Reproducción del cosmos y microcosmos político mexicano
El cosmos político mexicano tiene fecha de un fin y también una de inicio; es el día domingo tres de junio cuando por obligación y por derecho los mexicanos elegiremos por la vía electoral al presidente de la república.
Es el cosmos porque en un sistema presidencialista -cada vez más acotado, eso si- como el mexicano; todo el país está pendiente de quien será el próximo ocupante de Los Pinos.
Sobre el presidente recaerá la responsabilidad de elegir al gabinete y estos instrumentarán las políticas públicas a partir de la plataforma política del partido en el gobierno, de las promesas de campaña, de la coyuntura política y social; y algunas veces más para resolver los problemas estructurales.
En el cosmos político nacional el presidente es primero el “tapado”, para luego convertirse “el fiel de la balanza”, el “tlatoani”, “el preciso” y terminar como el “gran elector” porque elige o elegía a su sucesor. Es casi como decir que es un rey cuyo reino tiene periodo de reinado y fecha de caducidad de dicho reinado.
En el microcosmo nacional, es decir los estados de la República; el esquema nacional se repite casi con exactitud: el gobernador elige su gabinete. generalmente siempre de acuerdo a sus intereses y algunas veces cede ante los grupos políticos y los gremios empresariales.
Los gobernadores primero son el “candidato”, luego el “virrey” hasta que el sexenio se apaga y todos sueñan con el poder transexenal; pero este tarde o temprano se apaga.
El último “tlatoani” que no respetó las reglas no escritas de la política mexicana fue Carlos Salinas de Gortari y así le fue: su Delfín fue ultimado de manera trágica un mes de marzo de 1994. Prometieron quedarse 25 años gobernando según la visión de José Ángel Gurría.
Muchos “virreyes” que han querido extender su sexenio han mordido el polvo tarde o temprano. Y es que una máxima de la política mexicana es que “el poder se ejerce, no se comparte”.
Friedrich Nietzsche introdujo en sus obras el concepto de “El extraño retorno” para explicar que el tiempo no es lineal; el tiempo es cíclico. Ello significa que en todas las cosas que hace el ser humano, no hay gran variante a pesar del tiempo.
En el caso de la política, esta se sigue practicando -por citar un ejemplo- como se hacía en el tiempo de los romanos, es decir negociando, transando, acordando, traicionando, etcétera.
Nada más hay que acordarse de la frase de Julio César: Tu quoque, Brute, fili mi (Tú también, Bruto, hijo mío).
Es decir, lo real es lo que vez; es decir la traición a los principios, la falta de lealtades. El hecho es aceptar las reglas del juego y ello no permite romper los paradigmas que se tienen que romper para vencer los ciclos.
En materia económica, todo sigue regulado por lo que siempre se ha buscado; las ganancias. ¿Dónde queda la promovida responsabilidad social de las empresas si lo más importante para ellas es el mercado.
Es verdad que muchas cosas han cambiado en México desde hace años; ya no hay partido hegemónico, existe más transparencia, en materia electoral casi ya no se ve el famoso “carro completo”, la “operación tamal” y el “ratón loco” por mencionar algunas prácticas mafiosas los días de las jornadas electorales de hace algunos años.
Hoy el voto ya completamente -o casi- dejó de ser corporativo, está atomizado entre varios partidos políticos y si ocurre una combinación de recursos financieros, transparencia, voto atomizado y hartazgo ciudadano, cualquier político que se presente a las elecciones, las puede ganar.
El problema es que el sueño priista de permanencia en el poder sigue estando presente en el imaginario nacional; como lo describe el dinosaurio de Augusto Monterroso.
Han cambiado el “carro completo”, la “operación tamal” y el “ratón loco” por el apoyo económico a las personas de la tercera edad, a las madres solteras, seleccionando a los integrantes de los comités ciudadanos de obra y de vigilancia.
Es decir hoy la coaptación es más sofisticada.
Es para citar a Nietzsche, una suerte de “eterno retorno” a las bases -y las normas- de la forma como la clase que nos gobierna entienden el oficio político.
Hoy los dinosaurios están en el PRI, se quedaron con ese instituto político y su fuerza histórica y a las nuevas generaciones las mandaron hacia el nuevo instituto político que está al servicio de los intereses de la clase política; el Partido Verde Ecologista de México (PVEM).
Ante este ciclo político en México que no se rompe y que logra que el sistema -y la clase política- se adapte a las nuevas circunstancias, el mexicano promedio se vuelve cada vez más desinteresado, decepcionado y otras veces indignado.
