La sensibilidad de los políticos a la crítica

A veces se tacha a los políticos —sobre todo aquí, en la aldea— de «insensibles» a las críticas. Yo difiero. La politicada chiapaneca es todo, menos insensible a la crítica. Por el contrario, la sienten y re-sienten. Lo que no saben hacer es resistirla.

Hay una diferencia abismal entre resistir la crítica y ser (in)sensible a ella.
El/la político/a que resiste a la crítica puede, entre otras cosas, fortalecerse de ella, utilizarla para crear un escenario de debate o diálogo, o simplemente pasarla por alto.
Quien es sensible a la crítica, la escucha, reflexiona sobre ella, trata de tomar de quienes lo critican la información —cuando la hay— para evaluar la posición en que se encuentra.
Sin embargo, la banda politiqueril chiapaneca es insensible a la crítica: les vale, la escuchan pero no la valoran. Para esa gente, quien los critica es enemigo, ni siquiera adversario (porque a un enemigo hay que acabarlo, aplastarlo, sin importar las tretas que tengan que usarse; mientras que a un adversario se le vence en un juego bien establecido con reglas claras y en igualdad de condiciones).
La gente dedicada a la política en Chiapas, además, no resiste la más mínima crítica. Se enojan, patalean, responden visceralmente, a veces con violencia. Prefieren los halagos, pagados o gratuitos, porque el más mínimo asomo de crítica les enciende la piel, les hace una llaga, los marca y a veces no los deja ni dormir.
Al final, hundidos en la ignorancia supina que les caracteriza, a veces se atreven a sacar esa frase falsamente atribuida a Cervantes en su Quijote de «si los perros ladran, es señal de que avanzamos».
Y no, no es así. No avanzan y, por otra parte, el uso de esa frase (entendida casi siempre a medias) solo demuestra que la crítica no les importa, que aun cuando todos les digan lo equivocados que están, a ustedes la evaluación externa —a la que se deben en calidad de funcionarios públicos o representantes populares— no les importa porque se sienten infalibles. Justificados por sí mismos.
Insensibles a la crítica por tanto no la toman en cuenta, y vulnerables a la misma en tanto preferirían que no existiera (y desean el desquite cuando son objeto de la misma), tienen que enfrentar el hecho de que han estado, están y seguirán estando bajo el escrutinio público.
El doctor Sarelly Martínez responde con la inteligencia que le caracteriza al político Plácido Morales, quien se ve, es incapaz de resistir la más mínima crítica, pero igualmente, es totalmente insensible a ella.

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