Definición de asco

Imagen: www. revistamascaro.org

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Es una palabra tan asquerosa que basta pronunciarla para que aparezca el asco. Hay gente que, incluso, con la sola mención comienza a tener arcadas. ¿Se han dado cuenta que la gente de clase alta la considera de mal gusto y ya creó un eufemismo? Los exquisitos dicen “asquito”, en intento de eliminar la fuerza de tsunami que posee.

Si colocamos la palabra “guerra” al lado de la palabra “asco” y preguntamos a la gente cuál de las dos les provoca mayor desagrado, la mayoría elegirá la segunda.

¿Por qué la palabra asco detona la palabra vómito de inmediato? Porque la gente asocia una con otra. No hay cosa más repulsiva que entrar a la habitación de un enfermo que vomita. Como las ventanas están cerradas, el hedor se concentra y cuando uno entra a la recámara una bofetada de tufo nos golpea las narices provocándonos el asco.

Porque, habrá que decirlo, los expertos han realizado una clasificación de ascos: asco rata, asco dinosaurio y asco Big Bang. El asco rata es el más liviano: olor a perro muerto; el asco dinosaurio es un hedor concentrado, como el de heces humanas a mitad de una sala con ventanas cerradas; y el asco Big Bang es el que proviene de los actos humanos más repulsivos, como el odio y la corrupción.

¿Cuál es el sentido que más detecta lo repugnante? ¿La vista?, ¿el oído?, ¿el tacto?, ¿el gusto? o ¿el olfato?

El III (Instituto de Investigaciones Innecesarias) demuestra que el olfato es el sentido más sensible ante un acto asqueroso.

Esto, que pareciera obvio, hace que la gente se confunda. La confusión resulta porque muchos ascos Big Bang pueden pasar como simples ascos rata.

Antes debemos preguntarnos cuál es el acto que provoca más asco. El lector, sin duda, en este momento tiene una relación de actos repugnantes, que van desde ratas muertas hasta bueyes desollados.

¿Hay algún lector que ahora mismo se siente agredido por este texto y lo considera asqueroso?

El III sometió a cien cinéfilos a una prueba: les exhibió la película “Saló”, de Pasolini y en el momento en que el duque defeca a mitad de la sala y una joven víctima es obligada a comer las heces, los espectadores mostraron enfado, pero sólo cuatro de ellos se retiraron de la sala. Dos días más tarde, las mismas cien personas fueron invitadas a un banquete: uno de los platillos (cerdo con papas) estaba en estado de descomposición, el tufo era como el de una rata muerta metida en un albañal. El ciento por ciento de los comensales se retiró y comenzó a tener arcadas.

El oído es el sentido que menos reacciona ante el asco. Por eso, los expertos en mercadotecnia lanzan productos asquerosos, como Julión Álvarez o Arjona, y son recibidos como si fuesen Los Beatles.

¿Por qué los franceses inventaron el perfume y éste es uno de los logros culturales más favorecidos por las élites del mundo entero? Porque ellos reconocieron que el olor es el detonante del asco.

El sentido del olfato tiene puente directo con el sentido del gusto y viceversa. Dicen los advenedizos que “de la vista nace el amor”, de donde puede colegirse que “del gusto y del olfato nace el asco”.

Nadie vomita al escuchar una canción de banda, así como nadie vomita ante un acto de corrupción. Estos dos actos están camuflados. Si una canción de “Calibre 50” tuviera olor, la peste sería tan grotesca que medio mundo vomitaría. Lo mismo puede aplicarse a algún acto cotidiano de políticos rateros.

Las niñas “bien”, las chicas “nice”, ante la mínima insinuación de mal olor dicen que sienten “asquito”, sacan el pañuelo perfumado del bolso, se lo llevan a las narices y buscan la salida emergente. Ellas no se atreven a pronunciar la palabra asco, la sola mención de tal palabra les provoca arcadas.

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