“Reforma Educativa” en Chiapas, la batalla decisiva

En Chiapas se pelea la última apuesta por mantener a la cuestionada Reforma Educativa, con más destellos de reforma laboral represiva que vínculo de reconocimiento y de mejora al profesorado.

En estos días de combates, protestas y marchas se emite lo que puede ser la sentencia de muerte de esa Reforma, por demás administrativa y centralista, y el veto a su principal instrumentador, Aurelio Nuño Mayer, secretario de Educación, de su marcha olímpica hacia Los Pinos.

Marchan padres de familia en apoyo a maestros

La Coordinara Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) no puede fallar. No puede pedir a sus agremiados regresar a sus aulas como si tanta protesta, tanta marcha y refriega con la policía no haya servido para nada. Si lo hace, estará firmando su desintegración y su descrédito. Mucho menos puede permitirse que despidan a los suyos.

La viabilidad de la Reforma Educativa se enfrenta en Chiapas no solo con el magisterio, sino con un sector importante de la sociedad, funcionarios locales, diputadas y hasta el propio líder el Congreso, quien sabe que sus lealtades las debe tejer aquí y no con secretarios del centro de la república.

El mismo gobernador Manuel Velasco deja entrever que si en sus manos estuviera mandar al bote de la basura a la Reforma Educativa, lo haría sin mayores contratiempos, porque las manifestaciones se viven con menos intensidad en el Distrito Federal que en Tuxtla Gutiérrez, epicentro del movimiento.

Un gobernador no puede oponerse a los profesores porque corre el riesgo que una demanda nacional se convierta en una causa popular de desaparición de poderes, como sucedió en Guerrero, con Ángel Aguirre.

Si la CNTE no cede, estaríamos iniciando una de las luchas magisteriales más largas e importantes de la historia de México, que al final concluirá con la victoria de los profesores, porque a esta reforma, administrativa y laboral, se le agota el tiempo.

Las reformas de Peña Nieto han sido un fracaso porque el mismo presidente ha perdido la brújula y se ha visto sumido en escándalos de corrupción.

Es decir, el servicio educativo, con todas sus variantes (buenas, regulares y malas) no es responsabilidad solo de los maestros, sino de todo el sistema, y es algo que quiere soslayar el gobierno, inmerso en la la ineficiencia y el derroche.

¿Hay que evaluar? Por supuesto, pero no se puede culpar a los maestros de los problemas estructurales que se vive en la educación.

El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, creado para este fin, amenaza con convertirse en el órgano supremo de castigo a las maestras y maestros de este país, con exámenes estandarizados, que no reconocen la pluralidad y diversidad en que se desempeña el magisterio.

Los casi 80 mil profesores que hay en Chiapas (45 mil pertenecientes a la Sección 7 y 25 mil a la Sección 40) pelean en estos días, no solo por la defensa de sus puestos de trabajo, sino el futuro de la educación en México.

En los 36 años de existencia de la CNTE, nunca un movimiento magisterial había generado tanta simpatía de la sociedad. Y esto se debe a que hay un malestar ciudadano por la mala marcha del gobierno, la falta de liquidez y el aumento de la corrupción.

Si los líderes de la CNTE piden a los profesores hacer una “retirada estratégica o táctica” habrán fallado, porque Nuño y la Reforma se tambalea, porque el movimiento concita apoyo y, sobre todo, porque tienen la razón.  Además, porque falta menos de un mes para que inicie la evaluación de docentes, anunciada para efectuarse entre el 12 y el 24 de junio, y para las nuevas plazas, que deberá ser del 18 de junio al 10 de julio.