Cultura y Consumo. Hacia una democracia cultural en Chiapas.
Por Eduardo Morales Montes.
En Chiapas, diversos poetas han alcanzado este nivel de innovación, pero pocos son los que han sido valorados de manera imparcial. Armando Duvalier Cruz Reyes; poeta, cuentista y crítico literario nacido en Echegaray, Pijijiapan, Chiapas, hace más de 100 años, abrió la puerta en Chiapas a la poesía negra y japonesa, pero además encontró esa madurez en la innovación conceptual al contribuir en la poesía universal con la creación del alquimismo.
Existe una anécdota dentro del imaginario que rodea a nuestro personaje; se dice que llegó a conocer al poeta cubano Nicolás Guillén en casa de la muralista Aurora Reyes en 1937. Este encuentro fue determinante en la producción literaria de Duvalier, pero además dejó una fuerte influencia sobre su pensamiento político, marcadamente de izquierda, lo que le valió que el gobernador Efraín Aranda Osorio le negara el premio Chiapas al declararlo desierto.
El envalentonado sistema político chiapaneco de esa época, condenó a nuestro personaje a pasar desapercibido en el tiempo, reconocido únicamente por grupos de intelectuales encabezados por Gertrude Duby y Oscar Bonifaz.
En 1986, en un acto de justicia, como califican algunos, el gobierno de Chiapas lo reconoció como hombre de cultura y poesía al otorgarle el Premio Chiapas. En la actualidad, pocos son quienes conocen su obra y su vida.
Las instituciones públicas de cultura en el Estado, poco han difundido su poesía negra, la que ha sido reconocida incluso fuera de nuestro país. La difusión de la cultura es una tarea sumamente difícil, desde el ámbito institucional como de la sociedad civil organizada, considero que el principal reto es beneficiar a tantos ciudadanos sea posible.
En Chiapas el panorama se torna un poco difícil para esta tarea. Así como el caso específico de nuestro personaje, existen muchos más en nuestro Estado, que han sido descartados de los procesos de la industria cultural que han servido únicamente como espacios estratégicos para la legitimación de ideologías políticas.
En Chiapas, también la industria de la cultura a través de las instituciones de gobierno ha masificado campañas mediáticas para convertir productos (literarios) en mera mercancía totalizadora.
En el sexenio anterior, el gobierno del Estado conmemoró los 10 años luctuosos del poeta Jaime Sabines desplegando recursos importantes para masificar la “importancia” de su obra, con el objetivo único de crear vínculos entre los sectores dónde el gobierno había perdido legitimidad. Y sin embargo dicha campaña mediática no cumplió su objetivo, pues la encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales 2010 reveló que en Chiapas el 61.4% de los encuestados nunca había visitado una librería y el 69.01% no leyó ningún libro en el año en que se realizó la encuesta, el resto que sí, prefirió libros de superación personal, y sólo un 9.09% de los encuestados leyeron poesía.
Otros datos revelaron por ejemplo que el 71.13% de los encuestados preferían asistir a un concierto de música banda, música grupera o duranguense y el 92.7% nunca asistió a un concierto de música clásica.
El 82.2% nunca fue a una obra de teatro. El 67.8 % nunca visitó un museo. De acuerdo a la encuesta, a los chiapanecos tampoco nos gusta visitar centros culturales, ni monumentos históricos.
El 71% no usaba internet y quienes sí, lo usaron para «distraerse». Se destinaba un promedio de 500 pesos para consumo cultural al año. El chiapaneco dice que “casi nunca” tiene tiempo libre, y el poco tiempo libre lo ocupa preferentemente para escuchar música, ver televisión y reunirse con amigos, sólo el 1.10 % ocupa su tiempo libre para actividades culturales (ir a bibliotecas, librerías, teatro, danza, exposiciones y museo). Lo paradójico es que sí el chiapaneco tuviera más tiempo libre lo utilizaría para descansar, no hacer nada, salir de viaje o tomar algún curso.
Los chiapanecos asociamos el tema de cultura básicamente con música, danza y arte y el 37% de los encuestados se mostró “algo” interesado por los temas culturales. Con los datos anteriormente ilustrados podemos concluir que la cultura no es tema de interés público.
A lo anterior hay que sumarle el contexto socioeconómico del chiapaneco en el año de la encuesta, el 27% de los encuestados indicaron que contaban con un grado de escolaridad de Secundaria, el 26.17% de bachillerato y el 19.53% de primaria; un 16.44% indicó no tener ningún grado de escolaridad y sólo el 7.29% ostentaba el grado universitario o contaba con algún posgrado.
Ante este contexto, el económico se agudizó aún más; únicamente el 1.49 % de los encuestados mantenían ingresos mensuales que superan los $12,000.00 el resto indicaron ingresos que iban de los $1,000.00 a los $6,000.0 mensuales. Vaya diagnostico que presenta esta encuesta del 2010.
Ahora bien, el Plan de Desarrollo Estatal 2013-2018, lejos de fortalecer una verdadera política pública que siente las bases de una auténtica democracia cultural, presenta una estrategia vacía que se demuestra en una total dispersión de acciones y asignación de presupuestos. Sin embargo, lo que va del sexenio, el Consejo Estatal para las Culturas y las Artes (Coneculta-Chiapas) y algunos otros organismos, batallan pese a la reducción de presupuestos para “acercar la cultura” a más ciudadanos.
Otro factor importante es el que ilustra la articulista Patricia Peyró Jiménez en un texto publicado por el País, en el que fue puntual en describir la ola de antiintelectualismo y el culto a la ignorancia por la que pasan los jóvenes españoles.
No hay mucha diferencia entre una nación y la nuestra, y por supuesto nuestro Estado, casi hay similitudes extraordinarias. Y a pesar de que en los últimos años se han abiertos más los canales de acceso a la cultura, y los costos son más accesibles para el consumo de esta, entre una industria totalizadora de la cultura, la reducción de presupuestos de las instituciones culturales y el antiintelectualismo de la juventud, es difícil encontrar nuevos rumbos hacia una verdadera democracia cultural.
De esta manera a 102 años del natalicio de nuestro personaje, aquel que Roberto López Moreno calificó como el estudioso mentor que llevó la modernidad de la poesía a Chiapas, nos invita a repensar un nuevo camino hacia una democracia cultural que sea dinámica e incluyente. No podemos negar que la cultura es también una poderosa herramienta para el desarrollo social de un pueblo.
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