Múltiples lecturas del Brexit
No cabe duda que una de las noticias internacionales que está dando materia prima a la opinión pública es el resultado del referéndum en la Gran Bretaña, consulta a la población para decidir si el país dejaba la Unión Europea. La prensa nacional, además de recoger la noticia en sus secciones internacionales, ha tenido que hacerse eco del recorte presupuestal del Estado mexicano amparado en el resultado del conocido como “Brexit”. La justificación de esta poda fue la inestabilidad y volatilidad de los mercados financieros tras el anuncio del triunfo del “si”, hecho que resulta bastante curioso cuando el comercio exterior con el país europeo no llega al 1% del total, además de que la salida de la Unión Europea no será inmediata, aunque los actuales encargados del gobierno europeo así lo deseen. En fin, que más que hablar de volatilidad de los mercados, o de la economía internacional, hay que señalar la inestabilidad que se encuentra en nuestro suelo y su relación con el exterior, por más que desde el gobierno o a través de las corporaciones empresariales se diga lo contrario. Si no era suficiente la baja del precio del petróleo y la debilidad del peso frente al dólar ahora hay que estar pendiente de la especulación económica internacional. No hace falta ser economista para darnos cuenta que algo falla en este tipo de explicaciones, sobre todo para aquellas personas que viven al día con la canasta básica que los políticos consideran más que suficiente, solo les falta decir espléndida, para mantener a una familia mexicana.
Si esto es visible en esta parte del mundo, los análisis surgidos desde la misma Europa son muchos y contradictorios. Imposible atender o incluir en estas páginas todas las posiciones, pero tal vez la visión del sociólogo catalán, Manuel Castells, da un poco de luz sobre el resultado del Brexit. Para este especialista en repensar la sociedad actual, el resultado del referéndum responde a un sentimiento antieuropeo que se ubica en la desigualdad social de la globalización, leída en este caso a través del imposible control de Gran Bretaña sobre el arribo de competencia laboral de ciudadanos europeos de la Comunidad. Es decir, una resistencia de los pobres que sienten temor por la competencia en los puestos de trabajo de sus vecinos europeos, más que de los países que forman la British Commonwealth of Nations, personas que han arribado al Reino Unido desde hace muchos años. Así, los más europeístas de los jóvenes dejaron de votar, cosa que no hicieron los que estaban en peores condiciones.
El mismo Castells afirma que esa desigualdad ha hecho crecer el sentimiento antieuropeo en muchos países, un nacionalismo que algunos también identifican con manifestaciones populistas, pero que demuestra que las acciones de la Comunidad Europea se han tomado desde arriba, a través de una élite que no ha mirado hacia la opinión de los ciudadanos, sus preocupaciones y deseos. Aspectos reforzados con la crisis económica que se vive desde 2008 o con el drama de los refugiados que huyen de la guerra en Siria, situación que ha dividido a países y sus pobladores.
Incluso la división en la votación de Gran Bretaña, donde Escocia e Irlanda del Norte votaron claramente por permanecer en la Unión Europea hablan de reales proyectos nacionales, de hecho se está planteando la realización de referéndum de permanencia en el país por parte de Irlanda del Norte y la reedición del que ya se llevó a cabo en Escocia.
Para finalizar su texto, Castells es contundente, y a lo mejor su frase no debería tirarse en saco roto para otros lugares del planeta, y en México nos va como ni pintado, él afirma que “si se rechaza la soberanía nacional como populismo, el populismo se impondrá en la política”. ¡Vaya panorama!
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