El negocio de la ignorancia
Ignorancia: Falta de conocimiento (DRAE)
Caminaba en San Cristóbal de las Casas cuando lo que hablaban dos jóvenes indígenas llamo mi atención, uno le explicaba y aseguraba al otro, en perfecto español, que podía contratar un paquete integral en dólares que Herbalife convertiría en pesos. El grado de convencimiento que advertí en la citada explicación me hizo pensar en sus implicaciones e interiormente me pregunté sobre la consciencia que existe respecto a las consecuencias de distribuir y consumir estos productos.
http://bit.ly/21ut7bu, http://bit.ly/1Vb9h5D, http://bit.ly/1R1Rmco
A partir de lo que escuché bosquejemos el esquema de funcionamiento, uno invita a otro a integrarse a la estructura de ventas de una empresa trasnacional que en los últimos 30 años ha crecido exponencialmente, financieramente y en personal asociado. En base a este éxito es fácil concluir que, estar «asociado» a una empresa que logra los primeros mil millones de dólares en ventas en la primera década de su existencia representa, ¡Nada menos que la mismísima entrada al paraíso de los negocios!
Acoto que no descalifico y respeto la búsqueda de medios para generar riqueza, entiendo que hay varias y diversas formas para obtenerla, sin embargo, en el caso de esta empresa, llama la atención de manera especial que el principal activo de Herbalife y de otras como Omnilife, radique en el aprovechamiento de la ignorancia de la gente.
Preciso que no es mi afán el desprestigio, pero me preocupa nuestra vulnerabilidad como sociedad, la ignorancia que permea, el no estar acostumbrados a cuestionar, investigar y analizar; me alarma que nuestras fuentes y filtros sean, por un lado, los comentarios de gente de nuestra confianza, como la del joven indígena que escuchaba y, por otro lado, en los últimos años, publicaciones de redes sociales. Y que conste que por ahora no estoy hablando de política.
Ejemplifico que así como vemos de riesgoso que un niño se lleve a la boca un puño de tierra también debería alarmarnos el uso de los productos, ¡ups! «milagro”, estamos invadidos de ellos y, lamentablemente, casi todos relacionados con la salud o la estética.
Para poder contrastar entre los productos científicos y los que no lo son, pensemos en cuánto dinero invierte una empresa farmacéutica para liberar un producto al mercado, se calcula que el costo de la inversión es de alrededor de 800 millones de dólares (http://bit.ly/22j1tnz), y a esto hay que agregar el hecho de que es un proceso bastante complejo y sinuoso la aprobación de su comercialización (http://bit.ly/1QWsR3w), mismo que incluye una legislación estricta para productos alópatas (http://bit.ly/1RlmC5n), y una regulación que, para el caso de los productos homeópatas o de herbolaria, es ambigua, ya que ambos sustentan su comercialización en dos artículos de la Ley General de Salud (http://bit.ly/1S3dEN2): el 202 que da un plazo de 30 días para notificar cambio de propietario o domicilio de empresas, y el 376 que no obliga expresamente a estos productos a tener registro sanitario.
Como puede advertirse es notable el contraste entre un tipo de producto científico y otros que carecen de ese estatus.
Al pensar en lo antes expuesto ¿es posible y lógico confiar en un producto que no tiene registro? ¿En algo que tampoco ha pasado por el proceso de aprobación de instancias nacionales e internacionales? ¿En lo que se presenta como la solución nunca antes vista a problemas que comunidades científicas completas se han concentrado por años en resolver sin éxito? ¿Es honesto asegurar que estos productos pueden curar no una, sino decenas de enfermedades?
El abuso de la credibilidad social se explica pero no se justifica, es lamentable que la urgencia por solucionar un problema nuble a la más básica lógica o sentido común.
