Punto de partida 196
Casa de citas/ 173
Punto de partida 196
Héctor Cortés Mandujano
Durante mucho tiempo, cada que presentaba un libro (mío o de otro) o participaba en algún encuentro de escritores o hacía lecturas en festivales literarios de distinta magnitud era presentado, invariablemente, como el joven narrador chiapaneco. Ya rebasaba los cuarenta y el mote no me hacía gracia, parecía chunga (hace algunos meses todavía me llamaron joven en una presentación donde mis compañeros de mesa eran, todos, mayores que yo). Eso cambió ahora. La revista Punto de partida 196, que edita la UNAM, dedicó su número íntegro a “Trece narradores chiapanecos (1978-1984)”, ilustrado por tres jóvenes artistas visuales, también de estas tierras: Astrid Breiter, de Tapachula; Fabricio Molina, tuxtleco, y Dinora Palma, también de Tuxtla.
Claudia Morales, de Cintalapa, Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellamos 2015, y Fernando Trejo, de Tuxtla, con varios premios en su haber, el más reciente el Centroamericano de Poesía Rodulfo Figueroa 2015, son los responsables de la antología, y quienes me invitaron a ser el autor “Del árbol genealógico”, el único que, ahora sí, ya no está en la categoría de los jóvenes.
Confieso mi sorpresa ante la obra e incluso los nombres de los antologados, pues fuera de Nadia Villafuerte y Marcelino Champo no conozco ni había leído a ninguno de los autores incluidos. (De Ornán Gómez me regalaron, no él, sino su editor, un libro hace poco y a Jorge Zúñiga tuve el gusto de conocerlo en un reciente programa de radio).
Los textos, como reconocen los antologadores, muestran que “las búsquedas literarias de los autores compilados son diversas, incluso divergentes, ya que emergen de un universo íntimo y único”. Así, hay textos ubicados en New York (“La mujer que cantaba”, de Nadia Villafuerte), en Ciudad de México (“Rutina”, de Cynthia Paola de los Santos), en lugares indeterminados, la mayoría, y sólo en algunos muy claramente en Chiapas: “El guardavías”, de Daniel Durán Ruiz; “Dos cuentos”, de Miguel Martínez Jiménez (cuya ubicación se rastrea en el lenguaje) y “Al K’atinbak”, de Mikel Ruiz.
La antología también cubre buena parte del territorio chiapaneco: Tuxtla Gutiérrez (Fernando Trejo, Nadia Villafuerte, Ornán Gómez, Marcelino Champo, Jorge Zúñiga y Victoria Sáenz), Cintalapa (Claudia Morales), Tonalá (Daniel Durán Ruiz, Cynthia Paola de los Santos y Marco Antonio Morova), Pichucalco (Miguel Martínez Jiménez), Mazatán (Mario Alberto Bautista), Chamula (Mikel Ruiz), Chiapa de Corzo (Alejandra Muñoz), Comitán (Óscar Gordillo) y Villaflores (yo).
Hace tiempo le dije a Nadia Villafuerte que no había en Chiapas, después de Rosario Castellanos, ninguna narradora disciplinada, constante, talentosa, que apuntara alto. Escribí después que, por fortuna, ya estaba ella, Nadia; en esta antología hay cuatro jóvenes más: Claudia Morales, corresponsable de la antología, con un importante premio como novelista (conseguiré su novela para leerla y comentarla), Victoria Sáenz, Cynthia Paola y Alejandra Muñoz. De las cuatro no conozco más que los textos que publican aquí, pero, como puede preverse, lo publicado en Punta de partida es la punta de iceberg de una obra que, seguramente, cada cual tendrá en marcha. Habrá que esperar un poco, pero allí están sus nombres y una muestra de lo que hacen, escriben, crean (haga click aquí para leer la revista completa: http://www.puntodepartida.unam.mx/).
La revista se lee con la facilidad que da el enfrentar textos breves (no más de cuatro cuartillas) y cambiar, a veces de una página a otra, de tema, de registro, de autor o autora. La antología no servirá sólo para dar a conocer a estas nuevas plumas fuera de Chiapas, sino evidentemente para que en nuestro propio estado podamos leernos unos a otros. Ese será, es, un buen punto de partida.
Contactos: hectorcortesm@gmail.com
continua la cultura monolítica y para que sea con una mancha de pluriculturalidad ahí está siempre un indígena, ahora Mikel Ruíz.