Los cuentos de hadas son verdaderos

Casa de citas/ 277

Héctor Cortés Mandujano

 

Hasta los asadores que había en la chimenea,

cargados de perdices y faisanes, se durmieron,

y se durmió también el fuego

Perrault,

en “La Bella durmiente del bosque”

 

Ítalo Calvino escribió, en distintos momentos de su vida, prólogos, ensayos y artículos diversos sobre la literatura infantil. De fábula (Siruela, 1998) los reúne, para nuestro disfrute. Dice Ítalo (p. 11): “Los cuentos contienen una explicación general del mundo, donde caben todo el mal y todo el bien, y donde se encuentra siempre la senda para romper con los más terribles hechizos”.

En “Las fábulas africanas” habla de los bosquimanos, quienes cuentan de (p. 19) “la mujer gorda que se derritió (porque había estado trabajando al sol y conservó entero sólo un pulgar del pie)”. Los kracis nos explican por qué su dios se fue de la tierra (p. 21): “Estaba incómodo, tumbado sin espacio para volverse, mientras el hombre lo molestaba, el humo de las cocinas se le metía en los ojos y una vieja lo trituraba en un mortero, y que incluso ‘según otros era una especie de práctico paño donde la gente se limpiaba los dedos sucios’, hasta que, irritado, no le quedó más remedio que marcharse al cielo”.

Ilustración: Juventino Sánchez

Ilustración: Juventino Sánchez

Retomo el título que di a esta columna (pp. 32-33): “Los cuentos de hadas son verdaderos. […] Son catálogo de los destinos que pueden padecer un hombre o una mujer… […]; y sobre todo (muestran) la sustancia unitaria del todo –hombre, bestias, plantas y cosas–, la infinita posibilidad de metamorfosis de todo lo que existe”.

Los cuentos explican, pues, la vida (p. 73): “¿Por qué iba a investigar (el compilador de tradiciones populares) usanzas, dichos, cantos y fábulas de los pobres iletrados si no creyese que allí se ocultan una belleza y una verdad que merecen sacarse a la luz?”

Hay crueldad en estas historias, por supuesto, como esta de Basile que Calvino consigna en la página 133: “Dos vejetas viven ocultas en un ‘bajo’ a los pies de la casa de un rey y, sin que él las vea, hablándole y mostrándole tan sólo un dedo, lo inflan de deseos amorosos, tan es así que consiguen que reciba en su cama, a oscuras, a una de las dos. El rey, cuando descubre qué monstruo tiene entre sus brazos, arroja a la vieja por una ventana; la vieja queda colgada de una de las ramas de un árbol y provoca la hilaridad de tres hadas, que para recompensarla la transforman en una hermosa joven. Una vez que recupera el favor del rey, la vieja rejuvenecida suscita la envidia de su hermana, que le pregunta cómo ha logrado el milagro. ‘¡He hecho que me desollen, hermana mía!’ Y la hermana hace que un barbero le arranque toda la piel, ‘hasta la ese del ombligo’, y muere”.

También hay cosas lindas, como por ejemplo en el relato de Isaia Visentini, “La rana”, que Calvino nos regala en la página 154. Una rana sube a un carruaje pequeñísimo. La ven tres viejas: “una bizca, una jorobada y otra que sufría por una espina que tenía clavada en la garganta. Eran las brujas que, en cuanto vieron el minúsculo carruaje y en su interior la rana, sentada como una reina, estallaron en una carcajada tan estruendosa y saludable que la bizca abrió tanto los ojos que recuperó la vista, la jorobada se retorció tanto de la risa que se le enderezó la espalda para siempre, y la tercera pegó tales sacudidas que se libró de la espina”.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

 

 

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