Urge hacer una escala en el trasfondo psicológico de esta dinámica consumista del mexicano que nos ubica en lo más alto de la estadística comercializadora de los productos milagro. Insisto, detrás de la decisión de consumir un producto milagro siempre existe el siguiente principio: la imperiosa necesidad de resolver un problema de la forma más rápida y barata posible. Es parte de la idiosincrasia del mexicano ganarle tiempo al tiempo, encontrar la vía más rápida, el «bueno, bonito y barato», acomodarse a esta plataforma psicológica abre oportunidades enormes a los que gozan de hacer dinero a costa de esta acrítica filosofía de vida.
¡Claro que los creadores de estos productos son exitosos! Y como no con las circunstancias comentadas. El problema es quien o quienes pagan los costos, no nos engañemos, no es el producto en lo que invierten, su tarea esencial es encontrar nuevas maneras de inducir necesidades y mejores formas de hacer creer al mexicano que con algo bueno, bonito y barato solucionarán más de un problema, ya sea de salud o financiero, como el caso del joven indígena que le aseguró a su compañero que podía contratar un paquete integral en dólares que Herbalife convertiría en pesos.
Reflexionemos. Se trafica con la ignorancia, se comercializa con ella, se abusa franca y descaradamente de la confianza ciega, promovida y alentada desde los primeros años en las aulas del sistema educativo mexicano.
Casi todos, me incluyo, en alguna etapa de nuestra existencia, de una u otra manera hemos sido presa de estos productos milagro, no es asunto de sentirnos mal o culparnos y nada más, la finalidad de este artículo es ir más allá, estas son letras de alerta para despertar en los lectores la inquietud de investigar, analizar o informarse antes de decidirse a utilizar cualquiera de estos mentados productos.
Investigar, en este caso, es un asunto de economía y, sobre todo, un asunto que puede llevar a la disyuntiva entre la muerte o la vida.
No hay productos milagro, son tomaduras de pelo. Si lo que quieres es bajar de peso pues no comas tanto, cierra la boca. Mejorar tu piel y tu cutis? Ponle a tus cremas frutas naturales que son bloqueadores solares naturales, te ayudan a tener un cutis bonito y bien nutrido.
Patrañas.. mentiras …..
… chequen y estudien medicamente a alguien q se nutre con ellos.. y a alguien q no …..
…. La pregunta es QUIENES SON LOS IGNORANTES!!!?????….. uups..
…. jaja… q flojera este articulo…
Por lo visto no sabes nada de nutraceutica. No son productos «milagro», son nutrientes que te apoyan en la salud y son preventivos, cuenta con todos los permisos y requisitos de salubridad y estan elaborado con tecnologia y una investigacion cientifica que los respalada. Estos productos buscan prevenir, claro que también se ha demostrado que curan. Los farmacos asi como te curan tmb te dañan y estos no, ya que son naturales. Consumo alredeor de 8 suplementos diferentes diarios desde hace 3 años y desde entonces no he tenido la necesidad de acudir al médico. Testimonios de salud tengo varios, pues lo que no logearon los doctores y sus farmacos, si lo hicieron los productos. La ignorancia está en quien escribe el articulo.
Todos los productos llámense nutricionales o milagro, como les llaman muchos pude que tengan algún efecto positivo en el organismo, pero también pueden tener efectos adversos a corto o largo plazo, toda ves que para su elaboración se tienen que emplear ciertas sustancias químicas que nunca nos va a decir que efecto nocivos producirán, pues es fácil con dinero obtener una certificación o regulación por desgracia con la corrupción que existe y como siempre lo que les importa a los fabricantes de estos productos son las ganancias que obtienen al igual quienes producen medicinas de patente, aunque estas cuentan con un respaldo de investigación científica, la mejor opción es alimentarse sanamente en lo posible y consumir las frutas y las verduras en su estado natural y dejar de malgastar dinero en llenarle los bolsillos a esta gente sin escrupulosos pues me ha tocado ver pernas que con tal de vender le atribuyen maravillas a estos productos y se atreven a decir que dese que lo consumen se encuentra completamente sanas pero la realidad es otra, que quede claro no estoy en contra ni a favor de nadie solo expreso mi punto de vista.