Definición de hormiguero

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¡Ah, qué de tráfico! ¡Qué de embotellamiento! ¿Por qué el afán de llegar todos a un mismo lugar? ¿No es posible que tanta hormiga construya otros condominios para que haya más fluidez en el tránsito? Parece que no. Todas las hormigas, ¡cientos!, ¡miles!, insisten en vivir en el mismo lugar. Sí, sí, uno entiende el concepto de unión que las identifica a ellas; uno comprende cómo “¡Hormigas unidas, jamás serán vencidas!”, pero en estos tiempos de tanto atolondramiento pensaría en la conveniencia de que las colonias se hormigas se diseminaran a fin de que no se haga tanto borlote en esa única puerta donde salen y entran miles de hormigas a cada instante. Porqué ¿qué actividad tan febril realizan ellas?

¿Cómo, cómo dice usted lector? ¿Que es una estupidez lo que hago pregono? Ah, ya. Su jardín, claro, sus árboles, su césped, sus plantas, ¡sus flores! Entiendo, las hormigas son una plaga nefasta, son como la faltante de aquéllas que invadieron Egipto. A usted le conviene que sólo exista un hormiguero y no la proliferación de éstos. ¿Cómo dice? Sí, la imagen la tengo en la memoria: como si el campo estuviese minado y fuera un territorio invadido por panzers alemanes. ¡La tercera guerra mundial! Entiendo. Sí, afectan sus pensamientos. Sí, sí, los de su jardín, no los de su mente. También los de su mente. ¡Ya! Todo el día está pensando en las malhadadas hormigas y sus casas. Bueno, tiene usted razón. Sí, pero yo me refería a la tragedia que ellas viven. Yo las veo muy disciplinadas, chambeadoras, yendo de un lado para otro, cargando hojitas. Sí, no se moleste, por favor, entiendo que son las hojitas de sus pensamientos y de sus gladiolas y de sus alcatraces y de sus nomeolvides y de sus amariles y de sus hueledenoche. Lo entiendo. Pero ¿qué se le va a hacer? El mundo es así. Yo digo que de los males ¡el menor! Hay lugares infestados por plagas de langostas. Ahí sí la cosa está pelona. No, no se enoje, es una mera expresión. Lo de pelona no tiene nada que ver con su planta de begonias. Sí, la vi anoche. Quedó pelona. Pero no se preocupe. Hoy en la mañana vi que tiene un retoño. Con suerte y vuelve a florecer.

Yo lo decía porque me causa desasosiego ver cómo se atropellan unas y otras. Las veo como la metáfora plena de la confusión actual de la sociedad. ¿No ha visto cómo la gente se atropella en los andenes del metro de la Ciudad de México? ¡Igual que hormigas! Van de un lado a otro. A veces yo me siento en el andén y pregunto cuál es el afán de tantos miles de personas de atropellarse, empujarse, de no saber qué hacer cuando alguien (casi siempre es el gobierno) pinta una raya con un gis. ¿Por qué la gente se confunde cuando mira una raya en el piso? Ah, es la herencia de las hormigas. Por eso, yo decía que fuera bueno que los urbanistas crearan otros condominios para que no hubiese tanta aglomeración y las pobres hormigas anduvieran atropellándose a cada instante.

¿Cómo dice? ¡Pobres! ¿Siempre las mata así? ¿Siempre les vuelca una cubeta con agua hirviendo? No sé, a mí siempre me causa escozor esa idea, porque sé lo que el gobierno nos hace también. Sí, son tácticas de tormento. Usted sabe, herencia de las hormigas.

Sí uno busca la palabra hormiguero hallará algo similar a esto: “cavidad que construyen las hormigas para vivir, reproducirse y almacenar alimentos”. ¿Lo ve? En ningún lugar dice que también será el lugar para morir. Bien clarito dice: para vivir, para reproducirse y para guardar las hojitas verdes que, perdón, su jardín les provee.

Entiendo que a usted le molesta ser el proveedor del alimento de las hormigas, pero no cree que podría también ser un símbolo de mejores prácticas de entendimiento entre seres vivos. Ya que los seres humanos no nos comprendemos, no resulta mal idea… No, perdón, ya me callo.