Tuxtla, capital que transpira
Es bien sabido que las ciudades retienen más calor que las zonas rurales, sin embargo, en los últimos años este incremento en la diferencia de temperaturas es cada vez más dramático, y los efectos perceptibles. Las zonas urbanas producen sus propios ambientes cuando la vegetación original del sitio es remplazada por acero y concreto, los suelos permeables se remplazan por asfalto y concreto impermeable, y la configuración natural se transforma en una artificial a través de máquinas y edificios.
Estas transformaciones del entorno generan lo que desde hace casi 200 años se conoce como el efecto “isla de calor”, que es el fenómeno urbano que describe la capacidad de un ambiente urbano de concentrar y retener el calor emitido por los rayos del sol, esto por la incapacidad de los materiales de absorberla, transformarla o disiparla. El efecto isla de calor tiene consecuencias devastadoras para las ciudades, ya que pone en riesgo la flora y fauna nativa, genera problemas de salud pública como estrés y enfermedades, que derivan no solo en pérdidas económicas por la baja productividad social, sino por los altos costos de uso de agua y energía que representan para que una sociedad responda a este problema.
Sembrar árboles en las banquetas y en los parques ha sido la estrategia demandada más recurrente en los foros y discusiones de sobremesa, sin embargo, en su lugar las autoridades permiten talar árboles y sembrar publicidad política y de gobierno. Además la poca superficie de parques en la ciudad y considerando que las vialidades representan aproximadamente 20% de la superficie urbana, el área en desuso de los techos de los edificios se convierten en zonas de absorción de temperatura que a diferencia de los árboles y el suelo, las superficies sólidas e impermeables conservan la energía y la irradian de vuelta al ambiente.
En el año 2009, la ciudad de Toronto se convirtió en la primera ciudad en América en adoptar regulaciones locales para el requerimiento de recubrir obligatoriamente de áreas verdes, a aquellos techos de edificios en desuso. Desde 2014, Los Ángeles obliga a todas aquellas viviendas nuevas o remodeladas, a contar con techos con recubrimientos de color claro que reflejen la luz del sol, y eviten absorberla.
Desde 2013 en Tuxtla, se comenzó a elaborar el Programa Municipal contra el Cambio Climático (PROMACC), que es un documento que por primera vez mostraba información técnica sobre los aportes y efectos que Tuxtla tiene al problema del cambio climático. El programa es una valiosa fuente de información que actualizándose periódicamente, puede ser una poderosa herramienta en la conceptualización y diseño de políticas públicas hacia la sustentabilidad urbana. Sin embargo, desde la elaboración del PROMACC han pasado casi 3 años en los que este no logra incidir en políticas públicas efectivas hacia el combate local al cambio climático y el panorama presente no vislumbra un mejor futuro.
Vivimos una era en la que las ciudades se vuelven cada vez más estratégicas para poner a prueba la capacidad de las sociedades de adaptarse al cambio climático, mientras se combate para mitigarlo. Vivimos una época en la que las ciudades necesitan de liderazgos no solo políticos sino técnicos, con visión clara y capacidad comprobada de asumir retos globales. Vivimos un momento en que la sociedad requiere de ser más participativa y demandante de soluciones claras y efectivas.
El incremento exorbitante de las temperaturas y sensaciones térmicas en Tuxtla debe llevarse al debate público y político, y convertirse en acciones efectivas porque no hacerlo, representa una seria amenaza social, económica y ambiental para nuestra ciudad. El Programa Municipal contra el Cambio Climático debió ser el instrumento base rector del Plan Municipal de Desarrollo, pero ninguna política pública hace referencia a él. Si no se toman medidas técnicas que pueden ser drásticas e impopulares, y no se asume la responsabilidad de generar una visión de ciudad hacia la sustentabilidad, esta administración como las anteriores, lejos de inspirar, harán de Tuxtla, la capital que transpira.
LO QUE DEBEMOS HACER CADA HABITANTE DE CHIAPAS,(NO SOLO EN TUXTLA) ES PLANTAR UN ARBOL EN NUESTRA CASA O SI TENEMOS MAS ESPACIO PUEDEN SER 2 Ó 3, DE ESTA MANERA TENDRMOS UNA SOBRA DONDE APACIGUAR ESTE CALOR INFERNAL.