Chiapas, conmoción social y nuevo IEPC
Chiapas hoy está conmocionado. El gobierno del Estado no se ve por ninguna parte, salvo a través de alguna acción policial irrelevante, ineficaz y mal planificada. Inexperiencia, desaliento, falta de compromiso, dejadez, falta de profesionalismo y corrupción, han sido las seis líneas centrales de la administración del joven Velasco Coello. Y todo ello a consecuencia de negligencia, delegación irresponsable y acumulación de problemas sin resolver, desde el inicio mismo de su gobierno. La cuestión magisterial no entra en la cuenta, pues es un asunto de política nacional y normas cuya aplicación corresponde al gobierno de la Federación.
De ahí que todo ahora se junta, ante la inacción y la estulticia: malestar ciudadano ante su nominación, malversación de fondos que en vez de destinarse a gobierno, infraestructura y servicios, ha ido a parar a propaganda y publicidad —igual que durante la maldición gubernamental anterior—, campañas permanentes de autoelogio y culto a la personalidad, desdén hacia organizaciones y Ayuntamientos; refundación, creación y financiamiento de partidos políticos desde el gobierno; elecciones fraudulentas y de Estado en julio de 2015, graves dificultades poselectorales, quiebra financiera del sector salud, desorden en universidades y transporte público, corrupción aquí y allá, intimidación a las bases sociales del EZLN y, para acabar de amolar: retención del “jefe” de los diputados locales y de alguien más, por parte de ciudadanos enardecidos de Chenalhó, pueblo indio.
Es en este contexto en donde ubico las respuestas que recién he dado al periodista amigo, Freddy Martín Pérez, a propósito de las preguntas que me hizo, mismas que servirían para alguna nota o reportaje de algún diario de circulación nacional. Respecto, específicamente, a la cuestión del defenestrado IEPC, órgano electoral local, sus consejeros delincuentes, y la nueva selección que ahora mismo efectúa el Consejo General del INE.
Los conflictos poselectorales que se registran y se han registrado en hasta doce municipios… ¿Serán resultado del mal trabajo de los consejeros? Tienen su parte en ello, tanto como el gobierno del Estado y los partidos políticos. El gobierno por presionar al órgano electoral, hasta conseguir un comportamiento proclive a los partidos directa o indirectamente comprometidos con él. También por desatender las demandas socio-políticas de los ciudadanos, en especial en los municipios tradicionalmente conflictivos, aún antes de las elecciones y ahora mismo. Los partidos, por haberse transformado en los últimos tiempos, en franquicias directa o indirectamente administradas por el gobierno del Estado.
En los casos del Verde, el PRI, el MoCh y el ChUn, por haberse pasado ante el arco del triunfo, toda la legislación electoral relacionada con campañas, actos adelantados, gastos excesivos de procedencia inexplicable y, sobre todo, eso que en todo el país se ha tipificado popularmente como “compra y coacción solapada del voto”, en especial entre campesinos, indígenas y gente pobre. Pobre económica e intelectualmente. Aunque también tienen culpa los demás partidos del sistema, por no vigilar, requerir o demandar ante el IEPC, las conductas ilícitas de sus competidores.
En cuanto a las fallas e irresponsabilidad de los miembros del OPLE, ellas son evidentes al observar el comportamiento ilegal y fraudulento, tanto de las instituciones del Estado como del sistema de partidos, puesto que al órgano electoral corresponde poner a cada quien en su sitio. Incluso prevenir las conductas ilícitas e ilegales de ciudadanos, partidos y oficinas del gobierno, pero sobre todo, advertir a la ciudadanía respecto de las intenciones obscuras e ilegales, de parte de los actores políticos, y exhibir y castigar, con base en la Ley, los desmanes de las instituciones del Estado y de los partidos políticos.
¿Qué se puede rescatar de “bueno” de la elección, por si hubo algo? No hay ni hubo absolutamente nada de rescatable y ejemplar para la democracia y las nuevas ciudadanías. Las elecciones de julio del 2015 han sido, desde 1999, las peores elecciones en Chiapas. Las más sucias y truculentas. El órgano electoral fue absolutamente ciego, sordo y omiso respecto de las patrañas del gobierno y de los partidos asociados al sistema (Verde, PRI, MoCh y ChUn). No procesaron nunca, cómo desde el gobierno se saturó de verde no sólo los espectaculares, la televisión y en general los medios masivos de comunicación, sino todos los espacios públicos, e incluso los privados, incluyendo guarniciones, postes, buses, taxis, mochilas, plazas, estadios, playeras, sombrillas, etcétera.
Los partidos PVEM, PRI, Mover a Chiapas y Chiapas Unido… ¿Serían los más favorecidos en la elección del 19 de julio? Esa cuestión implica datos duros, estadísticas y comportamiento histórico… El comportamiento de los votantes, la calidad de sus votos y las porciones correspondientes a los partidos. Supongo que la revisión y análisis de esos datos darían la mejor respuesta. Ello no es cuestión de opinión, sino de datos duros.
¿Los próximos consejeros deberían tener probidad comprobada? He ahí la cuestión esencial en este momento, pues antes del 30 de mayo, creo, debe estar integrado el núcleo duro, el órgano central de dirección del IEPC, su colegio instruido, inteligente y experto. Aunque valiente, sobre todo. Valiente y bizarro ante las condiciones de Chiapas y el estado que guarda su élite política, aunque… bien es cierto que las y los nuevos consejeros, deben ser íntegros, virtuosos y honestos; por más que se insista solapadamente en los corrillos del gobierno y en los círculos políticos y partidarios, que la moral y la ética política sólo corresponde a la historia; a Juárez, a Madero, a Zapata y Cárdenas.
Ojalá los consejeros miembros del Consejo General del INE, con base en su experiencia fallida anterior —pues ellos seleccionaron a los consejeros delincuentes, hoy defenestrados por la opinión pública— ahora actúen con altura de miras; con sabiduría y reposo… como si se tratara de verdaderos hombres y mujeres de Estado. Ojalá hoy, las y los consejeros del INE, sean más precavidos, y no sólo revisen biografías profesionales, conocimientos y habilidades técnicas, sino también, en especial: trayectorias, experiencias en el ámbito electoral y compromiso verdadero con el proceso de ciudadanización de la vida pública. Compromiso con la posibilidad de perfeccionar la democracia imperante en el país.
Chiapas, hoy más que nunca, necesita de consejeras y consejeros electorales provistos de solvencia moral, anímica e intelectual. Y digo anímica, porque hoy más que nunca, los chiapanecos reclaman al órgano electoral, al IEPC, arrojo y fuerza. Valentía y coraje para mostrar y demostrar su autonomía e independencia frente al Estado y frente a los partidos políticos. Agallas para hacer cumplir la letra de la Ley.
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