La cola por delante
Casa de citas/ 268
La cola por delante
Héctor Cortés Mandujano
En el eBook El hombre multiorgásmico, de Mantak Chia & Douglas Abrams, dice que la palabra pene viene del latín y significa cola. Qué cosa. Los hombres somos los únicos animales del planeta, creo, que tienen la cola por delante.
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Algún día, como Quevedo, voy a publicar mis sueños, que son tantos y tan diversos. De niño y de adolescente fueron muchas pesadillas, y después han ido pasando de lo oscuro a la claridad; me ayudan a contar historias, a sentirme feliz, a pensar que la vida casi siempre es un jardín de rosas. Éste es uno de ellos. Lo escribí mucho antes de ver una linda película (Inside Out: Intensamente, 2015), cuyo tratamiento es parecido (este es uno de los problemas de vivir en la cola del mundo, también se me ocurrió antes hacer las Obras completas de Shakespeare abreviadas, pero un gringo me ganó y ya es una puesta en escena triunfadora. Qué se le va a hacer):
Los que me cuidan
El hombre, joven y musculoso, llega hasta la pequeña recámara donde están otros, silenciosos y ocupados en tareas distintas. Se mueven con eficacia en el espacio reducido, al que parecen acostumbrados.
Un señor cuarentón, con lentes, delgado y bien vestido, le interroga:
—¿Y qué tal?
—No fue fácil, hubo que hacer un esfuerzo nada desdeñable, pero, ya sabes –sonríe y encoge un brazo para mostrar la potencia de sus músculos.
—¿Y el otro, el que fue contigo?
—Se fue, renunció, dijo que ya no quería seguir con este trabajo sin fin.
En el lugar hay una máquina con muchas conexiones y frente a una pantalla hay otro hombre que ve con mucho interés lo que sucede en el movimiento sin cesar de la imagen: rayas, especies de números, colores, nada que pueda leerse con los modos habituales.
Uno traza algo sobre la pared lisa y hay uno más que lo ve, como supervisándolo. A veces el primero se detiene y conversan brevemente para tomar una decisión consensuada acerca del dibujo, que no es figurativo, aunque es evidente que para ellos sí tiene signos de compresibilidad.
Hay otros que se mueven, levantan algo, cruzan, salen, entran.
Luego, silencio, ninguno habla. No hay música y cada cual parece estar concentrado en su labor, salvo el que llegó que ni se sienta ni hace más que estar de pie, viendo sin ver. Yo veo todo esto en mi sueño, pero tan nada parece ocurrir que me empiezo a desesperar y mi consciencia parece a punto de despertar. El joven entonces levanta la vista y parece verme o ver la cámara que soy o parezco ser en esta película extraña. Me habla:
—Sí, Héctor, somos nosotros y estamos dentro de ti. Algunos ya se fueron. Los que seguimos aquí somos los que hacemos que pienses, sientas, sueñes. Todos somos tú. No te preocupes, no te despiertes, nada malo pasa. Duérmete, te cuidaremos.
Eso recuerdo al otro día, al abrir los ojos. Benditos sean mis cuidadores.
Contactos: hectorcortesm@hotmail.com
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