A esperar sentados

PUENTE

El pasado 17 de agosto, la Secretaría de Medio Ambiente y Movilidad Urbana difundió una intervención urbana con motivo de la conmemoración del Día Internacional del Peatón, que consistía en que 11 personas, sosteniendo en manos cada una un cartel con letras que formaban la palabra “respétame”, se colocaban sobre un cruce peatonal del Bulevar Belisario Domínguez. Un policía apoyaba a liberar de coches el cruce peatonal cuando estos en la inercia de la costumbre hacían alto sobre ellos. La intervención fue bonita.

En un día tan importante para las ciudades modernas, la conmemoración pudo ser el preámbulo de un programa permanente de señalización y mantenimiento de la infraestructura peatonal, o de promoción a la seguridad y cultura vial. Nos quedamos esperando; nada pasó.

Dos días después, el 19 de agosto pasado, de nueva cuenta la misma Secretaría anunció la pinta de cruces peatonales, con el objetivo según su invitación en redes sociales, “de crear conciencia de la prioridad que debe tener el peatón en las calles, mediante diseños creativos que dignifiquen el espacio peatonal y que garanticen su seguridad, reconocimiento y respeto por otros usuarios de la calle”. Este domingo pasado se realizó la pinta; se reactivaron las esperanzas del anuncio y esperamos. Nada pasó.

Las intervenciones en cruces peatonales, pintándolos o motivando su respeto con acciones llamativas son estrategias efectivas en visiblizar al transeúnte y atraer la atención hacia las demanda de mejores condiciones de la infraestructura vial. Son símbolos de resistencia y supervivencia, que con recursos limitados, la sociedad organiza e implementa con la esperanza de ser vistos y escuchados por las autoridades.

Sin embargo, cuando intervenciones de este tipo vienen de la autoridad,  el acto de resistencia y supervivencia social se vuelve un acto de burla. Que un Presidente municipal presuma la pinta de dos diseños artísticos de cruces peatonales en una ciudad en la que la señalización vial horizontal es nula, devela la poca seriedad que el tema le merece y la escasa sensibilidad y empatía que aparenta tener hacia quienes día a día se desplazan a pie por la ciudad.

De un Ayuntamiento se espera la inversión para habilitar los 200 cruces más peligrosos de la ciudad, no la pinta de 2 cruces peatonales con diseños fuera de la Norma Mexicana que les regula. De la Secretaría se espera el lanzamiento de un programa permanente de fortalecimiento a la cultura vial, no intervenciones aisladas propias de cualquier colectivo de voluntarios activistas.

De poco sirve construir una calle al día cuando estas carecen de banquetas y señalización. De poco inspira ser finalistas de un concurso internacional con propuestas millonarias de proyectos que pocos entienden, si no somos capaces de satisfacer las necesidades básicas de quienes recorremos la ciudad. De poco ayuda saber que en Tuxtla las expectativas son más amplias que las posibilidades.

Mientras el Gobierno de la ciudad siga pintando con hermosos murales los puentes antipeatonales, la construcción de parques elevados y teleféricos se puede imaginar incluso  antes de esperar un programa masivo de señalización vial, de promoción al uso de la bicicleta, de regulación de uso de suelo que motive la densificación, de mejoramiento del servicio de transporte público masivo, de planeación de la verdadera ciudad que se desarrolle hacia la sustentabilidad. Mientras eso sucede, esperaremos sentados, porque caminando es en esta ciudad aún muy riesgoso.

 

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