Congruencia de Don Belisario Domínguez, ¿y la nuestra?
Con audaz lucidez, sin adornos y yendo directamente al grano, hace más de 100 años, con ejemplar congruencia, el Dr. Belisario Domínguez denunció y reclamó:
«…no solamente no se hizo nada en bien de la pacificación del país, sino que la situación actual de la República, es infinitamente peor que antes: la Revolución se ha extendido en casi todos los estados; muchas naciones, antes buenas amigas de México, rehúsanse a reconocer su gobierno, por ilegal; nuestra moneda encuéntrase depreciada en el extranjero; nuestro crédito en agonía; la prensa de la República amordazada, o cobardemente vendida al gobierno y ocultando sistemáticamente la verdad; nuestros campos abandonados; muchos pueblos arrasados y, por último, el hambre y la miseria en todas sus formas, amenazan extenderse rápidamente en toda la superficie de nuestra infortunada patria.»
Me sorprende, y espero que al lector también, la vigencia de lo que describe el citado párrafo, México está gobernado por un poder que, con nuevas formas, manipula y oprime a una nación permeada de apatía y conformismo. Lo hace en complicidad con un poder legislativo rendido al servicio del ejecutivo; con instituciones carentes de credibilidad, omisas en sus funciones, plegadas a los intereses de los particulares que dominan el país y socavan las garantías individuales y elementales de los ciudadanos.
Me interrogo y los interrogo, ¿De qué sirve, entonces, la histórica lección que nos legó nuestro chiapaneco ilustre al enfrentar a un gobierno autoritario como el de Victoriano Huerta?
En nada, me respondo, si los ciudadanos de hoy elegimos alinearnos con el poder para salvaguardar nuestros intereses personales, nuestra comodidad. En nada si renunciamos al hecho de que es de nosotros de quién se espera que hagamos mucho más que algo para que este país sea un México digno de nuestras hijas e hijos.
Sigo citando al Doctor Belisario, quien explica en su tiempo y en sus circunstancias la gran causa del pesar nacional:
“Primero, y antes de todo, a que el pueblo mexicano no puede resignarse a tener por Presidente de la República a don Victoriano Huerta, al soldado que se apoderó del poder por medio de la traición y cuyo primer acto al subir a la presidencia fue asesinar cobardemente al presidente y vicepresidente legalmente ungidos por el voto popular…”
Bien podríamos parafrasear con toda seguridad qué, el pueblo mexicano, no puede resignarse a tener por Presidente de la República a Enrique Peña Nieto, político arribista cuyo mérito único, es cumplir con el estereotipo que sistemáticamente se le ha inculcado al pueblo de México de cómo debe ser un líder, consecuencia de esa nueva forma de imponer gobiernos, que hace uso de artilugios de mercadotecnia y posicionamiento mediático para lograr su cometido. No tenemos por qué resignarnos, hacerlo implica plegarnos y nos debilita.
El discurso de Belisario Domínguez urgente y prioritario es vigente para la salud de la patria, tanto como lo fue aquel 23 de septiembre de 1913. Sus palabras deben taladrarnos, sacudir, estremecer y mover la consciencia de cada mexicano para que, desde nuestro ámbito y en las formas que convengan, levantemos la voz y actuemos con auténtica congruencia y sentido de la justicia, para buscar cambiar sin flaquear la apremiante y agobiante situación del país.
El cambio tendrá que ser ascendente, reflexionado y orquestado por una base social creciente que trastoque y remueva progresivamente a las estructuras del poder, así y sólo así, será posible construir la esperanza de un futuro distinto para esta república por la que, en esos años, nuestro compatriota perdió la vida y se dice, también la lengua. Anécdota o no, para alguien que nunca temió callar su voz, lengua y vida eran la misma esencia porque como hablaba vivía.
En este contexto de dignísima insubordinación, ¿qué hago, que haces, qué hacemos? ¿Qué esperamos para levantar la voz? ¿Las armas de la razón? ¿Seguiremos esperando que el cambio lo inicien otros para luego sumarnos? Los verdaderos cambios significativos los generamos nosotros, son progresivos, es una quimera pensar que un día cualquiera nos levantaremos con un país distinto, que eso ocurra es asunto de nosotros, está es nuestra primera revolución, la interna, la que logre que nuestra lengua y nuestras manos digan y actúen congruentes a nuestros ideales y esperanzas. Esa es la gran herencia que nos lega la congruencia don Belisario Dominguez, la pregunta pendiente es, ¿y la nuestra?
Hace 150 años, el Dr. tenía 3 años de edad…
Buena noche, tiene razón; son 153 años de su natalicio. Gracias por la aclaración. Saludos
QUE BUEN ARTÍCULO MI ESTIMADO, ES VERDAD TODO LO QUE DICES LÁSTIMA QUE EL PUEBLO SEA CONFORMISTA Y ENAJENADO A LAS DÁDIVAS QUE EL GOBIERNO NOS AVIENTA COMO PERROS CON HAMBRE
Gracias por el comentario. El reto, pasar de las palabras a los hechos. Saludos!
Mientras el pueblo siga apático en la unión, sin hacer un frente común haciendo valer la ley constitucional del articulo 39, seguirá prevaleciendo la delincuencia en deterioro de la ciudadanía, con un futuro no muy prometedor para las actuales generaciones y futuras.
¿En quién está la responsabilidad para cambiar el panorama?