Chamula, entre «tradiciones», cacicazgos y violencia entregan bastón de mando a sustituto
En una ceremonia tradicional, a donde asistieron autoridades indígenas y representantes del gobierno de Chiapas, Mateo Gómez Gómez recibió el bastón de mando que le da el reconocimiento de presidente municipal de San Juan Chamula, en sustitución de Domingo López González, asesinado apenas cinco días antes en este mismo lugar.
Mateo, acompañado de quienes integran el cabildo, y autoridades tradicionales, se dirigió primero a la Iglesia de San Juan, ubicada en uno de los extremos de la plaza donde el pasado sábado 23 de julio sonaron los disparos de los rifles AK-47 con los que asesinaron al alcalde, al Síndico, a un regidor, y a otras dos personas. Ese día, la plaza en la que también se encuentra la presidencia municipal y un edificio que alberga las oficinas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), se tiñeron con la sangre de los asesinados y de más de 20 heridos, la mayoría por armas de fuego.
Hoy en la plaza se escucharon las oraciones de los indígenas tsotsiles, mientras el humo del incienso inundó el lugar. Ancianos de los barrios San Juan, San Sebastián y San Pedro rezó al lado del alcalde electo, le pasó por el cuerpo un sahumerio y racimos de hiervas para “purificar su alma y darle entendimiento”, explicó uno de los asistentes.
Luego, bajo un altar compuesto por tres cruces y ramas de pino, le entregaron el bastón de mando, fabricado con madera de cedro y adornado con listones de colores.
A diferencia de otras ceremonias tradicionales de asunción de poderes, en esta ocasión decenas de policías estatales resguardaron el lugar y los caminos de acceso a la cabecera municipal.
Toda a ceremonia se llevó a cabo en tostsil. Al término de este evento, el joven alcalde de apenas 30 años –quien ha migrado en varias ocasiones a Estados Unidos y se asume como militante del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), al igual que el alcalde fallecido-, dijo brevemente en español que gobernará “para todos, sin distinción de partidos”.
Apenas ayer, autoridades tradicionales de los tres barrios que componen el municipio San Juan Chamula se reunieron esta tarde en la cabecera municipal, y por el método de usos y costumbres eligieron a Mateo Gómez López como sucesor del alcalde Domingo López González.
Luego notificaron la decisión al Congreso del estado, quien ratificó el nombramiento, y justificó señalando que el joven Mateo era un integrante previo del cabildo en funciones, como exige el artículo 153 de Ley Orgánica Municipal del Estado de Chiapas.
Ayer mismo la Comisión Permanente que preside el diputado Eduardo Ramírez Aguilar –presidente estatal del PVEM– le tomó protesta, en una breve reunión protocolaria, donde el nuevo alcalde dijo que se compromete a trabajar con todos los habitantes de ese municipio, sin distingos de ninguna especie.
“Haremos todo lo que esté de nuestra parte para avanzar en el reconcilio de todos los hermanos indígenas y en el progreso de San Juan Chamula”, expuso.
El Congreso también nombró a Nicolás Gómez Pérez y Lorenzo De la Cruz Pérez, como regidores de representación proporcional del PRI, en sustitución de María Estela Gómez Patishtán y Marcelino González López; ello a petición del presidente estatal del tricolor, Roberto Albores Gleason.
Las investigaciones sobre el enfrentamiento donde murió el alcalde aún continúan. Autoridades de la Procuraduría de Justicia han detenido a siete personas, e investigan si el móvil de la agresión fue por diferencias partidistas –entre militantes del PRI y PVEM, luego que este es el primer trienio donde gobierna un partido diferente al tricolor-; por la inconformidad en el uso de los recursos públicos, o por “revancha entre actores comunitarios”.
Chamula, un pueblo sin paz
La plaza central de municipio de Chamula –un sitio emblemático para el turismo en Chiapas- continúa resguardado por ciento de policías antimotines que llegaron para evitar un nuevo enfrentamiento entre simpatizantes del alcalde y los agresores.
Hay una tensa calma en el lugar. Sobre la la plaza de San Juan Chamula se han dado en los últimos 80 años al menos cuatro rebeliones violentas contra los cacicazgos, narra el historiador Gaspar Morquecho.
La primera fue cuando en el gobierno de Lázaro Cárdenas, los jóvenes chamulas Mol Tuxum y Gómez Osob, quienes habían estudiado en la Ciudad de México en un hecho único en aquella época, desplazaron del poder político al Consejo de Ancianos del lugar.
La segunda fue cuando en 1960 la Iglesia del obispo Samuel Ruiz García fundó la “Misión Chamula”, crearon cooperativas, cajas de ahorro popular y realizaron campañas contra el consumo de alcohol. Eso trastocó los intereses económicos de Mol Tuxum y Gómez Osob, por lo que expulsaron a los religiosos también de manera violenta.
Una década después estos grupos caciquiles se consolidaron el el lugar ya con la bandera del PRI –narra Morquecho- y empezaron a expulsar de manera violenta a sus opositores, entre ellos a miles de chamulas que habían abrazado la religión evangélica.
En 1993 los evangélicos expulsados ya habían creado el Consejo de Representantes Indígenas de los Altos de Chiapas (CRIACH), y secuestraron y torturaron al entonces presidente municipal. Se habían adiestrado en el uso de las armas y habían creado un grupo de autodefensa llamado “Guardián de mi Hermano”. En los siguientes año un número importante logró regresar a sus comunidades de origen en hechos que derivaron en continuos enfrentamientos, nuevas expulsiones, emboscadas.
Para Gaspar Morquecho, el nuevo “quiebre” en San Juan Chamula se dio en las elecciones de julio de 2015, cuando el cacicazgo que obligaba a prácticamente todo los habitantes del lugar a votar por el PRI, se rompió cuando el expresidente municipal Domingo López, abandona su militancia en ese partido y decide regresar a la presidencia, ahora a través del PVEM.
Para el historiador, la escalada de violencia que cada determinado tiempo se vive en san Juan Chamula, solo puede entenderse dentro de la lucha del poder entre grupos de caciques.
En el prólogo del libro Misión Chamula –obra escrita por el sacerdote Pablo Iribarren-, Morquecho hace referencia a la intervención del Estado mexicano, de los gobiernos locales y la clase política en la construcción y consolidación de los cacicazgos en la región indígena de Chiapas, en este caso en Los Altos.
También señala la protección y complicidad del Estado mexicano y sus indigenismos,» como una de las formas más atroces de usar a los indios para someter otros indios y garantizar el control político en toda una región».
La historia de Chamula también ayuda -señala Morquecho- a entender como bajo el dogma del respeto a los «usos y costumbres», se toleran las prácticas de una comunidad donde priva «la intolerancia y la violencia extrema para someter, humillar, asesinar, despojar y expulsar a miles de indios».
Gaspar Morquecho y otros historiadores habrán de sumar como una prueba más de sus hipótesis, lo acontecido el pasado 23 de julio en la cabecera municipal de Chamula, y la reacción del Estado mexicano y sus políticos, quienes mientras los deudos velaban los restos de sus autoridades municipales recién asesinadas, en la capital del estado se reunían para conformar lo que llamaron, una “comisión de reconciliación”.
EFECTUAR una eleccion sin el sustento legal como lo fueron las de Julio en este Estado, No estaba en los usos y costumbres, de ahi las consecuencias.