¿Pero qué impacto tiene esto en la conciencia política colectiva mexicana?
Si el ciclo del tiempo no se rompe, evidentemente que batallas políticas vendrán, pero el resultado final será el mismo y el mexicano en lo político será un ser desilusionado.
El ciclo político se repetirá en el 2018.
Según las últimas encuestas, ya se perfilan algunos candidatos a ocupar Los Pinos a partir del primero de diciembre del 2018.
Por el PAN Margarita Zavala: pero ella es la esposa del ex presidente Felipe Calderón.
¿Qué frescura política aportaría a la presidencia, la esposa del mandatario que mandó al país hacia una guerra absurda?.
Por MORENA será casi con seguridad el candidato Andrés Manuel López Obrador.
Su discurso político es prácticamente el mismo que el de hace 20 años. El tabasqueño no es un político que se adapte a las circunstancias y que los hechos lo persuadan a cambiar de opinión. Él es su misma circunstancia.
En el PRI el candidato que se presente a las elecciones seguirá el script que le dicten desde Los Pinos y esperará la oportunidad para romper con grupos políticos del pasado pero reproducirá las normas y los pactos políticos que la clase priista acostumbra hacer.
Los candidatos independientes si pueden ser la solución.
Pero siempre y cuando se quiten la etiqueta de independientes -porque cualquiera puede definirse así- y sean candidatos ciudadanos. Con una forma de hacer política que abandere las causas ciudadanas como la promoción de los derechos humanos, los económicos y sobre todo la bandera política por excelencia que enfrenta a los ciudadanos comunes y corrientes con el poder político en turno: la opacidad en el combate a la impunidad y la corrupción.
El problema de los candidatos independientes es que pueden ser viables para romper los actuales esquemas políticos mexicanos, pero si no se cambia el sistema político, tarde o temprano terminarán siendo engullidos por el sistema.
¿Se acuerdan de las esperanzas y expectativas nacionales que generó en el 2000 el triunfo de Vicente Fox?
¿Qué buenas nuevas nos ofrecen rumbo al 2018 los candidatos del cosmos nacional y el microcosmo que vivimos?
Absolutamente nada nuevo.
Reproducirán los tiempos cíclicos. Porque representan los intereses de la clase política a la que representan.
Porque no tienen intención de cambiar el sistema político mexicano.
No quieren pues, ciudadanizar el poder. No aspiran a democratizar las decisiones políticas.
Siguiendo a Nietzsche; se necesita la aparición del Übermensch, aquel que cree en lo real y también en lo que puede ver y transformar.
Si los valores actuales -que dominan la política- son un obstáculo para la transformación, lo que hay que hacer es crear unos nuevos. Pero hay que hacerlo de manera colectiva.
De otro modo se reproducirán una y otra vez sea quien sea el que llegue a Los Pinos en el 2018.
Y seguirán teniendo la réplica en los virreinatos actuales; es decir las gubernaturas.
Quienes mejor se han adaptado a los nuevos tiempos políticos son los dinosaurios priístas y las actuales circunstancias donde ya no existe el voto corporativo; es a ellos a quienes se beneficia.
El voto y las preferencias electorales están atomizadas. Es el famoso “divide y vencerás”.
La tarea priísta para seguir en el poder es fragmentar el voto. Está trabajando para ello y así cualquiera puede ser su candidato.
El PRD se dividió en dos, apareciendo MORENA, Margarita Zavala y el PAN arrastran los negativos de la guerra de Calderón. Además ¿Cuántos candidatos independientes aparecerán en las boletas?.
Si estos últimos no logran un candidato de unidad probablemente al último solo exclamarán quienes los apoyan: “Nadie sabe para quién trabaja”.
¿Qué nos ha dejado nuestra democracia si el sistema político mexicano ha sobrevivido?
El Übermensch mexicano surgirá cuando desaparezca el sistema político que nos domina. El sistema que descansa en la corrupción y la impunidad y que sostiene a dinosaurios y juniors que se adaptan a las coyunturas, tanto en el cosmos político nacional como en los microcosmos estatales.
La diaria construcción de ciudadanía desde abajo, derribará al sistema. Todas y todos tenemos que apostarle a ella. Porque desde arriba solo interesa repetir los ciclos, las normas y las formas que reproducen a nuestro sistema político.
Twitter: @GerardoCoutino
Correo: geracouti@hotmail.com
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