nombre de una partícula fundamental para nuestra vida.)
La idea de que somos polvo de estrellas, también la propone Hawking (p. 114): “Para llegar a donde estamos tuvo que formarse primero una generación previa de estrellas. Estas estrellas convirtieron una parte del hidrógeno y del helio originales en elementos como carbono y oxígeno, a partir de los cuales estamos hecho nosotros”.
Aprendo algo nuevo de los números (p. 123): “Hay, no obstante, números especiales (llamados imaginarios) que dan número negativos cuando se multiplican por sí mismos. (El llamado i, cuando se multiplica por sí mismo, da -1; 2i multiplicado por sí mismo da -4 y así sucesivamente)”.
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