¿Alumbráis mi noche, recuerdos luminosos?

Casa de citas/ 269

¿Alumbráis mi noche, recuerdos luminosos?

Héctor Cortés Mandujano

 

¿Brillas para los muertos, dorada luz de amor?

Hölderlin

 

Hölderlin, considerado uno de los grandes poetas, así, sin adjetivo nacional, tuvo una vida desastrosa y de penurias económicas. Dice la biografía que como epílogo tiene su Poesía completa (Ediciones 29, 2005: 458) que a los 32 años, en 1802, ya “estaba mentalmente separado de los demás”; en 1807 su familia lo interna en una clínica y (p. 459) “alojado en la buhardilla del edificio […] pasará allí treinta y seis años”; el seis de junio de 1843 “se sienta junto a la ventana y contempla larga, serenamente, el paisaje. Luego se acuesta y muere al amanecer, de una congestión pulmonar”.

Lo leo completamente (de allí el título de esta columna) y les comparto estos versos (p. 107):

 

            Yo fui educado

            por el murmullo armonioso del bosque,

            y aprendí a querer

            entre las flores.

Ilustración: Juventino Sánchez. Este fin de semana daremos las últimas dos funciones, los esperamos

Ilustración: Juventino Sánchez. Este fin de semana daremos las últimas dos funciones, los esperamos

Esta es una reflexión poética sobre la masa, lo popular (p. 131):

 

            ¡Ah! La muchedumbre prefiere lo que se cotiza,

            las almas serviles sólo respetan lo violento.

            Únicamente creen en lo divino,

            aquellos que también lo son.

 

Sobre la separación de los amantes, escribe (p. 267):

 

            …Y de un dios nos sentíamos henchidos

            en el solitario himno de nuestras almas.

            Hoy, sin embargo, desierta está mi mirada,

            pues me quitaron los ojos. Perdiéndote, me pierdo.

            Vivo para buscarte, como la sombra errante,

            y desde hace mucho todo ha perdido sentido.

 

Sobre el amor (p. 271):

 

            “La alegría dura más que la cólera y la pena;

            Cada día que pasa es un día de oro”.

            […]

            Mucho importa el hallazgo de lo grande,

pero aún queda mucho para el hallazgo.

Quien amó como nosotros, va, estoy seguro,

por la senda de los dioses.

Y cuando el amor se vuelve un compromiso (p. 369)

 

            ¿Quién alteró primero

            los lazos de amor para convertirlos en yugos?

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

 

 

 

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