Definición de falta
Los deportistas saben que una falta consiste en infringir la regla. El basquetbolista comete un faul y lo sancionan otorgando un tiro libre al equipo contrario. El futbolista golpea al delantero rival en el área y su equipo es sancionado con un tiro libre. Hay normas más severas. En ocasiones algún jugador es expulsado del partido; en momentos determinados la expulsión es definitiva y el jugador que cometió una falta es condenado a no jugar de manera profesional por el resto de su vida.
Cualquiera diría entonces que hay de faltas a faltas. En el deporte se sanciona una falta con un tiro libre o con la expulsión.
Romualdo, el grande, a quien muchos historiadores nombran como el descubridor del boxeo en la región del Arenal, decretó que cuando un boxeador cometiera una falta (un golpe en los bajos) el ofendido aplicaría diez tiros libres; es decir, el ofensor sería atado a un poste del cuadrilátero y sometido a la andanada de golpes, sin posibilidad de defenderse. Los historiadores coinciden en decir que era una práctica cruel, por lo que cuando Romualdo, el grande, estaba grave de salud, su sucesor eliminó el decreto. Dicen que esto aguijoneó su muerte.
El sociólogo Heberto Gómez de la Serna, en la revista “El cascabel de oro”, hace un análisis anti solemne acerca de las sanciones en el deporte y la norma dictada por Romualdo, el grande. Dice, por ejemplo, que el soberano no hizo más que aplicar la misma norma que existía en el básquetbol y explica que el jugador ofendido tiene el derecho de meter el balón en una cesta fija. Al contrario, en el fútbol el ejecutante del tiro libre debe vencer a un portero que, en ocasiones, logra detener el disparo. Gómez de la Serna explica que, en este último caso, la sanción no cumple su cometido de restituir la falta. Hay ocasiones, Heberto explica, en que el ofendido termina victimizado de nuevo, porque, a la falta recibida debe agregarle la frustración de no haber logrado meter el balón. Por eso, el sociólogo concluye que el fútbol es un deporte injusto, aburrido y frustrante. Por el contrario, el básquetbol es un juego maravilloso.
¿Cuál fue la falta que cometió Romualdo, el grande, al aplicar la máxima de ojo por ojo? Tal vez, dicen los historiadores contemporáneos, fue la de extirpar diez veces el mismo ojo. No obstante, su acierto fue restituir la falta con creces, para que sirviera como escarmiento, pues en su reino no volvió a darse dicha falta.
Los que saben dicen que el mundo no puede aplicar lo de ojo por ojo. Ya Gandhi sentenció que de aplicar eso la humanidad quedaría ciega, pero, ¿por qué, entonces, aplicar una sanción menor a la falta? El jugador que le quiebra la pierna a un contrario y lo imposibilita para jugar de por vida, ¿qué sanción merecería? ¿La expulsión definitiva? Esto que pareciera una sanción grave no lo es, porque el expulsado, puede, sin ningún reparo, jugar un partido llanero cualquier domingo. ¿Qué sensación tendrá el discapacitado cuando ve, desde su silla de ruedas, cómo el otro corre sin ningún problema por todo el campo?
Hay de faltas a faltas. Cuando el término se aplica como sinónimo de ausencia también es como un pétalo con púas. “Me haces falta”, dice el enamorado cuando trata de convencer a su amada a que vuelva con él, pero ella no lo hará jamás porque ya encontró al sustituto perfecto. ¿Qué sanción debería aplicarse a todos aquellos que son capaces de desgajar los corazones de los amados con la misma facilidad con que avientan un pedazo de papel al basurero?
Tal vez por esto muchos jóvenes se vuelven anarquistas. El anarquista no acepta reglas. ¿Es gratuita la rebeldía? No, tal vez ellos advierten que el problema no es la regla sino la falta.
¿Puede haber el desarrollo de una sociedad donde la falta sea inexistente?
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