Definición de forastero

De la película "Hace tiempo pasó un forastero (2008)".Imagen www.filmaffinity.com

De la película «Hace tiempo pasó un forastero (2008)». Imagen
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La definición más elemental es: “De otro país, de otro lugar”. Mariana dice que todos los seres humanos somos forasteros. Siempre pertenecemos a otro lugar. En esencia nuestro lugar es nuestro cuerpo y nuestro espíritu, esos son nuestros territorios y quien no lo advierte se siente fuera de lugar en cualquier lugar.

Falso que pertenezcamos a un territorio definido y delimitado por motivos políticos. ¿Somos de México? ¿Somos forasteros cuando estamos en Guatemala o cuando estamos en Estados Unidos? En términos políticos y sociales ¡sí!, pero en términos estrictos ¡no!

Hay ocasiones (¿no les sucede a ustedes?) que en mi propio pueblo me siento extranjero; y hay ocasiones (estoy seguro que a ustedes les sucede algo similar) que en otros pueblos me siento ¡tan bien!

Una vez fui a la capital de Guatemala, caminé por una calle del centro donde los anuncios comerciales, como puentes, estaban anclados en las fachadas de ambas banquetas. La sensación era extraña, el cielo no podía verse de manera libre, estaba interrumpido. Mientras caminaba no hacía otra cosa más que ver todos esos anuncios y leer sus mensajes. Me paré y me recargué en la vitrina de una tienda que vendía licores. Miré que la mayoría de peatones hacía lo mismo que yo había hecho: leían los letreros, a pesar de que (supuse) ellos sí eran nativos de Guatemala y, sin duda, habían caminado esa calle decenas de veces. Fue una bobera, pero pensé que ese comportamiento me hermanaba a ellos: formábamos parte de una comunidad llamada: “Los que no pueden ver el cielo”. Dejé mi condición de forastero y pensé que mi modo de ser era muy semejante. Seguí dándole vuelta al asunto y entonces, por primera vez en mi vida, supe que ellos estaban hechos a “mi imagen y semejanza”. Éramos casi iguales. Pero, a la vez ¡tan diferentes! Entendí el concepto de forastero. Mi condición de forastero no la creaba el hecho de que estuviera en otro país, porque (insisto) ahí me sentí a gusto y (ya lo dije) en ocasiones me sentía a disgusto en mi propio pueblo. Mi condición de forastero estaba dada en mi interior. Por eso, ahora entiendo y justifico cuando un extranjero llega a Comitán y se queda a vivir tan a gusto en ese pueblo y no vuelve, jamás, a su lugar de origen. Cualquiera podría pensar que se necesita ser masoquista para elegir un lugar extraño para vivir, en lugar de residir en un lugar conocido y reconocido.

Cuando le pregunté a Mirtha por qué había elegido a un francés para casarse, me dijo: “Porque él es menos extranjero que los demás”. Ahora sé que hablaba de territorios espirituales.

El forastero se puede detectar al primer vistazo cuando baja de un tren, cargado de maletas, y se queda parado en el andén como si estuviese en una encrucijada de siete caminos y le costara trabajo decidir por qué sendero optará.

De igual manera, el forastero se encuentra cuando, en la mañana, frente al espejo del baño, mira su rostro y no se reconoce. En ese momento es un extranjero parado en una encrucijada, al que le cuesta mucho trabajo decidir por qué camino debe continuar.

Pobres aquéllos que se sienten forasteros en países que no son “los suyos”. Pobres, porque en sentido estricto, toda la tierra es nuestra, porque nosotros, los humanos, somos los que recibimos este planeta en comodato.

Si hacemos caso a la definición simple podemos decir que: No hay peor forastero que quien se asume como tal.

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