De la Finca al ejido, historia que narra la fundación de ejidos en el primer valle de la Frailesca 1915-1940

Ruralidades. Foto: Fermín Ledesma

Ruralidades. Foto: Fermín Ledesma

 

*Fermín Ledesma Domínguez, Investigador del Programa Nacional de Etnografías de las Regiones Indígenas de México en el Nuevo Milenio, INAH.

El nuevo libro de Juan González Esponda “De la Finca al ejido, historia que narra la fundación de ejidos en el primer valle de la Frailesca 1915-1940” (CONECULTA, 2016)  reabre el debate para repensar los entretelones de la reforma agraria y sus heterogéneas formas en Chiapas, desde una perspectiva histórica regional.

La obra se suma a un vasto acervo que aborda la problemática agraria en Chiapas, desde el pionero libro de María Eugenia Reyes Ramos “El reparto de tierras y la política agraria en Chiapas 1914-1988” (UNAM, 1992)  que sin duda es un referente obligado para quienes – de alguna manera – estamos interesados en saber sobre los “viejos problemas nuevos”: el tema de la tierra.

El libro de Reyes Ramos tuvo el aporte de identificar tres periodos históricos de reparto agrario en Chiapas (que no reforma agraria): la orientación política, la orientación productivista y la de orientación social. El libro se detiene evidentemente en 1988. ¿Qué pasó después? ¿Habría un cuarto periodo?. Parece que las obras posteriores explican lo que ocurrió en los años siguientes.

Sin duda, el movimiento de 1994 incrementa la preocupación por entender y dar respuesta a los problemas históricos y estructurales del tema agrario en Chiapas. De ello se ocupa el libro “La rebelión de Chiapas, la lucha por la tierra y la democracia” de Neil Harvey (Era, 2000), que más bien es una revisión para explicar las causas de la rebelión zapatista de 1994, los movimientos sociales de  reivindicación campesina del municipio de Venustiano Carranza y el impacto de la crisis económica en tiempos neoliberales.

A la par de Harvey, un grupo de investigadores dirigidos por Daniel Villafuerte Solís, entre los que se encontraban Carolina Rivera Farfan, María del Carmen García Aguilar, Miguel Lisbona Guillén, Gabriel Ascencio Franco y otros, escudriñaron entre los archivos y datos de la Secretaría de la Reforma Agraria y con los propios campesinos para hablar de “La tierra en Chiapas, viejos problemas nuevos” (FCE, 2002), obra que da cuenta de la tierra como discurso institucional, los múltiples programas gubernamentales y sus distorsiones creados ex profeso para resolver y contener la oleada de ocupación de predios y la emergencia del mercado de tierras en tiempos del neozapatismo. El libro, tal vez, es el de mayor divulgación sobre la temática agraria en Chiapas, de tal manera que, resulta de lectura obligada para quienes desean comprender la historia agraria reciente.

Esta revisión a los problemas agrarios históricos se profundiza en el libro “Conflictos agrario en Chiapas: 1934-1964” de María Eugenia Reyes Ramos (Coneculta, 2002) que explica que la mayor parte de los conflictos agrarios en la entidad devienen de los enredos burocráticos originados desde el aparato gubernamental. A la par de Reyes Ramos, el libro, “Fincas, poder y cultura en Simojovel, Chiapas” de Sonia Toledo” (UNACH-UNAM, 2002) se concentra en entender las dinámicas regionales en la disputa de la tierra ocurrida en la década de 1970 y principios de 1980 entre finqueros y campesinos de Simojovel para explicar el “resquebrajamiento” de una cultura dominante: la finca y los finqueros.

Otro libro, “Regularización de la propiedad en la selva lacandona: cuento de nunca acabar” de Gabriel Ascencio Franco (UNICACH, 2008) aborda la histórica demanda de regularización de las tierras de la Comunidad Zona Lacandona por parte del Estado y los propios campesinos. La obra da cuenta del proceso de negociación entre la Secretaría de la Reforma Agraria, los ejidos, grupos de campesinos y los comuneros lacandones para dar fin a la disputa de más de 600 mil hectáreas de selva en Chiapas.

Con todo lo anterior, el libro “De la Finca al ejido, historia que narra la fundación de ejidos en el primer valle de la Frailesca 1915-1940” (CONECULTA, 2016)  revive a partir del estudio de los ejidos de Villaflores y Villacorzo lo que parecía un tema superado en Chiapas: el reparto agrario, sus procesos tardíos y sus entretelones. La región estudiada resulta de vital interés puesto que es el área de influencia del “mapachismo”, un movimiento contra revolucionario iniciado en 1914, que entre otras cosas se oponía a la liberación de mozos y a la reforma agraria, pero sobre todo, se  autodenominó como origen de la “familia chiapaneca”, élite que ocupó los cargos de poder en el periodo posrevolucionario.

No es intención dar cuenta a detalle del libro y sus hallazgos, sino la de invitar (o provocar) una lectura crítica-reflexiva sobre la historia regional del reparto agrario en Chiapas a partir de lo que se ha escrito sobre ello. Sin embargo, como esbozo general, podría decirse que los documentos consultados y los testimonios reflejados en la obra de González Esponda revelan características muy comunes ocurridas en otras regiones de Chiapas durante el mayor auge del reparto agrario, de 1915 a 1940.

Las características comunes son: la mala calidad de tierras entregadas a los campesinos, las dificultades burocráticas impuestas por las reglas de la Comisión Local Agraria (CLA), las complicidades entre funcionarios agrarios, finqueros y rancheros para evadir el fraccionamiento de las “grandes” propiedades  de las familias Corzo, Zuarth, Ruiz, etc y simular la venta de tierras, las respuestas violentas, punitivas y asesinatos cometidos contra líderes “agraristas” que generalmente eran mozos que habían combatido en las filas mapachistas  y, finalmente, los arreglos locales de los finqueros para ceder un “pedazo de tierra” a los campesinos o mozos leales como estrategia para retener la mano de obra campesina en las fincas.

En síntesis, esta fue la forma del reparto agrario en la región Frailesca de Chiapas, escenario que dibuja claramente el proceso de la reforma agraria en nuestro país durante el siglo XX, lo cual permite reafirmar la premisa de los estudios agrarios de que en México no hubo un solo Cardenismo agrario, generalmente visto como dadivoso con los campesinos, sino heterogéneas formas de “Cardenismos”, los cuales se expresaron en luchas violentas para ocupar la tierra, resistencias y arreglos locales parte de quienes poseían grandes extensiones de tierras, de ahí que en Chiapas, no se hable de una reforma agraria, sino de un reparto desigual de la tierra.

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  1. Fer Ledesma D. - 12 junio, 2016

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